La pasada Navidad fue especialmente letal en la Comunidad Valenciana, como se ha comprobado en el pasado mes de enero. Los contagios de coronavirus se dispararon hasta el punto de convertirse en una de las regiones europeas más infestadas de covid, con más de 1.400 casos por 100.000 habitantes, cuando hace apenas tres meses su incidencia era de las menores de España. La última semana del mes registró 96 muertos al día para un total de 1.827 fallecimientos en enero, el 38% de todos los ocasionados durante la pandemia según el recuento oficial. En diciembre, los ingresos hospitalarios sumaban 1.713; en enero escalaron a los 4.494; las UCI pasaron de albergar 283 pacientes a 670. En los hospitales de Elche y Alcoi se habilitaron las cafeterías para los enfermos. La corriente descontrolada de la transmisión comunitaria desbordó el dique levantado por más de 1.300 rastreadores, clave para aguantar durante meses las cometidas más virulentas de la covid-19.
Hay diversos factores que pueden explicar este drástico cambio, que también han experimentado Murcia, Extremadura y ahora Portugal, en una autonomía que, además, impuso medidas más restrictivas que otras. Fue la única, por ejemplo, en cerrar perimetralmente la autonomía en las fiestas navideñas y solo permitir el paso a los residentes (salvo excepciones de causa mayor), si bien mantuvo abierta la hostelería y los centros comerciales.
Cuatro de los seis expertos consultados han coincidido por separado en la hipótesis de que la menor prevalencia del virus en la primera y segunda ola en la Comunidad Valenciana había dejado “mucha leña seca, material altamente combustible sobre todo con la multiplicación de los contactos sociales en Navidad”, en palabras de Salvador Peiró, epidemiólogo de la valenciana Fundación para el Fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica. El estudio de la seroprevalencia global del Instituto Carlos III de diciembre indica que solo entre el 4,8 y el 6,8% de los valencianos había pasado la enfermedad y, por tanto, estaban inmunizados, mientras que en la Comunidad de Madrid, por ejemplo, estos porcentajes oscilaban entre el 16,7% y el 20,6%. “Ahora estamos como Madrid y Cataluña en la primera ola”, añade Peiró.
“Cuando se producen eventos supercontagiadores como las Navidades, todo se desborda”, apunta Ildefonso Hernández, catedrático de Salud Pública de la Universidad Miguel Hernández de Elche. “Le pasó incluso a Alemania, que gestiona muy bien. En la Comunidad Valenciana se llegó a las fiestas con una transmisión ya alta [a partir del puente de diciembre] y con su escasa prevalencia se disparó la transmisión comunitaria. Ha pasado en toda España, pero en algunos sitios más, como en las autonomías periféricas. Todo depende también de la percepción de riesgo de las personas. Pero hay que ser humildes porque hay factores que desconocemos”, añade el también miembro del comité de expertos que asesora a la presidencia de la Generalitat, que desempeña el socialista Ximo Puig.
¿Y si se hubieran cerrado completamente centros comerciales y hostelería durante las fiestas navideñas, como pidió la vicepresidenta, Mónica Oltra, de Compromís? “Las consecuencias en desigualdad, salud mental y en la economía son brutales. Se cierran los bares y se acaba la noche en casa. Antes que llegar ahí, habría que respetar las medidas vigentes”. Más de un 70% de los brotes de enero tuvo un origen social, y dentro de ese grupo, más del 98% se detectó en reuniones familiares y de amigos.
“Cuenta mucho cuándo se adoptan las medidas”, señala Alberto Infante, profesor emérito de Salud Internacional de la Escuela Nacional de Sanidad del Instituto de Salud Carlos III de Madrid. “Cuanto antes se adoptan y de forma más contundente se hace, antes se ven los efectos. España ha fracasado desde el final del verano. Casi todas las comunidades autónomas han arrastrado los pies cuando la incidencia subía y han corrido a desescalar cuando veían un atisbo de bajada. Se ha visto ahora con la variante británica: en el Reino Unido e Irlanda, se tomaron medidas muy drásticas, y en Portugal, se hizo más tarde y ahora está muy mal”.
Otro punto de vista desde fuera de la Comunidad Valenciana lo aporta el jefe de Medicina Preventiva del hospital Clínic de Barcelona, Toni Trilla. El también decano de la Facultad de Medicina de Barcelona señala que “esta situación es como una especie de inestabilidad que ahora golpea a todo el mundo que antes lo hizo bien, como Portugal, que se encerró, lo que significa que el virus va a diferentes velocidades y se extiende masivamente en aquellos territorios con poca población inmune”. “Creo que las medidas adoptadas están bien, pero no las empleamos todos ni todos lo hacemos correctamente. Bajamos la guardia en verano y en Navidad, y el aumento ha sido explosivo”, indica.
Tampoco se puede atribuir el mayor incremento de los contagios en la Comunidad Valenciana a la nueva variante inglesa por la nutrida colonia británica (unas 70.000 personas) que reside sobre todo en la provincia de Alicante, según Fernando González Candelas, uno de los responsables del proyecto del CSIC de la secuenciación genómica del coronavirus en España. “Por los datos que tenemos ahora no parece que haya una relación causa-efecto. Así que no podemos echarle la culpa a la variante, al menos de momento, sino tal vez al insuficiente esfuerzo. Este fin de semana lo hemos visto: miles de personas se han saltado el confinamiento perimetral y las medidas [ha habido 3.700 propuestas de sanción y 24 detenidos]”, explica el catedrático de Genética de la Universitat de València.
La ingeniera Nuria Oliver maneja la encuesta continua Covid19Impact, con 359.747 respuestas en España. “Hay una confluencia de factores que pueden explicar el impacto. El bajo porcentaje de inmunizados es un caldo de cultivo, y por tanto, un factor a tener muy en cuenta, una hipótesis de partida”, señala la comisionada de la Generalitat para la Inteligencia Artificial y la Covid-19. También hay un factor de contexto de socialización. Su encuesta refleja un claro aumento en Navidad de personas que socializaron en entornos de alto riesgo, en interiores y sin mascarillas. “Pero el 33% de los que reportaron esta respuesta en la Comunidad Valenciana no se diferencia apenas del comportamiento de Cataluña o Madrid. En todos los sitios subió”, apunta. También se incrementaron los contactos cercanos a los positivos.
Oliver sí identifica diferencias, por ejemplo, en el caso del teletrabajo. “Según los datos, en la Comunidad de Madrid, que tiene de los índices más elevados de teletrabajo en España, el 30% manifestaba que teletrabajaba en la semana de Reyes, mientras que en la Comunidad Valenciana era del 7%, una diferencia muy grande”, afirma. Es una hipótesis que también hay que analizar, si bien la gran mayoría de brotes se declaran de origen social, no laboral, agrega.
La ingeniera también quiere resaltar algunos datos alentadores registrados en las últimas semanas. “Se observa un descenso significativo en el número de contactos cercanos y en el contexto de alto riesgo de socialización, que ha pasado del 33% al 17%. En torno a un 12% no socializó con nadie fuera del hogar en Navidad, ahora es un 31%. Todos los datos relativos al comportamiento y la socialización han bajado. Deberíamos empezar a notar ese descenso”, sostiene.
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