Están a punto de cumplirse dos años desde que Juan Guaidó (La Guaira, 37 años) tomó posesión como presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela. En cuestión de semanas pasó de ser un político casi desconocido a liderar la oposición al chavismo. Como jefe del Parlamento se proclamó presidente interino y, con un fuerte apoyo de la comunidad internacional, intentó forzar la caída de Nicolás Maduro, la conformación de un Gobierno de transición y la celebración de elecciones con garantías. Sin embargo, la revolución bolivariana sigue ampliando su poder. El pasado 6 de diciembre recobró el control del legislativo en unos comicios rodeados de acusaciones de fraude que apenas registraron una participación del 30%. Guaidó respondió con una consulta alternativa que se celebró a lo largo de la semana pasada de forma telemática y culminó el sábado con una votación presencial. El dirigente de Voluntad Popular, el partido de Leopoldo López, busca frenar el desgaste, la desmovilización y las críticas internas generadas por el fracaso de la estrategia. En esta entrevista con EL PAÍS, realizada por videoconferencia, muestra su determinación a mantener en funcionamiento, aun de forma paralela, la Asamblea Nacional de mayoría opositora a partir del 5 de enero, cuando tomen posesión los nuevos diputados.
Pregunta. ¿Qué fiabilidad tiene la consulta que acaban de convocar?
Respuesta. Más allá del esfuerzo que haya hecho el comité organizador, debemos comparar esto con lo que es. Un movimiento ciudadano, organizado desde la sociedad civil, que por supuesto en mi caso impulsé en primera persona. Fueron cinco días de participación muy exitosos porque lograron, pese a la pandemia y la persecución y en contraste con lo que fue el 6 de diciembre [celebración de elecciones legislativas], mensajes importantes. Uno, que la organización y la unión son fundamentales en Venezuela. Dos, el rechazo al fraude, pero también elevar la lucha y la solución al conflicto en elecciones presidenciales y parlamentarias. Sería un error compararlo con el 6 de diciembre incluso, porque el 6 de diciembre se hizo usurpando las herramientas y los recursos del Estado.
P. ¿Pero cuán fehaciente será un resultado que no ha sido auditado? ¿No están cayendo en un error parecido al que critican?
R. No, esa es la gran diferenciación. No se puede comparar un proceso como ese con uno de manifestación de voluntarios y participación cívica. Hoy todavía tenemos gente presa por haber entregado un volante o por haber colocado un punto [de votación].
P. El 5 de enero se va a acabar el mandato de la Asamblea Nacional de mayoría opositora que se logró contundentemente en 2015, por el que usted es reconocido como presidente encargado por cerca de 60 países. A partir de ese día, ¿qué será Juan Guaidó?
R. El reconocimiento internacional y la presidencia encargada hoy son instrumentos de defensa de lo que queda de democracia en Venezuela. La continuidad institucional es el principio que estamos abrazando en este momento, al no haber tenido una elección válida, para continuar el mandato de la Asamblea Nacional y de la presidencia encargada. ¿Con qué base? El artículo 233 de la Constitución, la no elección celebrada el pasado 6 de diciembre. Pero lo más importante es la defensa de los venezolanos, de la gente. No podemos permitir un vacío en la interlocución. Para aproximar una solución, vamos a necesitar de la fuerza interna y de la interlocución legítima del pueblo de Venezuela y eso significa mantener e instalar el próximo de 5 de enero la continuidad constitucional del Parlamento.
P. ¿A partir del 6 de enero, entonces, usted se va a seguir considerando presidente encargado?
R. Por la Constitución y la continuidad institucional con base en el Parlamento nacional. No podemos caer en la trampa. ¿Qué buscan ellos? Aniquilar la alternativa democrática, por eso, por ejemplo, no aceptaron la oferta muy sensata que hiciera Europa recientemente para diferir el fraude y reunir condiciones para un proceso con un reconocimiento y competitivo. A Maduro no le interesa la legitimidad de ese proceso del 6 de diciembre.
P. Usted fue proclamado presidente interino y reconocido para lograr un objetivo: cese de la usurpación, Gobierno de transición, elecciones libres. Dos años después, nada de eso se ha logrado. ¿Se debe mantener su Gobierno interino tal cual está estructurado o tiene que tener modificaciones y recortar cargos?
R. Creo que se debe mejorar para hacerlo más rápido. Hay que facilitar la presión internacional, pero también las garantías a los que hoy están apoyando a Maduro. Cualquier transición genera incertidumbres, incluso en democracias. En definitiva, a partir del 5, 6 de enero lo que tenemos que hacer es fortalecer la coalición internacional, la movilización interna para generar presión, pero también las garantías, el marco para la transición.
P. Todos estos objetivos que usted ha recalcado muchas veces han perdido también credibilidad. En estos dos años, las expectativas fueron muy altas y hay muchas críticas hacia la estructura de ese Gobierno interino. ¿Se debe mantener esa estructura?
R. La revisión tiene que ver con el objetivo y también el entorno de Venezuela. Hoy, lo cotidiano en Venezuela es una hazaña, desde colocar gasolina hasta comprar comida. Si queremos ampliar el reconocimiento al Parlamento nacional, el rechazo al fraude y aumentar las presiones, probablemente no necesitamos 36 embajadores, necesitamos 44. Pero en Venezuela ¿cómo protegemos a los que se han designado por parte del Gobierno encargado?
P. El año pasado le preguntábamos por el fracaso de sus planes y pedía no confundir ese término con frustración. ¿Sigue creyendo que no ha fracasado?
R. Sigo creyendo que la gente quiere salir de Maduro. Nuestro gran mandato es salir de la dictadura, lograr la transición y elecciones libres. Todo lo que vaya orientado en esta dirección funcionará. Verlo de otra manera es darle la razón a la dictadura, que torturaron, asesinaron, robaron elecciones. Hay que mejorar procesos, pero sin perder de vista el contexto. Por ejemplo, la desigualdad informativa. En los canales de dirección nacional no se mencionó ni una vez la consulta popular, no se habló de fraude, no se puede mencionar a Juan Guaidó en ningún programa.
P. ¿Cuál ha sido su principal error en estos dos años?
R. Creo que hay dos cosas que mejorar en el cortísimo plazo. Lo primero, generar certeza de que va a haber una transición, dar garantías precisas a todos los sectores. Un ejemplo puntual es cómo mejorar un proceso como el de Noruega o lo que pasó el 30 de abril. Las garantías son esenciales para generar presión y dilemas a la dictadura. Y el otro elemento importante es el manejo de la construcción de consensos efectivos. ¿Qué quiere decir esto? La unidad, que tiene que ser en dos sentidos: la estabilidad y la gobernabilidad, pero también tiene que ser audaz.
P. De lo primero se deduce que se ha dejado quizá un poco de lado la fuerza interna por la fuerza internacional, específicamente por el gran apoyo que les ha dado EE UU. ¿Eso ha sido un error?
R. No, más que eso son las garantías. A nivel interno hemos visto grandes movilizaciones, grandes expresiones, pero podemos lograr fortalecer ese marco. Hay mucha gente del entorno de Maduro que está hastiada también.
P. Hasta ahora han apelado a la inmediatez. Uno de sus lemas era “el momento es ahora”, pero si miramos hacia el futuro se vislumbra una especie de travesía del desierto. ¿Qué viene ahora y cómo va a convencer a todo el universo antichavista de que usted es la persona adecuada para seguir liderando ese intento de forzar un cambio?
R. Ahí se resume, en forzar una solución, lo que podemos ofrecer en el corto plazo. Para poder ofrecer garantías se necesita interlocución legítima. ¿Cómo lo logramos? A través del Parlamento nacional. El Parlamento tiene un liderazgo y una directiva, que en este caso asume la presidencia encargada por la situación extraordinaria que atraviesa Venezuela. Y en eso hay un consenso político de todos los partidos de la alternativa democrática. Más allá de la persona, creo que hay un absoluto consenso político sacando las diferencias públicas que ustedes conocen y que yo reconozco, pero que son opiniones y casos personales.
P. ¿Y la solución va a pasar por una negociación?
R. No quiero hablar de negociación porque el término es distinto, para lo que se entiende en la comunidad internacional, a lo que vivimos en Venezuela. Cuando Maduro habla de negociación lo hace de manera retórica, para disminuir la solución del conflicto. La solución del conflicto pasa por elecciones presidenciales y parlamentarias. Más que negociación me gustaría hablar de garantías para lograr una elección. Para eso necesitamos presión, forzar, porque voluntariamente Maduro ha demostrado no acceder a una negociación. Los ejemplos más cercanos son los enviados de Bruselas a Caracas, la comisión de postulaciones, la mediación del Reino de Noruega. Yo te cambio la palabra negociación para hacerla más específica y poner sobre la mesa garantías a todos los sectores para lograr una elección presidencial y parlamentaria para así no distorsionar el concepto, porque Maduro lo ha vuelto incluso peyorativo al mal utilizarlo.
P. Es decir, no se va a negociar la salida de Maduro, pero sí se podrían negociar las condiciones para tener un escenario que permita a los venezolanos decidir la salida o no de Maduro.
R. Yo no quiero utilizar la palabra negociación, de nuevo, porque esto genera dentro de Venezuela muchos conflictos. Y pido ayuda a la comunidad internacional para significar esto, porque si no alimentamos la narrativa de la dictadura. Las garantías van a lograr elecciones presidenciales y parlamentarias. Yo creo que es importante que Maduro salga y eso pasa por otros mecanismos de presión. Pero las garantías van dirigidas incluso a su entorno.
P. Durante el proceso de paz con las FARC en Colombia, el Gobierno comentaba el problema que tenía internamente al usar unas u otras palabras. Usted sabe que la comunidad internacional habla de una salida negociada, pero esa palabra le da mucho miedo porque quizá el sector extremo, más conservador, que hay en Venezuela lo rechazaría. ¿Cree que debe cambiar ese equilibrio entre lo que tiene que decir para afuera y lo que tiene que decir para adentro?
R. Yo no tengo medios en Venezuela para explicarlo. El mecanismo de comunicación con la ciudadanía para nosotros es Twitter. Y solo ocho de cada diez venezolanos tiene acceso diario a Internet.
P. Y por esa virtualidad usted es más presidente interino para la comunidad internacional que para los propios venezolanos.
R. Yo no hablaría de virtualidad, sino de efectividad para salir de Maduro. Al final del día la gran necesidad del pueblo de Venezuela es salir de Maduro.
P. Se va a producir un cambio en Washington, donde ustedes han tenido en Trump su mayor valedor en la comunidad internacional. ¿Qué esperan de Joe Biden? ¿A usted le hubiera gustado que Trump hubiese vuelto a ganar las elecciones?
R. Lo más importante con la Administración del presidente electo Biden es sencillo: ofrecer a nuestros aliados la oportunidad de solucionar el conflicto. Queremos la aproximación bipartidista que hemos tenido hasta ahora. Con respecto a la Administración del presidente Trump, el agradecimiento de los venezolanos en la determinación en la lucha por la democracia. Pero en definitiva eligen los americanos, nosotros somos el 100% respetuosos con ese proceso, antes, durante y después de la elección. Queremos que la solución al conflicto sirva también como seguridad para todo el continente.
P. Hace días pidió fortalecer las sanciones. ¿Por qué? ¿Cree que las medidas adoptadas hasta ahora han servido de algo?
R. Más que fortalecer hablé de homologar. Porque la dictadura a través de Irán u otros países trata de bypassear [desviar las sanciones], así que no tienen el efecto deseado las presiones. Cuando hablo de fortalecer quiero decir mejorar, apuntalar de manera efectiva.
P. ¿Y las que han se han tomado hasta hoy han conseguido algo?
R. Son la única herramienta que han llevado a la dictadura por ejemplo a sentarse con Noruega, a sentarse con Europa, son la única herramienta que hay que les duele realmente. Hoy no estamos en el escenario de un Gobierno malo. [Maduro] es un delincuente de lesa humanidad que sistemáticamente tortura, asesina, reprime.
P. Sabe que en la UE hay muchas posturas distintas. ¿Teme que a partir de ahora algunos países retiren el apoyo a su cargo?
R. Tengo plena confianza en el apoyo de la UE a la causa venezolana y el entendimiento de la pretensión de la dictadura de aniquilar la alternativa democrática.
P. ¿Usted entendería que la UE mantuviese ese apoyo por la causa venezolana, que le mantuviese como interlocutor, pero que no le siguiese reconociendo con el título de presidente encargado?
R. Creo que el fortalecimiento en sí mismo es importante, tanto del cargo como de la institución. Y creo que hay un entendimiento de esto. Lo contrario sería, de nuevo, validar la tesis de la dictadura.
P. Si la UE no le sigue reconociendo como presidente encargado ¿cree que valida a Maduro?
R. No valida a Maduro, pero hay que insistir en la protección de la alternativa democrática. ¿Qué pasa si la dictadura me secuestra? Eso siempre es un riesgo latente.
P. No le gusta la palabra negociación, pero tanto la UE como Noruega han auspiciado en varias ocasiones una suerte de mediación, una exploración de una vía de salida. ¿Ustedes están dispuestos a participar en alguna iniciativa de estas características?
R. El que no quiere negociación es Maduro. Si quisiera una negociación hubiese acordado algo. La dictadura juega mucho con la propaganda. [Estamos dispuestos] a todo lo que aproxime a garantías en el menor tiempo posible.
P. Hay un nombre que ha sobrevolado la conversación, aunque no se haya citado. ¿Se puede hacer una oposición sólida sin que Juan Guaidó y Henrique Capriles estén juntos?
R. Se puede hacer oposición, sin duda, no es un tema de personas. Creo que eso la facilita, pero no son factores excluyentes. Por ejemplo, Henrique es parte de un partido político, Primero Justicia, que está absolutamente alineado con todo lo que hemos venido hablando. No es un factor determinante, pero sería un factor que facilita.
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