Kilómetros de trincheras con soldados exhaustos, un ruido ensordecedor, cuerpos desmembrados alrededor de cráteres, fuego constante de artillería, muertos y más muertos. En un escenario propio de la I Guerra Mundial, las tropas de Rusia y Ucrania combaten por cada palmo de terreno en la región de Donbás, con innumerables bajas en ambos bandos. Tras casi un año de enfrentamientos, la calamitosa operación relámpago que lanzó el Kremlin el pasado febrero ha derivado en una guerra de desgaste, con posiciones estancadas, en la que reina la artillería. El ejército ucranio dispara unos 5.000 proyectiles diarios para impedir el avance enemigo: un ritmo insostenible a largo plazo, que ha dejado bajo mínimos los arsenales de Occidente, incapaz de encontrar una solución rápida.
Tras la aprobación hace unas semanas del envío de carros de combate, y en pleno debate sobre la posible entrega de cazas, Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN, reconoció hace unos días lo que muchos analistas alertaban desde hace meses: el ejército ucranio necesita munición de artillería urgentemente y los aliados ya no tienen dónde buscarla. “Ucrania consume munición a un ritmo mucho mayor al que somos capaces de producirla. Y esto genera una gran presión para nuestras industrias armamentísticas”, declaró el noruego el martes en Bruselas. Este sábado, Ursula von der Leyen, la presidenta de la Comisión Europea, recogió el guante durante su intervención en la Conferencia de Seguridad de Múnich: planteó una iniciativa a escala europea que, a través de un esquema planificado de compras conjuntas, facilite la expansión de la capacidad de producción industrial.
Al mismo tiempo que los países occidentales tratan de acelerar el envío de nuevo armamento a Kiev, buscan cómo reponer unos arsenales que han quedado bajo mínimos. “Se ha reaccionado muy tarde. Los planes para aumentar la producción deberían estar en marcha desde hace meses”, sostiene Moshes Arkady, director del programa de Rusia y Eurasia en el Instituto Finlandés de Asuntos Internacionales. La prioridad para los aliados es la fabricación de proyectiles de un calibre de 155 milímetros, el estándar de la OTAN. Stoltenberg reconoció que los encargos de este tipo de armamento que se realicen ahora tardarán aproximadamente dos años y medio en estar listos. Algunos miembros de la Alianza han donado tanto material a Ucrania que, por ejemplo, Dinamarca ya no tiene ningún cañón de artillería de fabricación francesa Caesar, y en los arsenales de Estonia no queda un solo obús de 155 milímetros.
A lo largo de los casi mil kilómetros de frente que atraviesa el sur y el este de Ucrania, el ejército de Kiev lanza, según estimaciones de varios servicios de inteligencia occidentales, entre 30.000 y 40.000 proyectiles de artillería pesada cada semana, una cantidad de la que carecen actualmente varios miembros de la OTAN. Del más de un millón de obuses que Estados Unidos ha suministrado a Ucrania, casi la mitad procedían de sus arsenales en Israel y Corea del Sur, un movimiento que ha generado malestar en dos de sus principales aliados. Antes de la invasión de Ucrania, EE UU producía 14.400 obuses para artillería pesada al mes. Las necesidades de Kiev llevaron al Pentágono a triplicar los objetivos de producción en septiembre, y a volver a duplicarlos hace unas semanas: en menos de dos años la fabricación aumentará a más de 90.000 proyectiles mensuales, un nivel de producción sin parangón desde la guerra de Corea (1950-1953). Washington también ha llegado a un acuerdo con Seúl para comprar 100.000 proyectiles surcoreanos, y ha evitado pronunciarse sobre la cifra de obuses de 155 mm con los que todavía cuenta en sus reservas.
Proyectiles de un calibre de 155 milímetros, este jueves en una fábrica de Scranton (Pensilvania).BRENDAN MCDERMID (REUTERS)
No solo Estados Unidos ha donado proyectiles de 155 milímetros; Alemania, Canadá, Italia, Noruega o Estonia también. Francia y Australia firmaron a finales de enero un acuerdo para la producción conjunta de “miles” de proyectiles de este calibre y enviarlos a Ucrania, con la primera entrega prevista antes de verano. El Gobierno británico lleva meses de negociaciones con BAE Systems —el mayor contratista militar de toda Europa— para elevar exponencialmente la producción. Y la eslovaca HVS Holding ha anunciado que multiplicará por cinco su fabricación de obuses de 155 milímetros. Aun así, no parece factible que llegue a Ucrania tanto y tan rápido como lo necesita.
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“A partir de 1991 (fin de la Guerra Fría), en Occidente se cometieron muchísimos errores en materia de defensa”, considera Arkady. “Se centraron en su idea del mundo postmoderno, se convencieron de que una guerra convencional no volvería a tener lugar en Europa”, prosigue. En las últimas décadas los aliados enfocaron sus inversiones en armamento para combatir el terrorismo y luchar contra insurgencias, como la de los talibanes en Afganistán, donde las tropas de la OTAN utilizaron de media unos 300 proyectiles de artillería pesada al día. El objetivo era el desarrollo de armas de máxima precisión para ser operadas desde la distancia o por grupos terrestres pequeños y móviles, no las toneladas de obuses que tanta falta hacen ahora.
Compromiso de los gobiernos
“No hay ninguna solución rápida para este problema”, resume Trevor Taylor, investigador de la casa de análisis británica Royal United Services Institute (RUSI) especializado en la industria de defensa. “La producción de este tipo de armamento no se puede multiplicar de la noche a la mañana. Su fabricación es peligrosa, hay ciertos materiales y componentes indispensables que tienen muy pocos proveedores en Europa, y los controles de calidad son muy estrictos”, desarrolla el experto. Las empresas occidentales de armamento carecen del personal, las instalaciones, y los materiales necesarios para impulsar la fabricación de proyectiles de 155 milímetros al ritmo que se requiere, y reclaman un compromiso de los gobiernos para firmar acuerdos a largo plazo que permitan llevar a cabo la inversión imprescindible para satisfacer el aumento de la demanda.
Los ministros de defensa de los países de la OTAN se reunieron esta semana en Bruselas para tratar de revertir la situación cuanto antes. El asunto también ha sido uno de los principales en las dos primeras jornadas de la Conferencia de Seguridad de Múnich. “Ahora es el momento de acelerar la producción de productos estandarizados, que Ucrania necesita desesperadamente, entre ellos munición”, dijo Von der Leyen este sábado en la capital bávara. La presidenta de la Comisión declaró que pretende que se emplee el Mecanismo de Paz Europeo para financiar el suministro de armas por parte de los Estados miembros a Ucrania. “Hemos reunido a la industria de la defensa europea y hemos preguntado qué es lo que necesitan para ampliar la capacidad de manufactura de productos estandarizados”, informó la líder comunitaria. “Lo que tenemos que hacer es parecido a lo de la pandemia. Podemos pensar en contratos de adquisición anticipada que pueden dar a la industria la posibilidad de invertir en líneas de producción ahora”, subrayó. Sentada a su lado en el mismo panel, Sanna Marin, primera ministra de Finlandia, coincidió en la “necesidad de ampliar la producción de armas y munición muy rápidamente”, informa Andrea Rizzi.
Tan indispensable como los proyectiles para la artillería pesada es la munición para la defensa antiaérea. “Ambos ejércitos han sido capaces de anular el poder de la aviación enemiga”, explica Mark Cancian, coronel estadounidense retirado e investigador del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS). Ucrania necesita misiles para mantener a los aviones de combate rusos alejados del frente e interceptar parte de los drones de fabricación iraní y cohetes que Moscú emplea para atacar la infraestructura energética. “Mientras las líneas del frente permanezcan estancadas y Rusia no domine el espacio aéreo, la artillería será el armamento primordial”, considera Cancian.
Miembros de los servicios de emergencia ucranios recuperan los restos de un misil lanzado por Rusia compatible con los sistemas de defensa antiaérea S-300, el viernes en Járkov.VADIM GHIRDA (AP)
Ante las dificultades para suministrar a Ucrania tantos proyectiles de 155 mm como necesita, los miembros de la OTAN también agotan todas las opciones de acaparar el material de calibre soviético que queda disponible. Los aliados de Europa del este ya han entregado toda la munición del armamento diseñado durante la Guerra Fría que quedaba en sus arsenales. Y algunos países han comprado este tipo de proyectiles —que los soldados ucranios saben usar y que es compatible con el armamento con el que cuentan desde hace décadas— allí donde han podido encontrarlos, incluso en Pakistán.
El ejército ucranio ha quemado tanta artillería durante los últimos meses que un tercio de los cañones pesados entregados por Occidente están ya inutilizables o requieren una reparación. Con tantas piezas de artillería averiadas y ante la escasez de munición, el Pentágono insta a Ucrania a reducir su uso. El secretario de Defensa estadounidense, Henry Lloyd Austin, declaró esta semana en Bruselas que están trabajando para entrenar a las tropas ucranias en tácticas que permitan frenar el avance enemigo sin emplear tanta artillería. Arkady, sin embargo, cree que el único modo de mantener a raya a las tropas rusas con menos uso de munición sería con la llegada de “nuevo tipo de armamento, principalmente aviones de combate”.
Los problemas de munición no son exclusivos de los aliados occidentales. Rusia, que, según cálculos europeos, dispara cada día más del doble de obuses que Ucrania, también tiene serios problemas para mantener el ritmo de sus ataques. Algunos de los proyectiles que ha lanzado recientemente fueron fabricados hace más de 40 años.
El Pentágono informó en septiembre de que Corea del Norte estaba vendiendo obuses a Rusia, y Bielorrusia e Irán, dos de los principales aliados de Moscú, han firmado un acuerdo para fabricar conjuntamente artillería pesada. “Emplear material antiguo y sin los controles y ensayos necesarios supone para el ejército ruso una menor eficacia en sus ataques y un claro riesgo para sus soldados”, detalla Taylor. La producción en Rusia también se ha acelerado al máximo. El Ministerio de Defensa ha anunciado que sus compras de munición se duplicaron el año pasado, y las fábricas de armamento siguieron a pleno rendimiento durante las vacaciones navideñas.
Los servicios secretos occidentales creen que tanto Moscú como Kiev preparan una gran ofensiva para los próximos meses. La munición disponible y el buen funcionamiento de la logística serán esenciales para romper las líneas enemigas. El resultado y la duración de la guerra dependerá en gran medida de cuánta artillería disponga cada ejército.
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