La incidencia acumulada de los casos registrados de covid ha bajado por primera vez en España desde que la sexta ola comenzó a crecer, hace dos meses y medio. Este martes ha caído 91 puntos para situarse en 3.306,5 diagnósticos por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días. El tiempo dirá si es una bajada pasajera o el comienzo de una tendencia descendente que marque el principio del fin de esta onda. Los expertos advierten de que los datos recogidos, incompletos y poco homogéneos, no permiten hacer análisis muy finos de las cifras que diariamente reportan las comunidades.
Después de una explosión de diagnósticos sin precedentes en las Navidades, la semana pasada ya hubo una clara desaceleración en la curva. Esto ya hacía entrever que el cambio de tendencia estaba cerca, algo que los expertos llevaban tiempo pronosticando para mediados de este mes.
El problema a la hora de interpretar estos datos es que la saturación del sistema y los autotest provocan que las estadísticas de casos diarios no reflejen fielmente los contagios reales que se producen. El primer escollo es que muchas personas que se hacen pruebas en casa posiblemente no las reportan. Entre las que sí lo hacen, no todas llegan a la estadística oficial: comunidades como Madrid o Andalucía no las incluyen. Y los casos que se añaden llegan tarde por la saturación del sistema de atención primaria, que se puede demorar más de una semana en atender a una persona que da los primeros síntomas.
Con todas estas limitaciones, los datos son una aproximación que marca tendencias, pero no un termómetro exacto de la realidad. Pero hay otras estadísticas que ratifican la verosimilitud de esta caída. Navarra, una de las comunidades que más pruebas realiza y que antes comenzó a subir lleva ya una semana bajando: la incidencia acumulada ha caído más de 2.000 puntos en siete días, un signo inequívoco de cambio de tendencia que parece estar replicándose en el resto de España.
Clara Prats, investigadora en Biología Computacional de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC), advierte de que no hay que precipitarse a la hora de señalar el pico de la sexta ola. “Nos va a costar más situarlo en el espacio y en el tiempo. Cuando llevemos unos cuantos días bajando estará claro que no tenemos artefactos [señales que alteran la estadística], pero la forma de medir en estos momentos hace muy difícil de interpretar las subidas y bajadas puntuales de un día concreto”, señala.
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En opinión de Ildefonso Hernández, de la Sociedad Española de Salud Pública (Sespas), la incidencia acumulada es muy llamativa ahora porque es muy alta, pero lleva tiempo sin ser la mejor forma de medir la evolución de la pandemia en España. Lo ideal, argumenta, es apoyarse en varios datos.
Los epidemiólogos están muy atentos a la evolución de las hospitalizaciones. Estas siguen subiendo y teóricamente lo harán unos días más que los casos. Curiosamente, los casos de UCI llevan unos días sin crecer. Incluso han mostrado una pequeña caída: este martes había ingresadas en estas unidades 2.243 personas, nueve menos que el lunes.
Como indica Prats, esta estadística, que ascendía unas semanas después de los casos, ahora se ha desacoplado de esta dinámica. Lo explica porque en la sexta ola se han solapado dos variantes: primero la delta, más grave, contribuyó a un mayor ascenso de los casos críticos. Pero luego ha sido sustituida por la ómicron, más leve, lo que parece haber producido una estabilización en las UCI, algo que ya se ha visto en Dinamarca y Reino Unido.
Para saber si estamos bajando la sexta ola tendrán que pasar unos días, quizás semanas. “Con la notificación que hay ahora, que no permite ir al detalle diario, es más interesante ver las tendencias semanales, atender al número de pruebas que se hacen, su positividad”, enumera Fernando Rodríguez Artalejo, catedrático de Salud Pública de la Universidad Autónoma de Madrid.
La última estadística que cambiar de tendencia son las muertes. Es también una que suele llevar más retrasos que las demás. Sanidad ha notificado este martes 284 fallecimientos, pero eso no quiere decir que todos ellos se hayan producido la jornada previa. Una vez recibidos hay que situarlos en el calendario según la fecha de defunción, que puede ser de días, incluso semanas antes.
Hoy tenemos una imagen más fidedigna (aunque todavía no exacta) de los decesos de hace un par de semanas. Por entonces se confirmaron alrededor del centenar de muertes diarias. Los retrasos hacen que la curva de fallecimientos nunca se pueda ver en tiempo real, pero lo previsible es que las notificaciones todavía tarden unos días en caer claramente después de la bajada de casos.
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