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La muerte violenta de un alce blanco exaspera a los indígenas de Canadá


A finales de octubre, habitantes de una localidad a unos 720 kilómetros de Toronto (Canadá) encontraron los cuerpos destrozados de dos alces junto a una carretera. El suceso de Foleyet (al norte de Ontario) ha provocado la indignación de los grupos indígenas de la zona, porque uno de los ejemplares era blanco, y a los de ese color estas comunidades los consideran animales sagrados.

Ahora se busca al responsable. El Ministerio de Recursos Naturales y Silvicultura de Ontario está pidiendo la ayuda de la población para dar con él o con ellos. Recuerda en un comunicado que es ilegal la caza y la captura de los alces blancos, según una ley vigente en la provincia desde 2006. Aunque se emiten licencias de caza para alces, jamás incluyen a los ejemplares cuyo pelaje pálido exceda el 50% de su cuerpo. “Como comunidad, atrapemos a las personas responsables de este acto injustificado”, alentaba el documento.

El alce blanco no es un animal albino. Su color es resultado del leucismo, una particularidad que se debe a un gen recesivo y que se puede constatar en mamíferos, aves y peces. Los animales leucísticos no son hipersensibles al sol ni tampoco presentan ojos rojos. Eso es lo que dice la ciencia. Pero como los ven distintos pueblos indígenas de Canadá son como a espíritus que rondan por los bosques y que presagian buenas noticias. El blanco también es señal de divinidad en bisontes y los osos grizzly de esa tonalidad, también considerados animales sagrados.

“El espíritu del alce ha sido y siempre será sagrado y respetado en nuestra familia y nuestra comunidad. Coexistimos con el espíritu de los alces en nuestro territorio tradicional. Nuestros ancianos siempre nos han contado historias sobre la majestuosa criatura y la suerte que tenemos de tenerla en nuestra área”, señala Troy Woodhouse, originario de la reserva Flying Post, próxima a la zona del suceso, donde viven miembros de los grupos indígenas ojibwa y cree. En declaraciones a CTV News, apunta que además de ver alces blancos en su niñez, los siguió viendo ya en edad adulta, cuando navegaba con su esposa por el río Groundhog. 

Las autoridades provinciales ofrecieron en un primer momento 2.000 dólares canadienses de recompensa (unos 1.290 euros) a cambio de información. Sin embargo, la cantidad ya ha llegado a  los 8.000 dólares (unos 5.160 euros), gracias a las contribuciones de Woodhouse, de una empresa de perforación y de la Fundación Grey para la Protección Animal. La identidad de las personas que aporten información quedará bajo anonimato y no tendrán que testificar ante un tribunal, precisan las autoridades. 

El último caso en Canadá de un alce blanco abatido se registró en 2013, cerca de la localidad de Belle Côte, en la provincia de Nueva Escocia. Los miembros del grupo indígena micmac recibieron la noticia con tristeza e irritación, ya que era un ejemplar conocido que vivía en esa zona. Los cazadores que dieron muerte al animal señalaron poco tiempo después que ignoraban su importancia para los micmac.

Los responsables entregaron los restos del alce a la comunidad para rendirle homenaje en una ceremonia tradicional. Las leyes de Nueva Escocia no sancionan matar a estos animales de níveo pelaje. En abril de este año, una familia grabó las imágenes de un grizzly blanco en el Parque Nacional de Banff (Alberta), tres años después del último avistamiento conocido de este plantígrado que ha recibido el nombre de Nakoda (“amigo” en stoney, la lengua empleada por los sioux de las montañas Rocosas canadienses). 


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