Hay historias que hoy más que nunca merecen ser contadas. Tal es el caso de La Nube Blanca que podremos disfrutar el 10 y el 17 de abril en el Teatro Cofidis Alcázar de Madrid. En escena, la abuela Lucía se da cuenta de que padece una enfermedad propia de la vejez, una Nube Blanca que amenaza con llevarse su memoria. Por primera vez sube a escena una muestra de teatro familiar en el que se cuenta a todos los públicos lo que supone la enfermedad del alzhéimer. Charlamos con el equipo sobre esta función que además se convierte en todo un ejercicio de teatro inclusivo al tener una protagonista, Miriam Fernández, con parálisis cerebral.
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Mónica de Cristóbal escribió un libro, La Nube Blanca, que sorprendentemente “gustaba a niños y adultos por igual”. De ahí, surgió la chispa creativa para contar esta historia a través del teatro familiar. Como compañera de viaje en esta aventura escénica encontró a la directora Carmen Moral Pérez que vio claro “la calidad e importancia del mensaje que transmite la obra”. Una función que huye del drama y la compasión. Para la autora la clave a la hora de enfrentarse a este montaje estuvo en mostrar lo que se contaba “de forma optimista y entrañable”. No quiere hacernos spoiler, pero nos avanza: “se da la clave para combatir la enfermedad, pero no se la contamos para que vayan a verla”. Para la directora, la clave estuvo en encontrar un lenguaje “cercano y atractivo” tanto para el público adulto como el infantil: “El teatro permite que el público empatice y se ponga en la piel de los personajes”.
El arte escénico vuelve a ser el mejor motor para que todos, grandes y pequeños, se acerquen a una realidad que “cualquiera de nosotros podría vivir en primera persona”. Así de claro lo tiene Moral que cuenta con la complicidad de la autora que ha querido tejer esta historia con “distintos personajes y situaciones, para que sea fácil identificarse en alguna y hacer visible la realidad en la mente del espectador”. El teatro, un ejercicio de absoluta generosidad. Entre lo mucho que aporta el teatro a los niños que se suben a un escenario como el del Cofidis Alcázar subrayan las creadoras de la obra el trabajo en equipo, el esfuerzo, el control del cuerpo, saber proyectar con la voz y el cuerpo. Al final, seguro que el esfuerzo merecerá la pena “cuando al final sientan los aplausos y comprendan que ¡han podido hacerlo”, como recalca la autora.
“No me considero una chica con parálisis cerebral, aunque lo tenga, porque para mí esa es solo una circunstancia más que no me limita ni me define”, explica Miriam Fernández. La protagonista de La Nube Blanca es un ejemplo de superación aunque ella se quite importancia. Sobre el escenario se transforma en la abuela Lucía, pero ya desde muy pequeña ha determinado que la parálisis cerebral no iba a detener sus sueños e ilusiones. Tras una infancia marcada por los continuos insultos de sus compañeros de clase, a los 10 años decidió ‘dar la vuelta a la tortilla’ y llevar las riendas de su propio destino. Probablemente fue la natación la primera vocación, pero Miriam Fernández se ha dedicado en cuerpo y alma desde hace bastantes años a perseguir sus sueños en la música pasando por programas como La Voz y Tú Sí Que Vales.
Una función teatral que la toca el corazón de manera profunda. La vida de Miriam tampoco ha sido convencional con respecto a sus padres, que también fueron de alguna forma sus abuelos. Cuando era niña fue adoptada por unos padres que por edad podrían haber sido perfectamente sus abuelitos. Eso hizo que: “Ver envejecer a mi padre pasando por las fases que eso supone y que yo viví junto a él, antes de perderle a mis dieciocho años, te hace aprender y crecer de un modo diferente”. Así que para ella, lo más importante de esta función es recalcar que debemos respetar, cuidar y mimar a los que más queremos.
“La visita antes de la pandemia a una residencia con pacientes ingresados por alzhéimer me impactó mucho”, explica Miriam. Antes de poner en pie este proyecto teatral, nuestra protagonista pudo de la mano de la directora de la función descubrir en primera persona cómo afecta la enfermedad a los que la sufren. Para Fernández fue muy conmovedor descubrir “sus miradas perdidas y cómo volvían por un segundo a la realidad si les acariciabas una mejilla, la forma de hablar, la forma de moverse, cómo reaccionaban y, sobre todo, las historias que nos contaban”.
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