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La matanza de Hamburgo con siete víctimas intensifica el debate sobre el control de armas en Alemania

La matanza de Hamburgo con siete víctimas intensifica el debate sobre el control de armas en Alemania

La habitual calma del distrito de Gross Borstel, al norte de Hamburgo, se vio perturbada el jueves por la noche. “Era bastante tarde, y de repente oímos los disparos, aunque entonces no sabíamos que eran disparos”, relata Nadine Süssdorf, de 41 años, el día siguiente del ataque. Algunos vecinos creyeron, como ella, que el ruido podía provenir de un enorme solar en construcción al lado de un edificio, que hace años usan los testigos de Jehová como lugar de reunión. Lo que vio después en televisión la dejó en shock: un pistolero había provocado una matanza en el centro de culto situado a decenas de metros de su casa.

Siete personas, entre los que la policía incluye a un nonato de siete meses, murieron presuntamente a manos de un hombre de 35 años identificado como Philipp F., alemán y sin antecedentes penales, que anteriormente había formado parte de esta congregación de Testigos de Jehová. Las víctimas son cuatro hombres y dos mujeres de entre 32 y 60 años, y el hijo nonato de una tercera, que resultó herida de gravedad. Ocho personas tuvieron que ser trasladadas de urgencia a distintos hospitales con heridas de bala; cuatro de ellas están graves.

El agresor actuó solo y se suicidó dentro del edificio cuando llegaron los agentes, que no tuvieron que emplear sus armas y lo encontraron en el suelo gravemente herido. El tiroteo empezó pasadas las nueve de la noche. La primera llamada de auxilio se registró a las 21.05, relató el ministro del Interior de Hamburgo, Andy Grote. Los primeros agentes de policía llegaron solo cuatro minutos después, lo que “evitó muchas muertes”, aseguró Grote. El lugar de los hechos se encuentra a poca distancia de la jefatura de Policía de Hamburgo, y varias unidades iban de camino hacia allí cuando recibieron el aviso.

La investigación trata ahora de determinar qué movió a Philipp F. a atacar a quienes habían sido sus hermanos en la comunidad, que abandonó hace algo más de un año. Los agentes descartan un móvil político o de carácter terrorista y apuntan a problemas psiquiátricos. El hombre tenía licencia de armas y poseía de forma legal desde diciembre pasado una pistola semiautomática (una Heckler & Koch P30), según informó el jefe de la operación policial, Matthias Tresp, durante una rueda de prensa el viernes a mediodía. El agresor vació nueve cargadores de munición. En un registro en su casa se encontraron 15 cargadores más.

La Policía recibió un aviso anónimo pero no le retiró el arma

El suceso está todavía muy reciente, pero ya han empezado a alzarse voces que se preguntan si las actuales leyes de tenencia de armas en Alemania son suficientes para prevenir casos como este. En enero pasado, la policía recibió un chivatazo anónimo sobre la conducta de Philipp F. Alguien contó a los agentes que el hombre, que trabajaba como autónomo de asesor financiero, poseía una pistola y podría padecer una enfermedad mental que no estaba diagnosticada.

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Ante un aviso de ese tipo, aunque sea anónimo, la Policía siempre hace comprobaciones, explicó el jefe de Policía de Hamburgo, Ralf Meyer. Unos agentes se presentaron por sorpresa en casa del hombre el 7 de febrero pasado, comprobaron que su documentación estaba en regla y examinaron si su arma y las municiones estaban correctamente almacenadas. No les extrañó su comportamiento. Philipp F. cooperó con ellos y no dio ninguna señal de que padeciera un problema de salud mental, señaló Meyer, que incluso detalló que el hombre charló con los agentes sobre el mobiliario de su piso. Cuando le señalaron que una de las balas estaba incorrectamente colocada sobre la caja fuerte del arma, se disculpó y la guardó. “Al final le comunicaron verbalmente que se trataba de una falta leve y se marcharon”, relató el jefe de Policía.

Aunque se desconocen los motivos del ataque, las autoridades señalaron que el hombre había manifestado su odio por los religiosos y por los Testigos de Jehová, confesión a la que él mismo, criado en una familia religiosa en Baviera, en el sur de Alemania, había pertenecido. Philipp F. vivía desde 2014 en Hamburgo, según su perfil en la red LinkedIn. Previamente, había residido en Fráncfort. Había escrito y autopublicado hace unos meses un libro de tintes apocalípticos en el que mezclaba teorías sobre cómo hacer negocios y religión y calificaba la pandemia y la guerra en Ucrania como castigos divinos. Era tirador aficionado y miembro de la federación de tiro deportivo, de ahí que tuviera una de las alrededor de 940.000 licencias de armas que hay en Alemania.

Otras matanzas con armas de fuego

Casos recientes de matanzas con armas de fuego han avivado el debate sobre los controles, que en Alemania se consideran ya bastante estrictos. En febrero de 2020, un pistolero ultraderechista asesinó a nueve personas, en su mayoría de origen turco, en Hanau, en el oeste del país, y luego mató a su madre y se pegó un tiro. En 2019, un neonazi disparó a bocajarro al político Walter Lübcke, conocido defensor de la política de puertas abiertas a los refugiados. Ese mismo año, otro ultraderechista intentó entrar armado en la sinagoga de Halle el día de la celebración del Yom Kippur y, al no conseguirlo, la emprendió contra dos personas que pasaban por la calle, que fallecieron por heridas de bala.

Tras estos ataques, y la desarticulación el año pasado de una red de extremistas que planeaban un golpe de Estado, el Gobierno del socialdemócrata Olaf Scholz se ha visto presionado en los últimos tiempos para endurecer las leyes. El Ministerio del Interior está trabajando en un borrador que permitirá un control de las armas más estricto y que incluye, según ha publicado la prensa alemana, pruebas de idoneidad psicológica. Actualmente, ya se controla, previamente a la expedición del permiso, si el solicitante figura en alguna base de datos de los servicios de inteligencia federal o regional como sospechoso de extremismo.

“Es muy triste. No conocía a las víctimas, pero vivo a 15 minutos de aquí y he sentido la necesidad de venir a expresar mis condolencias”, decía este viernes una chica de alrededor de 20 años tras dejar unas flores frente al Salón del Reino ―nombre con el que se refieren a sus lugares de culto los Testigos de Jehová― de la calle Deelböge. El jueves por la noche se habían reunido alrededor de 50 personas para participar en una de las sesiones semanales de estudio de la biblia.

“Estamos consternados. No hacemos daño a nadie; nuestras congregaciones solo predican el cariño y el respeto y no hay nada extremista en nosotros”, se lamentaba Michael, a punto de echarse a llorar. Miembro de los Testigos de Jehová, pero de otra congregación que se cita en otro barrio de Hamburgo, había acudido el viernes por la tarde a intentar dar apoyo a sus “hermanos”. El edificio de tres plantas, situado entre una gasolinera y una tienda de reparación de lunas de automóvil, ya estaba vacío y clausurado. Por la mañana se habían retirado los cuerpos de las víctimas y la policía científica había terminado su trabajo. Algunos ramos de flores en el suelo recordaban la tragedia.

Un vídeo grabado por un testigo con su teléfono móvil muestra cómo el asesino disparó primero desde el exterior, desde una ventana de la planta baja por la que después entró al edificio. Una vez dentro, siguió vaciando cargadores contra los fieles allí reunidos. La llegada tan rápida de los policías evitó que la tragedia fuera mayor, remarcó también la ministra del Interior alemana, Nancy Faeser, que visitó la zona el viernes y confirmó que la nueva ley que prepara su departamento prevé pruebas para determinar la idoneidad psicológica de los propietarios de armas.

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