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La izquierda resiste en las regionales italianas y refuerza al Gobierno de Conte

Vista del Senado italiano durante una comparecencia del primer ministro, Giuseppe Conte, el pasado 28 de julio.Mondadori Portfolio / Mondadori Portfolio via Getty im

Un vendaval populista barrió la vieja política italiana en marzo de 2018 y sentó las bases de un discurso que había ido calando en la última década. Ahora, dos años después, los italianos están convocados de nuevo a las urnas en un referéndum para decidir sobre una cuestión central de esa nueva manera de ver la política. ¿Tiene relevancia el número de parlamentarios en el funcionamiento de la democracia? ¿Hay demasiada gente en las Cámaras que no aporta nada a dicha mecánica? El Movimiento 5 Estrellas (M5S), epítome de la corriente populista que sacudió Italia en aquella fecha, cree que sí. Por eso impulsó una ley para reformar la Constitución y reducir en un tercio el número de escaños en el Senado y la Cámara de Diputados y convertir a Italia en uno de los países con menos representación parlamentaria. La victoria estaba asegurada antes del verano. Pero los referendos —el ex primer ministro Matteo Renzi lo vivió en sus carnes cuando tuvo que dimitir en 2016—, sirven también para castigar a quien los convoca; y hoy nadie sabe ya qué sucederá el próximo lunes.

Los mismos días en los que se elegirá el nuevo Gobierno de siete regiones de Italia (20 y 21 de septiembre), los ciudadanos de todo el país deberán también pronunciarse sobre ese posible recorte del número de parlamentarios. La iniciativa fue aprobada hace unos meses en ambas Cámaras, pero sin el quórum suficiente, dos tercios, para evitar que los ciudadanos vayan a votar. La consulta estaba programada para marzo, pero la pandemia obligó a posponerla a este domingo y lunes. En esencia supone una modificación constitucional que teóricamente permitiría aligerar los gastos de las dos Cámaras y aumentar el control sobre los representantes. Esa es la base ideológica sobre la que el M5S ha edificado su campaña: demasiada gente que cobra demasiado dinero y no hace nada. La premisa, además de destilar un fuerte carácter populista, no está ni siquiera contrastada y las cifras hablan de un ahorro poco relevante.

El Gobierno (Partido Democrático, M5S e Italia Viva) la apoyan, aunque los socialdemócratas (PD) habían votado en el pasado hasta dos veces en contra. Para algunos constitucionalistas, la supresión de un tercio de los parlamentarios, en realidad, representa un primer paso hacia el fin del sistema bicameral perfecto —que tanto dificulta la toma de decisiones en Italia— porque en realidad escondería la voluntad de reducir poco a poco poderes al Senado, algo que Renzi intentó sin éxito antes de su caída. Stefano Ceccanti, diputado del PD y experto en la materia, cree que el bicameralismo perfecto de Italia debe llegar a su fin para agilizar la toma de decisiones. “Esta será una reforma mínima, pero puede conducir paulatinamente a la unión de ambas Cámaras y que se tomen las decisiones fundamentales solo en una: como sucede en España”, señala al teléfono.

La reforma, que no entraría en vigor hasta el final de la legislatura (2023) prevé reducir los escaños en la Cámara de Diputados de 630 a 400. Y en el Senado de 315 a 200. Hoy hay un diputado por cada 96.000 habitantes y un senador por cada 188.000 ciudadanos. Con la reforma se reduciría esa representación e Italia pasaría a ser uno de los países de la UE con menor número de diputados con respecto a su población. Tendría uno por cada 151.000 habitantes. España le iría a la zaga con uno por cada 133.000. Respecto al número de senadores, en cambio, Alemania y Polonia estarían por debajo.

La victoria del a la reducción del número de parlamentarios se daba por descontada en los sondeos hasta hace pocas semanas. Limitar gastos y terminar con los supuestos privilegios que otorgan las Cámaras no suscitaba ningún debate en tiempos de incertidumbre económica y social. Pero las encuestas internas de los partidos han advertido de un aumento notable de ciudadanos que prefieren mantener el número de representantes actuales porque consideran que no supondrá ningún ahorro y, sobre todo, porque no quieren conceder esa victoria al M5S. Muchos de los votantes de la Liga y del centroderecha, en la oposición, ven una oportunidad en estas elecciones para mandar un aviso al Gobierno. Tal y como sucedió en 2016 cuando Renzi tuvo que dimitir, la votación ha vuelto a convertirse en un plebiscito contra el Gobierno, más allá de lo que las papeletas señalan.

Dudas

La situación, sin embargo, es complicada. Algunos de los partidos que conforman el eje de la derecha llevaban en su programa el recorte de parlamentarios y votaron a favor de ejecutarlo hace unos meses en el Parlamento. Por coherencia, aseguran, mantendrán su posición, pero con matices. Fabio Rampelli, vicepresidente de la Cámara de diputados y miembro de Fratelli D’Italia (Hermanos de Italia), de ultraderecha, cree que la reforma plantea dudas. “Si fuera orgánica, lo tendríamos más claro. Pero tal y como está diseñada dejará algunos territorios de Italia sin representación parlamentaria. Y eso es un daño. Yo votaré en coherencia con lo que hice en el Parlamento, pero con muchas dudas”, apunta. Una idea que se extiende con fuerza entre los electores de su formación.

Los analistas políticos, como Roberto D’Alimonte, no ven ningún problema en el recorte. “Yo votaré . Después de que sea operativo, hay adaptaciones que deberán hacerse y que se podrán llevar a cabo sin problema, como reglamentos parlamentarios y número de representantes regionales para elegir presidente de la República. No habrá un impacto negativo, al contrario”, apunta. Si gana el sí, en suma, la reforma supondrá un primer paso para el rediseño del sistema político italiano. De lo contrario, las implicaciones serán más políticas que técnicas.


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