La presión continúa subiendo y el presidente del PRI está cada vez más contra las cuerdas. Los malos resultados electorales durante el último año —ha pasado de controlar 12 a tres Estados— precipitaron una insólita reunión con la vieja guardia del histórico partido mexicano. Nueve expresidentes se sentaron con Alejandro Moreno este martes por la mañana y pidieron su cabeza. Y mientras el presidente priista negociaba in extremis con los barones del partido, policías de la fiscalía de Campeche, su estado natal y donde fue gobernador, se presentaron en la puerta de su casa. La fiscalía estatal ha abierto una investigación contra Moreno por lavado de dinero y fraude fiscal. Dentro y fuera del partido se acumulan los frentes para el presidente del PRI, que de momento echa balones fuera y sigue aferrado a la silla.
Más de cuatro horas duró la reunión, solicitada formalmente en una carta firmada por cuadros históricos como Manlio Fabio Beltrones; representantes de la época anterior a la apertura democrática como Humberto Roque Villanueva o Dulce María Surí; o primeras espadas del gobierno de Enrique Peña Nieto, como Claudia Ruiz Massieu. A la salida de encuentro Sauri desveló que los próceres pidieron la renuncia de Moreno “pensando que es lo mejor para el partido”. Pero la respuesta de Moreno y la secretaria general, Carolina Viggiano, fue rotunda: “Dejaron claramente establecido que ellos concluirán su mandato estatutario en el periodo que les corresponde, que concluye el 19 de agosto del año próximo”.
Las explicaciones públicas de Moreno no fueron tan explícitas. Tras el encuentro, el presidente del PRI dio una rueda de prensa, sin la presencia de ninguno de los pesos pesados con los que se había reunido. “No hubo ningún reclamo, lo que hubo fue planteamientos, reflexiones, comentarios. Ha sido una reunión rica, vasta en propuestas y en análisis porque el PRI hace la autocrítica, no la autoflagelación. Nuestros adversarios están fuera”.
El partido que gobernó México con mano de hierro durante más de 70 años nunca ha tenido menos poder que ahora. La crisis del PRI puede entenderse como un juego de vasos comunicantes con Morena. Desde el nacimiento del partido de Andrés Manuel López Obrador, hace menos de una década, el partido enfrenta una constante amenaza existencial. La aplastante victoria de hace cuatro años, donde el PRI registro su peor resultado histórico, marcó el inicio de una sangría que no ha parado de crecer. Más allá del trasvase electoral, el solapamiento ideológico ha tenido también como consecuencia la masiva fuga de cuadros priistas hacia Morena. Solo en las elecciones estatales del año pasado, tres de los candidatos de Morena, y a la postre gobernadores, son veteranos priistas fichados por el partido oficialista hace apenas un par de años.
La erosión de la alianza opositora
La debacle de las elecciones presidenciales de 2018 precipitó el insólito pacto, conocido como Va por México, entre los dos grandes antagonistas de la política mexicana: PAN y PRI, que se presentaron juntos por primera vez a los comicios intermedios del año pasado. La estrategia de todos contra Morena no logró ninguna de las 15 gobernaturas en liza, pero ambos partidos crecieron en el parlamento. Ese fue el balón del oxigeno de la alianza y del propio Moreno, que se ha esforzado en capitalizar todo lo posible las dos victorias de seis Estados posibles este domingo.
El futuro de la alianza sin embargo tampoco está claro. Cada vez más voces del PAN se preguntan si vale la pena seguir de la mano del PRI . Sobre todo a raíz de la oleada de escándalos que han rodeado a Moreno desde la semanas previas a los comicios. Primero fueron las filtraciones de unas grabaciones donde se le escucha negociando presuntos fraudes y actos de corrupción. Un estigma que persigue al PRI y que se acrecentó aun más durante el último gobierno priista de Enrique Peña Nieto, que tiene a varios de sus primeras espadas perseguidos por la Justicia o en cárcel. La polémica sobre Moreno continuó la semana pasada con la publicación de una investigación periodística que destapaba supuestos negocios inmobiliarios turbios de Moreno.
Los audios han sido difundidos por Layda Sansores, la gobernadora morenista de Campeche, el Estado donde fue mandatario Moreno, y el presidente del PRI ha respondido a la polémica acusando al partido oficialista de orquestar una campaña para romper la coalición opositora. Una cacería desatada, según Moreno, tras la negativa del PRI a dar su apoyo a Morena en la reforma eléctrica, una de las prioridades de López Obrador.
Las filtraciones de la actual gobernadora han derivado en la investigación con la Fiscalía de Campeche, que se presentó esta mañana en la puerta de su casa. Una mansión de casi 2.000 metros cuadrados. Según los detalles de la investigación, revelados por el diario Reforma, se sospecha que Moreno compró entre 2012 y 2015, cuando era diputado federal, al menos 13 terrenos sin declararlos a su nombre y bajo presuntas irregularidades.
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