La NASA reverdece sus viejos laureles marcianos con el módulo InSight que acaba de aterrizar sobre Marte con total éxito. Ahora, probablemente en cuestión de pocos meses, sabremos mucho más sobre la superficie del planeta rojo y cuanto se esconde bajo la misma.
En total, ha sido siete minutos de total tensión, terror incluso decían algunos técnicos de la NASA, que han pasado un rato sin apenas poder respirar hasta saber que todo el delicado proceso había ido bien y que esta parte de la misión se completaba con éxito.
Pero, ¿por qué siete minutos? Durante ese periodo, el centro de control de la NASA en la Tierra perdió el contacto con el módulo una vez se ha separado del orbitador y atravesaba la débil atmósfera marciana.
Ahora, tras aterrizar o amartizar, como queramos llamarlo, en la Elysium Planitia, se abre ante el módulo InSight una compleja misión que implica el estudio de las ondas sísmicas y el calor que se esconde bajo la superficie de Marte, trabajos que llevará a cabo el equipo durante los próximos dos años.
El Módulo InSight, su aterrizaje y su misión en Marte
Ahora, comienza una delicada misión de varios años. Pero antes, el InSight ha tenido que atravesar la atmósfera marciana a unos 20.000 kilómetros por hora, teniendo que reducir tan enorme velocidad en solo cinco kilómetros antes de posarse suavemente sobre la superficie marciana sin sobresaltos.
Recordemos que aterrizar sano y salvo sobre el suelo de Marte no es nada fácil. De hecho, la misión ExoMars de la ESA trató de hacer una labor parecida con el módulo Schiaparelli hace unos años y terminó por estrellarse contra la superficie del planeta rojo y hecha pedazos y chatarra hace menos de 24 meses.
El éxito del InSight es muy importante, ya que, hasta hoy, ninguna misión ha indagado en las profundidades de Marte. Este módulo, gracias a su brazo metálico, podría analizar qué se encuentra bajo la superficie del planeta rojo.
De momento, ya ha enviado las primeras imágenes. Ahora, toca seguir estudiando la superficie, los movimientos sísmicos marcianos, las rocas del lugar y, sobre todo, ver qué hay bajo el suelo excavándolo para buscar pistas sobre el agua que un día debió fluir por ese lugar.
Con su excavadora mecánica, será capaz de excavar hasta a cinco metros de profundidad, midiendo la temperatura interna y estudiando posibles movimientos gracias a su sismógrafo incorporado, soñamos con un nuevo éxito de la NASA.
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