Donald Trump es el gran ganador de este Protocolo Modificatorio del T-MEC. Logró su lema de campaña: evitar que las inversiones automotrices siguieran llegando con facilidad a México, y buscar llevárselas a Estados Unidos, escribe José Yuste en Excélsior.
Los diarios de circulación nacional presentan opiniones y editoriales con información y trascendidos relevantes en materia económica.
Dinero, de Enrique Galván, en La Jornada:
Memorable: Senado aprobó el T-MEC
El Senado aprobó la nueva versión del tratado comercial de México con Estados Unidos y Canadá. Es un suceso memorable. A diferencia del TLC que firmó Salinas de Gortari, que hizo más ricos a los ricos, el nuevo acuerdo contiene un capítulo social que beneficiará a los trabajadores mexicanos.
Estados Unidos y Canadá presionaron para que los salarios suban aquí de tal manera que no sigan siendo el gancho que lleve a sus empresas a emigrar a México. Subirán los sueldos, y se llevarán una sorpresa: no sólo es eso, también es la mano de obra altamente capacitada del trabajador mexicano. Si dudan, vean la productividad y eficiencia de los paisanos que trabajan allá.
Capitanes de Reforma:
Medirán fuerzas
En la arena laboral ya no es un secreto que la Secretaria del Trabajo, Luisa María Alcalde, y el senador Napoleón Gómez Urratía tienen desencuentros sobre temas espinosos como el outsourcing. Es más, no sólo se trata de visiones diferentes, sino hay quien opina que no se quieren, ni pueden verse.
La Secretaria Alcalde ha sido enfática en señalar que la Ley Federal del Trabajo incluye los preceptos para regular la subcontratación, pero no se han aplicado. Gómez Urrutia pretendió pasar en fasttrack su iniciativa que criminaliza esta forma de contratación e incluso la equipara con el crimen organizado.
Ya será el próximo año, cuando se organice el Parlamento Abierto en torno de la reforma en materia de outsourcing, en donde volverán a medir fuerzas.
Coordenadas, de Enrique Quintana, en El Financiero:
El gobierno de AMLO toma una decisión estratégica
El gobierno mexicano ha tejido una sólida alianza con el de los Estados Unidos, hoy bajo Donald Trump. Pero, además ha tenido la habilidad para lograr acuerdos con el Partido Demócrata, que se encuentra sometiendo a juicio político al presidente Trump.
Esta alianza con su vecino del norte implica una redefinición de las relaciones de México con los gobiernos de izquierda en América Latina. Por eso la salida de Evo Morales de nuestro país.
Más allá de la evaluación específica que deba hacerse de la negociación final del T-MEC, lo cierto es que la rúbrica de este acuerdo implica una definición geopolítica para nuestro país.
El gobierno de López Obrador, a mi juicio, tomó la muy acertada decisión de alinearse con Norteamérica.
Caja Fuerte, de Luis Miguel González, en El Economista:
T-MEC laboral: ¿qué hay en las letras chiquitas?
Los retoques al capítulo laboral acaparan la atención en las horas posteriores al anuncio del acuerdo en torno al T-MEC. En el sector empresarial mexicano han pasado de la fiesta a la resaca porque va quedando claro que habrá mayores compromisos con nuestros socios comerciales. Aparecen exigencias que ampliarían el margen de intervención de Estados Unidos y podrían quitar competitividad o generar problemas para los exportadores ubicados en territorio mexicano.
No habrá inspectores estadounidenses en México, pero sí tendremos un mecanismo que pondrá el ecosistema laboral mexicano bajo la lupa. Los estadounidenses gozarán del privilegio de fungir como árbitros finales en asuntos tan delicados como la elección de dirigentes sindicales y la salud de la democracia sindical en nuestro país. A nadie consuela que los mexicanos tengan el derecho de hacer lo mismo en territorio estadounidense.
La Cuarta Transformación, de Darío Celis, en El Financiero:
La letra chiquita del T-MEC
El T-MEC ya es manzana de discordia entre la 4T y empresarios, académicos y agricultores por la letra chiquita, pero más porque se negoció un adendum a espaldas de casi todos.
El subsecretario Jesús Seade jura y perjura que consultó en su momento a varios secretarios de la 4T, al Poder Judicial y a los dirigentes de Morena en las cámaras de diputados y senadores.
Pero la realidad está mostrando exactamente todo lo contrario: se fue por la libre, acusan en la iniciativa privada, legisladores y sector social.
En la versión en español del T-MEC que circuló el miércoles por la noche se sabe que Hacienda, de Arturo Herrera, y Banco de México, de Alejandro Díaz de León, no podrán manosear el tipo de cambio con propósitos de aumentar las exportaciones.
Asimismo, que Donald Trump tiene mano libre para imponer sanciones arancelarias cuando quiera, que Estados Unidos puede cerrar la frontera a productos y empresas que violen el acuerdo y que desde Washington también se vigilará la protección al medio ambiente en México.
Activo Empresarial, de José Yuste, en Excélsior:
Trump nos ganó la partida automotriz
Donald Trump es el gran ganador de este Protocolo Modificatorio del T-MEC. Logró su lema de campaña: evitar que las inversiones automotrices siguieran llegando con facilidad a México, y buscar llevárselas a Estados Unidos. Jared Kushner, yerno de Trump, y Robert Lighthizer, representante comercial de la Casa Blanca, lo sabían. Y aquí estaban en México para firmarlo.
Es cierto que el T-MEC es mucho más del sector automotriz. Nos garantiza mantener la entrada al mercado más grande del mundo. Le da certeza a la apertura económica. Pero en el tema automotriz, no nos fue bien.
México pierde ventajas comparativas. Y por ejemplo, para una armadora asiática, como Kia, Mazda, Nissan, Honda o Toyota, se pueden reducir los atractivos para producir desde México. Donald Trump nos ganó la partida automotriz.