Uno de los hombres más brillantes que jamás haya existido es sin duda Nikola Tesla, genio e inventor de muchas tecnologías que aún hoy usamos. Sin embargo en la etapa final de su vida no parece que Tesla estuviera ni muy lúcido ni tampoco muy boyante en cuestiones económicas y es en ese momento cuando surge la loca historia de Nikola Tesla pagando un hotel con un «rayo de la muerte».
Nikola Tesla y su «rayo de la muerte»
Desafortunadamente, durante los últimos años de su vida, Tesla no pasó por su mejor momento. De hecho, comenzó a explicar historias que a todos sorprendían y que demostraban que no se encontraba demasiado lúcido. Es más, no era raro que el inventor hablara de la creación de un «rayo de la muerte» tan poderoso como para poner fin a todas las guerras. Tesla además de afirmar haber inventado el dispositivo, también aseguraba tener un primer prototipo que era completamente funcional.
Durante los últimos 10 años de su vida, el inventor vivió en el Hotel New Yorker al que le debía la friolera de 20.000 dólares. Nikola realmente trabajó en el diseño de un arma de energía directa desde principios del siglo XX hasta su muerte. Hoy sabemos que tal dispositivo es científicamente factible a través de la «transmisión de energía a través de microondas», pero en ese momento nadie lo creía posible. Por este motivo Tesla nunca logró llevar a cabo su proyecto , a pesar de que se lo propuso a Estados Unidos y algunos estados europeos. Al final, el inventor, que se encontraba bastante pobre hacia el fin de su historia, decidió ofrecer esta hipotética arma de muerte como «garantía» al gerente del hotel donde se hospedaba.
El gerente del Hotel New Yorker que sabía quien era su cliente y de su capacidad para realizar grandes inventos, confió en él, de modo que Tesla le entregó una caja que el dueño del hotel “no debía abrir por ningún motivo en el mundo”.
La caja se abrió después de que el genio muriera el 7 de enero de 1943 y cuál fue la sorpresa del dueño del hotel, cuando dentro tan sólo encontró que había una perilla con cables desconectados. No era un arma en absoluto y mucho menos un «rayo de la muerte» como le había explicado Tesla que moriría dejando una deuda costosa que nunca pagó, y a un gerente de hotel con una historia «divertida» (y ciertamente épica) que contar.
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