A Travis Scott le gusta incitar el caos. Y a sus seguidores, los ragers ―algo así como los rabiadores―, les gusta que así sea. La energía desquiciada de los asistentes a sus conciertos es parte del sello del rapero de 30 años. Hasta ahora, ese desorden solo le había costado dos acusaciones por alentar tumultos en sus actuaciones, cargos de los que se libró declarándose culpable y pagando sendas multas. Pero el pasado viernes, con Scott sobre el escenario del festival de música Astroworld, que él mismo fundó en su natal Houston, el desgobierno superó todos los límites: la noche acabó con ocho muertos, de entre 14 y 27 años, y decenas de heridos. La investigación criminal sobre cómo sucedió la tragedia apunta a la superestrella, que ya enfrenta más de una docena de demandas, según los medios locales.
Antes de que comenzara el concierto, el jefe de policía de Houston, Troy Finner, visitó a Scott en su tráiler para expresarle sus “preocupaciones con respecto a la seguridad pública” de esa noche, según reveló Finner este lunes en un tuit. Los conciertos del rapero suelen ser un desafío para las fuerzas de seguridad de Houston, por lo que se preparó un plan de 56 páginas. Estaba “basado en el diseño del sitio” y tenía en cuenta “numerosas experiencias pasadas [de problemas del rapero]”, según el escrito, al que tuvo acceso The New York Times. “El potencial de múltiples incidentes relacionados con el alcohol / drogas, las posibles necesidades de evacuación y la amenaza constante de una situación de que deje un alto número de víctimas se identifican como preocupaciones claves”.
A ese caldo de cultivo se añadía que para muchos de los asistentes era el primer concierto multitudinario después de 18 meses de pandemia, en los que la actividad de la música en directo se paró en seco en Estados Unidos.
Fuera del recinto, el Departamento de Bomberos de Houston se había apostado con cerca de 20 ambulancias. Una de ellas se abrió paso entre el público cerca de las 21.30, casi media hora después de que Scott se subiera al escenario. La música se detuvo. En un vídeo compartido en las redes sociales, se ve al artista dándose la vuelta hacia su equipo y preguntando qué ocurría. “¡Todos saben lo que vinieron a hacer!”, dijo enseguida a los 50.000 asistentes, antes de que la música volviera a sonar. A continuación les pidió que hicieran “temblar el suelo”. Las palabras sirvieron de gasolina para una masa enfebrecida de pasión. Entre empujones y gritos, algunos asistentes le pidieron al rapero que detuviera el espectáculo, pero este no se enteró. Al final de la noche hicieron falta 62 ambulancias.
El recital terminó media hora antes de lo programado, pero casi 40 minutos después de que las fuerzas de seguridad lo declararan un “incidente con capacidad de causar un alto número de víctimas”. Finner ha defendido la decisión de haber continuado, argumentando que una interrupción abrupta podría haber causado un disturbio.
El jefe de bomberos, Samuel Peña, dijo el domingo que Scott y los organizadores podrían haber intervenido y detenido el espectáculo. “La única persona que realmente puede pedir y obtener una pausa táctica cuando algo sale mal es el artista. Tienen un amplio dispositivo de seguridad privada y tienen una responsabilidad”, afirmó en una entrevista a un medio local.
Kylie Jenner, su pareja, que está esperando su segundo hijo juntos, escribió el domingo en Instagram a su 280 millones de seguidores: “Quiero dejar claro que no estábamos al tanto de ninguna muerte hasta que salió la noticia después del espectáculo. De haberlo sabido, no habría continuado el show y yo no habría seguido grabándolo”. Aquella noche, la menor de las Kardashian estaba en Houston, registrando con su móvil el festival desde una tribuna segura.
El rapero se ha comprometido a reembolsar el dinero de las entradas a todos los asistentes y se asociará con el portal BetterHelp para brindar ayuda gratuita de salud mental a todos los afectados por la tragedia.
Las causas de muerte de las ocho víctimas, entre ellas dos adolescentes, aún están a la espera de informes forenses, proceso que puede tardar varias semanas. Entre tanto, Travis Scott cubrirá los costes de los funerales, según informó este lunes a través de un comunicado un representante del artista. La segunda noche del evento fue cancelada por la multinacional de la música en directo Live Nation, propietaria de la marca. Scott ya anunció que no participará este fin de semana próximo en el Day N Vegas Festival como estaba previsto.
El documental de Netflix sobre Scott Look Mom I Can Fly (2019) es una suerte de prólogo de la tragedia del pasado viernes. El filme muestra la enajenación del público del artista y cómo este los incita al descontrol. En un concierto en el Walmart Arkansas Music Pavilion en 2017, un fan sale caminando apoyado en muletas mientras da gritos de alegría: “¡Sobreviví, sobreviví! ¡Está todo bien!”.
Ese mismo año, un hombre llamado Kyle Green demandó a Scott después de asistir a uno de sus conciertos en Nueva York donde, afirmó, lo empujaron desde un balcón de un piso superior. Green quedó parapléjico por el incidente. Antes de eso, otro seguidor del artista se lanzó desde el mismo sitio después de que el rapero lo alentara a hacerlo. “Te van a coger. No tengas miedo. ¡No tengas miedo!”.
Scott y los organizadores de Astroworld ya se enfrentan a más de una docena de demandas por lo ocurrido el viernes. “Estamos asqueados por la devastadora tragedia. Travis Scott tiene un historial de incitar a la violencia y crear condiciones peligrosas para los asistentes al concierto”, dijeron los abogados de Manuel Souza, quien “sufrió graves lesiones cuando la multitud descontrolada lo tiró al suelo y lo pisoteó”, según la demanda.
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