El equipo internacional de la OMS en Wuhan ha completado este domingo la visita más esperada de su misión para investigar el origen de la pandemia de coronavirus: el mercado de marisco de Huanan, al que China consideró en un primer momento el lugar donde se produjo el salto del patógeno al ser humano y del que en la actualidad considera que, simplemente, pudo ser un foco de supercontagio.
El mercado, dividido en dos grandes pabellones de ladrillo, en el cruce entre las calles Desarrollo y Nueva China en Hankou, en el centro de Wuhan, permanece cerrado desde el 1 de enero de 2020, apenas semanas después de que se detectaran oficialmente los primeros casos de lo que al principio se consideró una neumonía peculiar. A lo largo de 13 meses ha sido desinfectado, limpiado, vaciado y vuelto a desinfectar varias veces más. Aunque su segunda planta aún alberga algunas tiendas de productos ópticos, la primera —donde se albergaba el mercado de alimentos— se encuentra vallada y completamente vacía.
Los 14 expertos de la Organización Mundial de la Salud no hicieron declaraciones, como ha sido habitual desde que el jueves pasado abandonaron el hotel de Wuhan donde cumplieron su cuarentena obligatoria, en ningún momento a lo largo del día, que incluyó también una visita al mayor mercado de Wuhan, Baishazhou, donde se han trasladado algunos de los antiguos vendedores de Huanan. Su recorrido por Huanan ha durado una hora.
Uno de los científicos, el zoólogo estadounidense Peter Daszak —presidente de la ONG EcoHealth—, escribió en su cuenta de Twitter “visitas a sitios muy importantes hoy, mercado de abastos primero y el mercado de marisco de Huanan justo ahora. Muy informativo y fundamental para nuestros equipos conjuntos para entender la epidemiología de la covid cuando empezó a propagarse a finales de 2019”.
La visita a Huanan, un año después de su cierre, tiene, sobre todo, un valor simbólico. Por la importancia del lugar como posible origen de la pandemia. Por el hecho de que, finalmente, y tras meses de negociaciones, expertos internacionales hayan podido acceder a él: ninguna de las dos misiones previas de la OMS a China desde que comenzó la pandemia pudieron recorrerlo.
Caminar por sus pasillos permite a los expertos hacerse una idea de la realidad que hasta ahora solo habían conocido por mapas, fotografías y descripciones. Verlo con sus propios ojos ayuda a comprender mejor las dimensiones de los puestos, asimilar en qué puntos se encontraron mayores concentraciones del virus en las muestras ambientales tomadas en su momento y determinar cuáles pudieron ser las secuencias de contagio. También entender mejor las cadenas de suministro a este mercado, donde trabajaban unas 1.100 personas que vendían verduras, carne, pescado y todo tipo de animales vivos —domésticos y salvajes— en más de 600 puestos. Aproximadamente dos tercios de la primera cuarentena de casos de covid detectados tenían algún tipo de vínculo con el mercado. No así el otro tercio, entre ellos tres de los primeros cuatro contagios confirmados.
“Al pasear por el mercado de Huanan percibes el sentido de importancia histórica de este lugar y una simpatía por los vendedores y la comunidad que perdieron sus modos de vida debido a la covid”, tuiteaba Daszak.
Según el experto, durante las visitas de este domingo los científicos internacionales han podido conversar con algunos de los vendedores de Huanan. También con “personal clave” de los dos mercados que han visitado, a los que hicieron “preguntas para ayudar a entender mejor los factores implicados en el surgimiento de la covid”.
La mayoría de los científicos considera que el coronavirus causante de la covid se originó en un murciélago, del que dio el salto al ser humano probablemente a través de una especie intermedia que no se ha logrado determinar.
Pero si en un primer momento China apuntó a que el salto había ocurrido en Huanan, desde entonces ha cambiado su posición, y ahora considera que ese mercado solo fue una “víctima” del virus. Las autoridades chinas defienden que el patógeno pudo pasar al ser humano en algún otro país y entrar en su territorio bien traído por soldados que participaron en los Juegos Militares en Wuhan en octubre de 2019 o bien en alimentos congelados importados. Pekín asegura haber encontrado numerosos casos de restos de virus en el envoltorio de este tipo de productos, y señala también diversos estudios –cuya fiabilidad ha sido puesta en duda por otros expertos– que apuntan a la presencia de restos de virus en otros lugares del mundo meses antes de que se detectaran los primeros contagios en China.
Precisamente, el mercado de Baishazhou acoge instalaciones donde se examinan los productos congelados de importación que llegan a Wuhan. Tras recibir el visto bueno y ser desinfectados, se les impone un código QR sin el cual no pueden ser distribuidos en los comercios de esta ciudad de once millones de habitantes.
Los miembros de esta misión científica pero muy politizada, y que ha sufrido numerosos retrasos antes de comenzar, han asegurado que considerarán todas las teorías que tengan una base científica. Está previsto que visiten, entre otros lugares, el Instituto de Virología de Wuhan, que investigaba con murciélagos y al que la Administración del expresidente estadounidense Donald Trump acusaba de ser el lugar donde se originó la pandemia.
Hasta ahora, los expertos han visitado ya dos de los hospitales donde se atendieron a los primeros pacientes de coronavirus. También han recorrido una exposición, de alto tono propagandístico, sobre cómo Wuhan —y el Gobierno central y el Partido Comunista de China— gestionaron la crisis, hoy controlada casi por completo en este país.
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