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La nueva digitalización: una promesa de bienestar


La digitalización ya estaba ahí. Las redes sociales, las herramientas para realizar videoconferencias, las plataformas de venta online y las aplicaciones de entrega rápida a domicilio estaban ya ahí, a un clic de todos nosotros. Entonces, ¿por qué debemos hablar de una nueva digitalización? La digitalización era un mundo habitado por unos pocos, principalmente dentro del ámbito profesional o tecnológico, mientras que la nueva digitalización ha sido adoptada por toda la sociedad en su conjunto, cambiando sus hábitos y su forma de relacionarse. Esto resulta toda una revolución. Las revoluciones siempre llegan precedidas del caos, pero después de la locura inicial, dan paso al progreso.

Toda vanguardia genera miedo, recelo y hasta un cierto estado conspiranoico. Sin embargo, sin estas vanguardias, el ser humano no hubiera evolucionado y, sin duda, su forma de vida sería infinitamente peor. Siempre decimos que el pasado fue mejor, pero esto es absolutamente incierto: nunca hemos disfrutado de una esperanza de vida como la actual y una capacidad de acceder a nuestros sueños tan real. Por eso tenemos que ser tremendamente optimistas con esta nueva realidad que va a derivar de la nueva digitalización y que solo va a traer cosas extraordinarias a nuestro bienestar personal y profesional.

Los avances en Inteligencia artificial, robótica y digitalización van a permitir que el ser humano pueda dedicar más tiempo a vivir y a centrarse en las labores profesionales realmente inherentes, aquellas que derivan de la creatividad, el amor y el valor añadido a los procesos mecánicos. La tecnología va a acaparar, sin duda, todos los estadios funcionales de nuestra actividad, pero ¿a quién le importa? Personalmente me encantaría poseer un robot que trabajara por mí las 24 horas del día mientras yo me dedico a la parte más poética de mi profesión. El alma de una empresa no va a estar nunca en manos de un algoritmo. Es ahí donde debemos centrar todos nuestros esfuerzos de ahora en adelante. Pensar que la tecnología es el enemigo y que va a acabar sustituyendo a los humanos es irreal. En cambio, nos va a permitir ser más competentes y nos va a liberar de la esclavitud espacio/tiempo que tanto nos enferma y nos merma. No verlo así, y asumirlo, es parecido a seguir trabajando en el campo con una azada porque los tractores nos parecen máquinas infernales.

La digitalización nos ha convertido en seres omnipresentes y multicanal. Nuestra presencia se ha multiplicado exponencialmente a través de los innumerables canales que tenemos a nuestra disposición. Hoy podemos reunirnos con nuestro equipo virtualmente a primera hora por Zoom, presentar un producto a nuestros seguidores en directo por Instagram a media mañana, participar en un webinar impartido desde otro continente por la tarde y cenar con nuestra familia sin habernos movido de casa. Todo ello gracias al teletrabajo. El impacto de nuestra presencia es inmensamente superior en la actualidad y sus costes, mínimos, si tenemos en cuenta el ahorro en recursos, desplazamientos y tiempo que conlleva la presencia digital. Podríamos pensar que sustituir nuestra presencia física por la virtual nos hace menos cercanos y efectivos, pero no es así: lo uno no quita lo otro, es una cuestión de ponderar nuestra presencia física y estar presentes siempre que sea realmente necesario. Dejar de estar por estar, que es lo que básicamente hacíamos antes, restando productividad a nuestras vidas, pasándolas en aeropuertos, reuniones y salas de espera que han resultado ser ineficaces en la mayoría de los casos.

Asumámoslo con valentía: la tecnología ha situado al ser humano en el centro. Si lo hacemos, todo tendrá sentido. La nueva digitalización es solo una cuestión de amor con nosotros mismos y con la sociedad que conformamos. Se trata de dejar de ser máquinas para, por fin, ser personas y así construir juntos el Amor Común que debe guiar nuestra existencia.

 

Ecequiel Barricart es autor de El ser digital, publicado por Ediciones Eunate.


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