La isla oculta


¿Cuánto se tarda en construir un pueblo? La fotógrafa rumana Simona Rota hace esa pregunta desde su trabajo. Durante casi una década, ha retratado urbanizaciones instantáneas y barrios incompletos y abandonados en las islas Canarias. Ha fotografiado promociones inmobiliarias más grandes que muchos pueblos en las que solo hay casas idénticas, con vallas, jardines y a veces piscina. También vacío. Lo cotidiano desaparece en buena parte de las imágenes que Rota ha reunido en el libro Instant Village (Fabulatorio), una memoria fotográfica inesperada de tres islas canarias.

Rota recaló en Tenerife en 2004 por casualidad. Cuando conoció que ese sería su destino profesional, buscó imágenes de la isla y en todas aparecía una exuberante vegetación de palmeras y playas solitarias. Tras aterrizar, descubrió cuánto se había equivocado. Qué infantil resultaba esperar hallar una isla escueta y frondosa poblada solo con cocoteros y dragos. Hay dragos, claro, pero buena parte del paisaje ha sido devorado por promociones de vivienda –mayoritariamente de vacaciones que, en muchos casos –tal y como retratara Julia Schultz- Dornburg en su libro Ruinas modernas han sido abandonadas. A la topografía del lucro de Shultz-Dornburg, Rota suma una topografía de la banalidad que el libro mezcla con recuerdos personales y con atisbos de esperanza.

¿Es lo feo más real que lo hermoso? Rota cuenta que su padre era un apasionado de la navegación y que, durante su infancia, construyó un velero para lanzarse al mar Negro, cruzar el Bósforo y navegar por el Mediterráneo. Ese sueño estaba prohibido durante la dictadura de Ceausescu, que no permitía a los rumanos abandonar su país. A pesar de eso, su padre construyó el velero con un amigo y mitigaba su frustración leyendo libros de navegación. Esos libros los leyó también Simona. Creció entre volúmenes con cubiertas de barcos, olas y orillas. “No me interesé por los barcos, pero sí por los lugares en los que estos atracaban”. Los puertos también están en el libro Instant Village, un compendio de pueblos desarraigados, sin historia, instantáneos que, con frecuencia, son más ruina que pueblo.

La construcción desaforada dibuja un paisaje inesperado que retrata un inmediatismo voraz y la prioridad absoluta del dinero. La construcción especulativa, carente de planificación urbana y no digamos social, el marco legal de permisos para destrozar el territorio, se traduce en imágenes que devoran el paisaje a dentelladas y que convierten lo construido en islas –inmobiliarias dentro de las islas geográficas. Rota habla de antipostales: imágenes que confrontan el imaginario colectivo.

Este ensayo fotográfico habla del uso del territorio en las islas Canarias, un entorno que, con una casi absoluta dependencia económica del turismo, que ha sido objeto de una presión creciente desde 1960. El colofón es la explosión de la burbuja inmobiliaria que ha retratado Rota. “La clonación en forma y formato de las urbanizaciones es la expresión de una insostenibilidad ambiental que se come el territorio el suelo y necesita una movilidad de vehículo privado también insostenible”, explica.

Además, el precio de esas viviendas segrega los poblados turísticos en primera línea y con vistas privilegiadas y las desangeladas urbanizaciones donde viven los trabajadores al servicio de los primeros. Rota advierte que los áridos monocultivos hoteleros o residenciales representan las canarias mejor que la palmera que ella buscó encontrar.


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