La increíble vida de Khaby Lame: de perder su trabajo a tener más seguidores que Zuckerberg en redes sociales


La carrera como estrella de internet de Khaby Lame comienza la primavera de 2020, en pleno confinamiento, tras un despido a causa de la pandemia. En marzo del año pasado Lame, de 21 años, de origen senegalés y que vive en Italia desde hace dos décadas, perdió su empleo en una fábrica de la ciudad norteña de Chivasso y regresó a casa de sus padres. Allí empezó a publicar vídeos en TikTok en los que repetía un patrón simple: toma otras grabaciones virales, normalmente disparatadas y hasta inútiles sobre trucos para la vida cotidiana, y responde aportando soluciones mucho más sencillas.

En sus imágenes no pronuncia una sola palabra, ni falta que hace; se entienden con facilidad. Por ejemplo, mientras un usuario corta la piel del plátano con un cuchillo, él lo pela con las manos. Después, señala la fruta con la mano, haciendo una mueca, como diciendo: “Ya está, así de simple”. Esto lo ha catapultado al estrellato. Él mismo confirma que la sencillez es uno de sus puntos fuertes. “Mis vídeos no son complicados, creo que ese es el secreto”, cuenta a este diario en una videollamada.

Comenzó grabando con un teléfono viejo que apoyaba en una botella de plástico, con una iluminación pobre. A las pocas semanas de publicar algunas entradas, por diversión y sin ninguna pretensión —“mi único objetivo era hacer feliz a la gente”, señala—, sus seguidores se contaban por cientos de miles. Ahora sobrepasan los 121 millones. Se sitúa desde hace tiempo entre los 10 perfiles más seguidos del mundo dentro de la plataforma.

De TikTok dio el salto a otras redes sociales, como Instagram, donde atesora una legión de más de 58 millones de seguidores, mucho más que la influente Chiara Ferragni y su marido, el rapero Fedez, juntos, los reyes de las redes en Italia, y muy por encima de los cerca de ocho millones de seguidores que acumula Mark Zuckerberg, el creador de Facebook y también propietario de Instagram. “No me esperaba nada de esto”, revela. Cuando se le pregunta si cree que ha cumplido con su propósito de divertir a la gente, sonríe y unos segundos después balbucea: “Bueno… Espero que sí”.

Es consciente de que la pandemia ha sido una oportunidad para él, que le ha abierto las puertas a un mundo de posibilidades. “Desafortunadamente, yo perdí el trabajo, pero eso le pasó a mucha gente. Cuando me despidieron y tuve que quedarme en casa, finalmente pude hacer lo que quería y concentrarme en lo que me gusta, hacer vídeos, hacer reír a la gente”, explica. Ahora, divertirse y divertir a los demás es para él un trabajo a tiempo completo, aunque no le gusta llamarlo así, “lo hago porque me gusta, me entretiene”, afirma.

Ahora tiene un equipo que trabaja para él, representante incluido, que le lleva la contabilidad o le ayuda con los vídeos y gana mucho más de lo que hubiera imaginado. Es consciente también de que aunque se dedique al entretenimiento, tiene una obligación moral con sus seguidores. “Tienes una responsabilidad enorme, puedes influir en mucha gente, yo bromeo en mis vídeos y siempre trato de no faltar al respeto a nadie, de no caer en ninguna forma de discriminación”, dice.

Su vida ha cambiado radicalmente, aunque lo reconoce tímidamente. “Ahora es un poco diferente salir a la calle, algunos me reconocen y me paran”, explica. En Italia lo persiguen los paparazi para retratarlo, por ejemplo, en una tarde de compras en Milán, las marcas italianas se lo rifan, tiene páginas de admiradores en inglés, alemán, árabe, portugués y español, entre otros; otros influentes, como King Bach, se han puesto en contacto con él para hacer colaboraciones y los famosos, como Alessandro Del Piero, el jugador de fútbol de su idolatrado equipo, el Juventus, adoran salir en sus vídeos.

Grafiti con la imagen de Khaby Lame, en la ciudad de Gaza. Majdi Fathi (GETTY)

El vuelco ha sido total, más si se tiene en cuenta su historia. Khaby llegó a Italia desde Senegal cuando tenía un año y desde entonces y hasta hace poco vivía en una casa cedida por el Ayuntamiento para personas en situación de exclusión social, donde compartía habitación con su hermano mayor y en la que siguen viviendo sus padres. Él se acaba de mudar a Milán. “Es más fácil por el trabajo, así no tengo que ir y venir tanto”, comenta.

Aunque es el tiktoker italiano más conocido en el mundo, no tiene ni la ciudadanía ni el pasaporte italianos. Las severas leyes de inmigración del país transalpino no se lo han permitido, y todavía sigue lidiando con el papeleo, aunque para él no es un problema. “Uno es de donde se siente, no necesito un papel para sentirme italiano”, confiesa. Aunque reconoce que esta cuestión burocrática le ha complicado, por ejemplo, la obtención de una visa para viajar a Estados Unidos de promoción. “Si me dan la nacionalidad a mí, aún quedarán millones de personas que están luchando por conseguirlo”, apunta. A Lame le gustaría que su caso visibilice la situación de miles de personas que, como él, no gozan de los mismos derechos que los italianos.

Tiene un sueño por cumplir: actuar, llegar a Hollywood, probar suerte en la comedia y hacer una película con Will Smith, su gran ídolo. Lo perseguirá con un lema: “Hay que superar siempre los propios límites y, sobre todo, los límites que nos marcan los demás”.




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