En el vídeo de Comerte entera, el tema que C. Tangana ha grabado junto a la leyenda de la bossa nova Toquinho, hay tres protagonistas: el propio artista, la actriz Bárbara Lennie y España. O, mejor dicho, lo español, el hilo conductor del mundo referencial de El madrileño, el nuevo álbum –y el nuevo alter ego– del músico español más ambicioso estéticamente de su generación.
Cuenta Santos Bacana, director del vídeo, que el universo visual del nuevo Tangana (el hombre de portada este mes en ICON) está construido en torno a una investigación sobre lo más moderno y lo más ancestral de nuestro país. Sobre el casticismo, la vanguardia, los símbolos que resisten al paso del tiempo y los grandes olvidados. Y, en el video de Comerte entera, ese sincretismo se plasma en la arquitectura que rodea a sus personajes.
Si la protagonista del vídeo, interpretada por Bárbara Lennie, pasea por iconos del Madrid antiguo como la Plaza de Oriente o los salones decimonónicos de Lhardy, ese lugar donde el cocido madrileño se sirve en vajilla de plata y en interiores que no han cambiado desde la época de Valle Inclán, su encuentro con C. Tangana se produce en los interiores intactos de una obra maestra de la arquitectura española de los años sesenta.
Santos Bacana menciona que sus referencias arquitectónicas fueron la obra arquitectónica de Fisac, Vaquero Palacios y Carvajal. Y, entre ellos, este último, Javier Carvajal (1926-2013) “cuadraba muy bien para esta bossa, porque queríamos que fuera una casa, la casa de El madrileño”. Y la elegida no es nada menos que la Casa Carvajal, que “tiene ese mundo mid century, es cálida y al mismo tiempo distante”, apunta.
La Casa Carvajal fue construida en 1966, curiosamente el mismo año en que Toquinho publicó su primer larga duración, O Violão de Toquinho. Fue la residencia del propio arquitecto, toda una leyenda cuyo legado, en los últimos años, se ha engrandecido gracias a la mirada de una nueva generación que ha reivindicado obras tan fascinantes como la Torre de Valencia (Madrid) o, especialmente, las lujosas casas que construyó en los años sesenta y setenta en los barrios residenciales a las afueras de Madrid.
De todas ellas, esta es la más famosa. Está en Somosaguas, en la misma finca donde Carvajal construyó para sus suegros otro de sus hitos, la casa García-Valdecasas, y no muy lejos de la Casa Sobrino, otra de esas joyas a medio redescubrir. En su propia residencia, la más ambiciosa de todas, Carvajal llevó al clímax su visión de la arquitectura. Por un lado, volúmenes brutalistas, geometría estricta y hormigón visto. Por otro, una vegetación que modela el espacio interior y exterior.
La vivienda está construida en torno a un jardín central y rodeada de jardines cuidadosamente planificados, en un planteamiento que recuerda que los maestros de la arquitectura española moderna bebieron de Frank Lloyd Wright y Le Corbusier, pero también de La Alhambra y el modelo hispanomusulmán. Hoy es un oasis y una rareza que, además, está a la venta desde hace meses.
“Tuvimos la suerte de que, por primera vez en muchos años, la casa Carvajal estuviera disponible para rodar en ella”, recuerda Santos Bacana, que explica cómo su planteamiento y el de la directora de arte, Cristina Ramos, cambió radicalmente al ver La madriguera, el clásico del cine español que Carlos Saura dirigió en 1969, cuando la casa todavía olía a pintura fresca. “Cuando llegamos a la casa estaba llena de los muebles de los propietarios, y tardamos en visualizarla”, apunta el director. “Pero al ver la película de Saura nos hicimos una idea distinta de cómo aprovechar el espacio”. Durante un día, vaciaron sus principales estancias hasta devolverle la desnudez y una distribución del espacio cercana a la idea original de Carvajal. “La propia dueña de la casa estaba sorprendida”, afirma aludiendo a Cristina Rodríguez de Acuña Martínez, que ha residido en esta vivienda desde su adolescencia y ha plasmado su visión de ella en Miradas cruzadas. La Casa Carvajal, un fotolibro publicado por Ediciones Asimétricas.
En el vídeo de Comerte entera, la cámara recorre el espacioso salón abierto al jardín a través de grandes ventanales, los muebles escultóricos, los suelos de barro cocido. Pero también la cocina donde encontramos al artista cortando ajos en la encimera. Una vez más, un relámpago costumbrista quebrando la frialdad de la vanguardia. “Esa cocina no pertenece a Los Ángeles ni a Berlín”, explica Bacana. “Es una cocina española, y por eso decidimos que Pucho no debía estar sirviendo la cena en el salón, sino preparándola”. Curiosamente, esa misma disonancia era un ingrediente fundamental de La madriguera, una película en la que la perfección pulida y vanguardista de la casa contrasta con la vida emocional de un matrimonio en plena ebullición. En ella, Geraldine Chaplin se esforzaba en hacer habitable y cálida una vivienda cuyas dimensiones la sobrepasaban.
Aquella fue la primera vez que la mirada del espectador externo traspasaba los muros de la Casa Carvajal para descubrir su vida íntima. En enero de 2021, 55 años después de su construcción, el medio millón de visualizaciones que acumula Comerte entera en menos de 24 horas después de su publicación en Youtube promete grabar la imagen de esta obra maestra de la arquitectura española en la retina de una nueva generación. La historia es una acumulación de casualidades.
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