EL PAÍS

La histórica derrota socialdemócrata en Berlín tensa a la coalición de Scholz

Caras largas, miradas abatidas. En la sede de los socialdemócratas, la Willy Brandt Haus, fueron conscientes de la debacle en cuanto aparecieron los primeros sondeos al cierre de los colegios electorales. Los democristianos les superaban por 10 puntos, lo que les dejaba con el peor resultado desde la reunificación alemana y con muchas posibilidades de perder la alcaldía. La ciudad-Estado de Berlín, con 3,8 millones de habitantes, puede parecer una plaza menor en un país de 83 millones, pero tiene un enorme peso simbólico. Especialmente para el SPD, que la ha gobernado durante 22 años de forma ininterrumpida.

El decepcionante resultado de la candidata socialdemócrata, Franziska Giffey, supone un varapalo para la formación del canciller, Olaf Scholz. La comparación con los resultados de la última votación, en septiembre de 2021, muestra que los tres partidos de la coalición federal han perdido pie en la capital. Tanto que uno de ellos, los liberales del FDP, se ha quedado fuera del Parlamento regional al no superar el límite del 5% de los votos. Pese a todo, Berlín todavía podría reeditar la coalición de izquierdas: socialdemócratas (18,4% de los votos), verdes (18,4%) y la izquierda de Die Linke (12,2) suman una mayoría holgada.

El resultado de Berlín ha tenido un claro eco en el Gobierno federal, una inédita coalición tripartita que está constantemente mostrando sus diferencias en público. La invasión rusa de Ucrania ha añadido presión a la alianza de tres formaciones muy distintas que discrepan en demasiados asuntos clave, desde el apoyo militar a Kiev hasta la energía nuclear, pasando por el gasto público y los presupuestos. La rivalidad entre socialdemócratas y verdes a escala federal —de la que los ministros ecologistas han salido mucho mejor parados que los del SPD o el propio Scholz— va a dirimirse ahora en la capital. Ambos partidos están prácticamente empatados a votos.

Si el candidato de la Unión Cristianodemócrata (CDU), Kai Wegner, fracasa al intentar forjar una alianza, de poco le servirá el espectacular 28,2% que obtuvo el domingo. Y no lo va a tener fácil, porque solo dispone de dos opciones: convencer al SPD para crear una gran coalición a la berlinesa o tentar a Los Verdes, con los que exhibe tantas diferencias ideológicas que cuesta imaginar una alianza así de forzada. La ultraderecha de Alternativa para Alemania (AfD), que mejoró sus resultados de 2021 y obtuvo un 9,1%, ni se contempla: matemáticamente no alcanza, pero además está descartada de plano por el cordón sanitario que se le aplica en Alemania a la extrema derecha.

“Amarga derrota”

Tanto Wegner, claro vencedor, como Giffey, que ha reconocido su “amarga derrota”, van a intentar formar una coalición. “Los berlineses han votado cambio”, decía este lunes Wegner, dispuesto a buscar un “Gobierno estable y que dé confianza” para solucionar los “muchos problemas” de la capital alemana. Aunque no está escrito en ningún sitio, él será el primero en intentar forjar alianzas al haber obtenido el mayor número de votos. Si las negociaciones se estancan, el SPD tomará la delantera para intentarlo por su lado. A juzgar por las declaraciones de los líderes de Los Verdes y Die Linke, la preferencia de las tres formaciones pasa por volver a aliarse y repetir gobierno de izquierdas.

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Los socialdemócratas apenas han obtenido 105 sufragios más que Los Verdes, y están en una situación de debilidad, rumiando su peor resultado en décadas. Lo que da pie a que la candidata ecologista, Bettina Jarasch, intente poner como condición para repetir el tripartito ser ella la alcaldesa esta vez. Todas las formaciones se mostraron cautas este lunes. Empiezan las negociaciones y nadie quiere mostrar sus cartas. “He trabajado bien con Giffey y me puedo imaginar seguir haciéndolo”, señaló Jarasch a preguntas de los periodistas.

Las conversaciones podrían prolongarse días, semanas o meses. No hay un límite máximo para alcanzar un acuerdo, pero la particularidad de estas elecciones parece indicar que los partidos van a darse prisa. Los berlineses volvieron a las urnas este domingo en la repetición de las elecciones regionales y municipales de 2021, que fueron anuladas por un cúmulo de irregularidades el día de la votación. El hastío se palpaba el domingo en los colegios electorales: “Vengo porque considero que es mi deber como ciudadano, pero es una vergüenza que estemos votando otra vez. ¿Sabe lo que cuesta volver a organizar unas elecciones?”, se quejaba Thomas, empleado en una empresa de comercio electrónico, a la entrada de un instituto de Mitte, en el centro de la ciudad.

Desde que el Tribunal Constitucional decidió que había que repetir las elecciones ha cundido la idea de que Berlín es una ciudad caótica y mal gestionada donde nada funciona. Wegner ha centrado su campaña en señalar los muchos problemas de la capital y en contraponer sus propuestas a las de Los Verdes, sobre todo en cuestiones de movilidad. Los democristianos han apelado a los propietarios de coches, a quienes dicen querer defender de un Gobierno de izquierdas que les hace la vida imposible.

Berlín también fue noticia a principios de año por los disturbios que se registraron en Nochevieja en barrios donde reside mucha población de origen extranjero, que reavivaron el debate sobre la inmigración y la seguridad. La CDU hizo de la cuestión otro de los temas centrales de su campaña después de que su líder nacional, Friedrich Merz, afirmara que los ataques fueron resultado de la mentalidad de “pequeño pachá” entre algunos jóvenes inmigrantes. La izquierda, los ecologistas y los liberales le acusaron de racismo, pero Wegner no se disculpó el lunes. “Hay que poner nombre a los problemas para resolverlos juntos”, se limitó a decir cuando un periodista preguntó si esta era una de las diferencias irreconciliables que dificultarán a la CDU formar coalición.

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