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La nueva vida de Delphine de Sajonia-Coburgo, entre el arte y su recién estrenado título de princesa


Alberto de Bélgica y su esposa Paola se han reunido con la hija ahora reconocida del monarca emérito, Delphine Boël. Ocurrió el pasado fin de semana en el castillo de Belvédére, donde vive el matrimonio, próximo al palacio de Laeken, la residencia de la familia real belga, pero no ha sido hasta ahora cuando se ha difundido una imagen del encuentro. La foto va acompañada de un texto firmado por los tres en el que se incluye el título de princesa de Delphine, además de su tratamiento como alteza real: “Este domingo 25 de octubre, un nuevo capítulo se ha abierto, impreso de emociones, de apaciguamiento, de comprensión y, también, de esperanza. Nuestro encuentro se desarrolló en el castillo de Belvédère. Una reunión durante la que cada uno pudo compartir, con tranquilidad y con empatía, sus sentimientos y su vida. Después de los escándalos, las heridas y el sufrimiento, llega el tiempo del perdón, de la curación y de la reconciliación. Juntos decidimos tomar este nuevo camino. Esto requerirá paciencia y esfuerzo, pero estamos decididos. Este primer paso abre una vía que ahora depende de nosotros seguir pacíficamente”. Delphine vio cómo en enero la justicia la reconocía como hija legítima del rey Alberto II.

El pasado día 9 de octubre, apenas unas semanas después de que obtuviera el título de princesa, Boël fue recibida en palacio por Felipe de Bélgica, actual monarca y hermano por parte de padre. “Fue un encuentro cálido. Tuvimos la oportunidad de aprender a conocernos durante un largo y emotivo intercambio que nos ha permitido hablar de nuestras respectivas vidas y de centrarnos en el interés común”, explicó la Casa Real belga en un comunicado.

La reunión sirvió además para crear un vínculo entre los hermanos que seguirá “desarrollándose a partir de ahora dentro del marco familiar”, según indicaron ambos en la carta emitida por el palacio belga a través de sus redes sociales, donde incluyó una imagen de Felipe de Bélgica y Delphine Boël, vestidos de manera informal, muy sonrientes y respetando la distancia física marcada por la pandemia.

La hoy heredera, nacida en los años sesenta, es fruto de la larga relación que mantuvo su madre, la aristócrata Sibylle de Sélys Longchamps, con el entonces príncipe heredero. La historia de este romance, y del fruto del mismo, se volvió pública y notoria a finales de los noventa, cuando la edición de una biografía no autorizada sobre la reina Paola, esposa de Alberto II, revelaba la existencia de una hija nacida fuera del matrimonio.

Boël arrancó su batalla judicial en 2013, y siguió adelante pese a que el monarca trató durante años de negar la evidencia y de eludir las peticiones de realizarse una prueba de parentesco. En enero de este año una prueba de ADN probaba la afiliación de Delphine Boël con el emérito y a primeros de este mes de octubre un Tribunal de apelación de Bruselas dictaminaba que Boël obtenía el título de princesa y pasaba a ser tratada como “alteza real”. Además, el apellido de la nueva princesa pasa a ser ahora el de Sajonia de Coburgo y Gotha, el de la dinastía de la familia real de Bélgica. De la misma forma, sus dos hijos, Joséphine y Oscar, de 16 y 12 años, respectivamente también se han convertido ahora en princesa y príncipe, recibiendo el mismo tratamiento que su madre.




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