El Ejército del Aire de Estados Unidos está investigando el que podría convertirse en el mayor escándalo sexual en el seno de las Fuerzas Armadas estadounidenses en 16 años. Seis sargentos de la base aérea de instrucción y entrenamiento de Lackland, en San Antonio (Tejas), han sido imputados con cargos que van desde el acoso sexual a mujeres reclutas hasta el adulterio con la agravante de agresión sexual. Uno de ellos ha sido acusado de violación. Además, otros 12 instructores se consideran sospechosos de haber abusado sexualmente de otras soldados. La situación ha llevado a plantear la revisión del sistema de adiestramiento del Ejército.
Los mandos investigan hasta qué punto el acoso sexual a las mujeres reclutas es algo generalizado
Fue una denuncia individual, presentada hace un año por una recluta, la que desató la madeja que ha sacado a la luz un escándalo sexual comparable al que en 1996 llevó a condenar por abuso sexual a 12 instructores de la base de la Armada en Aberdeen (Maryland). En total, 31 mujeres de la base de Lackland han declarado haber sufrido abusos semejantes a los denunciados por su compañera. “No estamos dejando ninguna piedra por levantar”, indicó la semana pasada el General Edward A. Rice, responsable de la instrucción y enseñanza del Ejército del Aire, durante una visita al Pentágono para explicar los avances de la investigación, en declaraciones recogidas por The Washington Post.
La investigación afecta específicamente al 331 Escuadrón de Entrenamiento de la base de Lackland, por el que cada año pasan 36.000 reclutas. Una cuarta parte de los instructores de esa unidad han sido acusados o se encuentran bajo sospecha. Aunque Rice manifestó que no creía que el comportamiento de los miembros de ese Escuadrón se hubiera extendido al resto de la base, el hecho es que varios oficiales veteranos de otros centros de entrenamiento del Ejército de EE UU han reconocido tener problemas semejantes al de Tejas, lo que ha llevado a abrir nuevas investigaciones para determinar hasta qué punto el acoso sexual a las mujeres reclutas es algo generalizado en las Fuerzas Armadas y si el sistema de selección de los encargados de la instrucción y el modelo de adiestramiento debería ser sometido a revisión.
El año pasado, 3.200 incidentes relacionados con agresiones y abusos sexuales en las Fuerzas Armadas de EE UU fueron denunciados o investigados
El debate se ha centrado en la conveniencia de separar por sexos la formación de los reclutas, una teoría que rechazan varias asociaciones de defensa de los derechos de las mujeres alegando que en el Cuerpo de Marines -el único del Ejército estadounidense en el que las mujeres entrenan al margen de los hombres- el número de denuncias por abuso sexual no es menor que en otras ramas de las Fuerzas Armadas. La representante demócrata por California, Jackie Speier, ha instado al Comité de Servicios Militares de la Cámara de Representantes a que celebre una serie de vistas sobre este caso, al igual que se hizo hace 16 años con el escándalo de Aberdeen. Speier, muy crítica con la forma en la que se persiguen las agresiones sexuales en el seno del Ejército, es partidaria de que se aumente el número de instructoras en las Academias militares y en los centros de reclutamiento y de que las denuncias de abusos se investiguen y se procesen de manera independiente para evitar que los implicados se cubran mutuamente.
El año pasado, 3.200 incidentes relacionados con agresiones y abusos sexuales en las Fuerzas Armadas de EE UU fueron denunciados o investigados, según datos del Departamento de Defensa que, también alerta de que, al menos, otros 19.000 no se hicieron públicos por miedo. El Secretario de Defensa, Leon Panetta, anunció en abril nuevas iniciativas para alentar a las víctimas a denunciar y a exigir que se investiguen todas las que se interpongan.
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