Un hombre observa las portadas de los periódicos tras la jornada electoral en Ecuador.José Jácome (EFE)
El mapa político de Ecuador ha tomado un giro a la izquierda en las elecciones municipales celebradas el domingo pasado, que favorece y mucho al partido Revolución Ciudadana del expresidente Rafael Correa. Aunque el escrutinio de actas todavía no ha concluido en los 221 municipios, las ciudades y provincias con mayor población ya demuestran una tendencia. En Quito y Guayaquil, tanto los candidatos a alcaldes como a prefectos de provincia del correísmo derrotaron a los movimientos históricamente consolidados en esas ciudades.
En Guayaquil se terminaron 31 años de la derecha con la derrota del Partido Social Cristiano. El empresario y ex vicepresidente del Barcelona Sporting Club, Aquiles Álvarez, venció a Cynthia Viteri, quien concentró su campaña en entregar cilindros de gas y cervezas con su rostro que llamó La Colorada, en alusión a su cabellera rubia. Esperaba continuar con la sucesión de alcaldes de su partido en Guayaquil desde 1992, cuando el conocido político León Febres Cordero tomó el control de una ciudad desordenada a la que le llamaban “basurero” y la convirtió en el principal motor económico del país.
El golpeado Partido Social Cristiano, después de casi un día de silencio, aceptó los resultados a través de Viteri, que en un video en Instagram le dejó un mensaje a Álvarez: “Cuide a Guayaquil como si fuera su casa y pelee con ella y por ella como si fuera el mismísimo Dios”.
Mientras, Quito arrastra problemas políticos profundos desde 2015. El candidato favorito a ganar las elecciones ya había sido alcalde por dos años, pero fue destituido por el pleno del Concejo Municipal y ha sido procesado por la justicia por presunto delito de corrupción. Pese a esos antecedentes, participó nuevamente en la contienda electoral. Al final, Revolución Ciudadana, con el candidato Pabel Muñoz, quien ocupó varios cargos en la década de Correa, se llevó con un ligero margen la alcaldía más importante del país.
Aunque los mayores ausentes de este proceso electoral fueron los candidatos del oficialismo, el gran descontento ciudadano por la gestión del Gobierno se reflejó en las elecciones. “Tenemos un Gobierno que no ha resuelto los problemas del país”, analiza Wendy Reyes, consultora política. La gente está desencantada, 9 de cada 10 personas afirman no tener confianza en el Gobierno, según la última data presentada en el estudio Barómetro de Corrupción, realizado por Fundación Ciudadanía y Desarrollo.
“Lo que se trató en estas elecciones es cómo rescatar los liderazgos locales, ante la ausencia de un liderazgo nacional”, dice Reyes, que considera que este fue el análisis que hicieron los ciudadanos a los que no han escuchado sus clamores básicos en seguridad, economía y salud. “Buscan que alguien los ayude a empujar por lo menos en las ciudades, si el país no está caminando”, añade.
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En estas elecciones estaba en juego un cambio o la continuidad. “Y la gente dijo cambio, porque no le han resuelto los problemas, y al menos en Guayaquil, estuvieron muy confiados, no supieron escuchar bien, por eso hay un voto de castigo”, dice Reyes. Lo mismo le ocurrió al expresidente Correa en las elecciones de medio término de 2015 con su candidato a la alcaldía de Quito; desde entonces no había podido regresar al poder en la capital.
Pero los vientos de cambio se sienten como una batalla por venir. “Ya falta poco”, fue el mensaje que se repitió en los discursos de los candidatos ganadores de Revolución Ciudadana y del mismo Rafael Correa en Twitter. “Volvimos a ser Revolución Ciudadana: logramos lo imposible”, escribió Correa en un tuit al que adjuntó un video donde se lo ve con varios miembros de su antiguo equipo de gobierno ―algunos autoexiliados en México desde 2019 y otros prófugos de la justicia ecuatoriana que salieron del país por medios irregulares―, que tocaban la guitarra y entonaba la canción Todo cambia, de Mercedes Sosa.
La ventaja alcanzada en las elecciones seccionales y el descontento ciudadano son factores que allanan una vuelta al poder del movimiento de Rafael Correa. En cuanto al expresidente, pesan sobre él dos sentencias en vía ejecutoria y dos órdenes de prisión. Sin embargo, el caso “no está cerrado ni bloqueado. Existen condiciones para hacerlo [un posible regreso], pero depende de la Corte Nacional y de la Constitucional”, explica André Benavides, abogado constitucionalista.
Al expresidente, condenado por cohecho a ocho años de prisión y con asilo en Bélgica, le quedan en principio tres mecanismos para un posible retorno al país. “Que se presenten recursos extraordinarios de revisión de su sentencia ante la Corte Nacional de Justicia y que se tumben estos procesos. Eso significaría que no existió ningún delito”, dice el experto sobre la primera de las posibilidades.
Una segunda opción puede abrirse “si sobre esas sentencias se presentó alguna acción de protección para que resuelva la Corte Constitucional si es que ha existido una violación al debido proceso”, añade. Una última alternativa sería una amnistía que puede conceder el Congreso, pero no está prevista para casos como el de Correa, y se necesitarían 92 votos, que la bancada correísta no logró reunir cuando trató de destituir al presidente, Guillermo Lasso, en junio de 2022.
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