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La moda se hace baile y reivindicación política en la tercera jornada de la pasarela de Madrid

Que la moda es política es algo que está claro desde el principio de los tiempos, pero que la política sienta la moda como algo suyo ya es más complicado. Un sector que supone el 2,8% del PIB y el 4,3% del empleo, y que cada seis meses mueve a miles de personas y de euros en la pasarela madrileña, suele pasar sin pena ni gloria por la mayoría de agendas políticas. Pero la jornada del sábado de la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid dejó un plantel político que ni en sus mejores sueños (y en plena campaña electoral en la región). En la primera fila del tercer desfile del día, el de Ulises Mérida, estaba medio Gobierno y alrededores: la vicepresidenta Carmen Calvo; el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska; la de Igualdad, Irene Montero; la presidenta del Senado (y número tres de las listas del PSOE en Madrid), Pilar Llop. Ya en segunda fila se dejaron ver el consejero de Sanidad y número dos de la lista de Isabel Díaz Ayuso, Enrique Ruiz Escudero; y la vicealcaldesa de la ciudad, Begoña Villacís.

Todos acudieron porque Ulises Mérida aportó el toque de realidad a la jornada presentando una colección de prendas confeccionadas por 12 mujeres víctimas de la trata en colaboración con la asociación Apramp. Ropas coloridas en tonos flúor aderezadas con sus clásicas camisas blancas; Carmen Calvo vestía un abrigo granate confeccionado por ellas. El diseñador contaba al filo de las lágrimas que lo que empezó como una experiencia casi de prueba con una joven costurera se ha convertido en un aprendizaje vital: “Ellas me han salvado a mí”. La ministra Montero explicó a EL PAÍS que había que “lanzar un mensaje a esas mujeres víctimas de trata, de explotación sexual: que sepan que no están solas y que hay un trabajo por parte de este Gobierno”. “Espero que estén orgullosas y que esto constituya al menos un acto de reparación simbólico”, defendía.

La ministra de Igualdad, Irene Montero, y la vicepresidenta primera, Carmen Calvo, en el desfile del diseñador Ulises Mérida en Mercedes-Benz Fashion Week Madrid. En vídeo, declaraciones de Montero sobre las mujeres víctimas de trata y de explotación sexual.MARISCAL (EFE) | VÍDEO: EUROPA PRESS

La moda es política, mensaje recibido. Pero ¿y la política en la moda? ¿Volverán sus señorías algún día, más allá de por reinvidicaciones tangibles como esta? ¿Estarán apoyando un sector roto por la pandemia, que ha perdido el 30% de las ventas y, según datos del portal modaes, 13.000 puestos de trabajo, alrededor del 10%? Eso es más incierto y la ministra se mostraba dubitativa. “Si eso puede contribuir a avanzar en derechos de las mujeres, ojalá que sí, y a poner de relieve la cultura de nuestro país, que es la moda. Nuestro trabajo está donde estén las mujeres”, afirmaba.

Más allá de la cuota política, los otros tres desfiles de la jornada conjugaron las distintas formas de la fiesta. El jolgorio que traerán estos locos años veinte empieza a hacerse patente. Ángel Schlesser fue el primero, y abrió la tercera jornada de la pasarela tomándose las cosas como eran: un sábado entre amigos. En su desfile sacó a pasear a rostros conocidos como la actriz Cayetana Guillén Cuervo, la periodista Francine Gálvez, la atleta Ruth Beitia, la exmodelo Cristina Piaget o la finalista de Maestros de la Costura Yelimar Moreno. Su diseñador, Juan Carlos Mesa, afirma que no busca famosas, sino cuerpos diferentes, y pone de referencia cómo Gálvez fue la primera mujer negra en unos informativos o la prótesis ortopédica de la pierna de Yelimar. “Yo llevo haciendo desfiles de diversidad desde los años noventa, y entonces me tiraban piedras a la cabeza”, recuerda Mesa minutos antes de su desfile. “Ahora busco la mayor difusión de los conceptos de mujer y de belleza”.

El diseñador Ulises Mérida y sus costureras, el 10 de abril en Mercedes-Benz Fashion Week Madrid.Mariscal / EFE

Para ello, Mesa apostó por un argumentario inspirado “en los clásicos vanguardistas, y sobre todo en la Bauhaus y en Mies van der Rohe”, del que es “ultrafanático”. El arquitecto la ayuda a crear grandes faldas de estampados marmolados, vestidos estructurados en plata que simulan edificios o abrigos de terciopelo acolchado, así como chaquetas inspiradas en la silla Barcelona del creador. Ha contado con dos colaboraciones, la de los bolsos basados en fundas de violín de Luis Negri y la de las joyas de Mica Middlemann.

Esa carga de luz y de fiesta la repitió Mesa en el último desfile de la jornada con su propia marca, en una colección llamada Rave. Tiene ganas de fiesta. “Si empezaba el día en Schlesser con un mensaje político, aquí me voy a lo social. Esto es por la necesidad y por la hartura, por lo que nos ha robado esta pandemia: nos ha quitado la esencia humana, el baile alrededor del juego”, reivindicaba. Por eso mostraba prendas cuajadas de lentejuelas pero aptas para el baile, pantalones de cuidadísimas costuras y perfecta raya diplomática pero en estilo cargo o sudaderas nupciales en blanco satén. Para rematar la faena, calzado de Alicante hecho a mano… de una firma llamada After. Todo presentado por unos bailarines coreografiados por Dani Pannullo.

Varias modelos lucen propuestas de la diseñadora Isabel Sanchís durante un desfile celebrado este sábado 10 de abril en Mercedes-Benz Fashion Week Madrid.Ballesteros / EFE

También en busca de la fiesta, pero otra fiesta, estaba la costura de Isabel Sanchís. Ella resucitó en 39 salidas trajes de invitada con enormes plisados, toreras bordadas con miles de piedras, colas kilométricas, estructuras imponentes en gasa y brillos de noches que parecen casi olvidadas en tiempos de pandemia. El taller valenciano de esta costurera no ha parado apenas, porque cuenta que el mercado al que ella sirve se reactivó muy rápido tanto en América Latina como en Oriente Próximo y países como Singapur, sus principales compradores. “Si paras te quedas atrás”, reconocen Sanchís y su hija y mano derecha, Paula Maiques, que buscan “vestir a una mujer que se sienta segura de sí misma, especial”. Con el negro como base y notas de fucsia o naranja, sus vestidos tenían reminiscencias a los clásicos de la costura española, aunque la ejecución no siempre fue precisa y alguna perla o alguna pluma volaron por la pasarela.

El remate de la jornada llegó con el postre más esperado: los premios. La joven madrileña-tinerfeña Olivia Martín (Uno Models) se llevó el de mejor modelo; ha desfilado para casi todos los creadores y era su segunda vez en la pasarela. Y el de mejor colección fue para Otrura, que causó muy buenas sensaciones en la presentación de sus prendas la jornada del jueves. Ese dúo creativo formado por Sergio Lázaro y Verónica Abián se mostró “tremendamente” emocionado. Ella le dedicó el premio a su madre, “la mujer más importante” de su vida, y a todas las mujeres que les ayudan en su andadura, que eran mayoría. Pero la ministra Montero ya no estaba allí para verlo.


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