La salida del poder de Evo Morales ha sacudido a una región en estallido permanente en el último año. Las formas, asfixiado por las protestas populares y tras la presión de policías y militares, han hecho aflorar los peores fantasmas de América Latina. No es de extrañar, pues, que México haya calificado de “golpe de Estado” lo ocurrido en Bolivia, en la línea de lo que manifestó el expresidente brasileño Lula da Silva y, después, Gobiernos autoritarios como el de Venezuela, donde Nicolás Maduro ha salido a defender a uno de sus socios. Jair Bolsonaro, mandatario de Brasil, dijo este lunes que él sugería, de manera irónica, Cuba como destino de Morales.
El canciller mexicano, Marcelo Ebrard, acusó al Ejército boliviano de “violentar el orden constitucional” al pedir este domingo la renuncia del presidente. El Gobierno mexicano también ha criticado a la Organización de Estados Americanos (OEA), que denunció irregularidades en las elecciones del 20 de octubre, por guardar silencio ante las presiones de los militares y ha asegurado que pedirá una reunión “de carácter urgente” del organismo para encontrar una salida a la crisis política que atraviesa ese país. “Pedimos que la OEA fije una postura cuanto antes. No al silencio”, ha sentenciado el presidente, Andrés Manuel López Obrador, en la conferencia de prensa que ofrece cada mañana. La respuesta de la OEA no tardó en llegar. A pocos minutos de terminar la comparecencia del Ejecutivo mexicano, la organización americana emitió un comunicado para rechazar “cualquier salida inconstitucional” a la situación.
Después de que Evo Morales denunciase este domingo que había una orden de detención contra él, México se posicionó rápidamente y ofreció asilo al exmandatario, en lo que fue el mayor movimiento del Ejecutivo mexicano en su política hacia América Latina desde que llegó al poder hace casi un año. Ebrard no ha dudado en calificar de golpe lo sucedido en Bolivia. La convocatoria de elecciones que realizó Morales la madrugada del domingo fue, a juicio del canciller, un primer buen gesto que tenía por objetivo “resolver los diferendos”.
La segunda decisión de Morales que valora el Ejecutivo mexicano fue su dimisión esa misma tarde “para evitar una guerra civil”. Pese a los controvertidos resultados de las elecciones bolivianas, México reconoció el triunfo de Morales en unos comicios que calificó de transparentes. “Lo que ayer pasó es un retroceso para todo el continente. México debe defender derechos y libertades”, ha insistido. “La postura de México es la de demandar el respeto al orden constitucional de Bolivia”.
La OEA se volvió este lunes blanco de críticas en la conferencia matutina de López Obrador. La organización, muy activa en la política regional y gran crítica de Gobiernos como los de Nicolás Maduro o Daniel Ortega, evitó el domingo posicionarse frente a lo sucedido en Bolivia. “A pesar de la gravedad de los acontecimientos, lo que hubo ayer frente al pronunciamiento militar y las operaciones militares, fue el silencio”, ha criticado Ebrard. “El primer artículo que fundó la Organización de Estados Americanos fue la defensa de las libertades y la democracia, ¿cómo entonces se puede guardar silencio frente a acontecimientos de esta gravedad?”.
Luis Almagro, el secretario general de la OEA, he publicado un mensaje este lunes por primera vez desde la renuncia de Morales para llamar a “la pacificación y al respeto al Estado de Derecho” en Bolivia. En este primer comunicado, la organización ha solicitado a la Asamblea Legislativa Plurinacional boliviana una reunión urgente para “asegurar el funcionamiento institucional y nombrar nuevas autoridades electorales que garanticen un nuevo proceso electoral”.
Mientras tanto, México está dando asilo a los dirigentes bolivianos en su Embajada de La Paz. Ebrard comunicó que 20 personas habían obtenido refugio en la sede diplomática. “México, de conformidad a su tradición de asilo y no intervención ha recibido a 20 personalidades del Ejecutivo y Legislativo de Bolivia en la residencia oficial en La Paz, de así decidirlo ofreceríamos asilo también a Evo Morales”, tuiteó. En un mensaje posterior, el encargado de la política exterior de México pidió “solidaridad internacional” para respetar la integridad e “inviolabilidad” de la Embajada mexicana en La Paz. Sin dar los nombres de los asilados, el canciller ha anunciado que la sede diplomática se encuentra en estado de alerta después de que hubiera saqueos en alguna ciudades.
Reacciones en todo el continente
La renuncia de Evo Morales ha sacudido a una región convulsa en la que en los últimos días se ha asistido a la liberación del expresidente brasileño Lula da Silva, el viernes; las protestas en Chile, que han cumplido tres semanas y el giro progresista que toma el subcontinente tras el triunfo de Alberto Fernández en Argentina.
Con 48 horas en libertad, Lula fue uno de los primeros en reaccionar a la dimisión de Morales. “Acabo de enterarme que hubo un golpe de Estado en Bolivia y que el compañero Evo fue obligado a renunciar”, publicó en Twitter. “Es lamentable que América Latina tenga una élite económica que no sepa convivir en democracia”, ha añadido. En esa misma línea, la expresidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner ha señalado en sus redes sociales que “lo de Bolivia se llama golpe de Estado”. “Si queremos vivir en paz, es hora de que haya pronunciamientos y, sobre todo, acciones claras en defensa de la democracia”, ha escrito.
Nicolás Maduro se ha sumado a las condenas contra la oposición boliviana. “Condenamos categóricamente el golpe de Estado consumado contra el hermano presidente Evo Morales. Los movimientos sociales y políticos del mundo nos declaramos en movilización para exigir la preservación de la vida de los pueblos originarios bolivianos víctimas del racismo”.
“Golpe se usa cuando pierde la izquierda”
La derecha latinoamericana ha celebrado la noticia y ha asegurado que Bolivia ha dado este domingo “una lección histórica” para el mundo. El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, ha sido crítico con Morales al señalar que fueron “las denuncias de fraude electoral” las que hicieron decantar su renuncia. “La palabra ‘golpe’ se usa mucho cuando pierde la izquierda, ¿verdad? Cuando ganan, es legítimo”, ha dicho al periódico brasileño O Globo.
Ubicado en las antípodas ideológicas de Morales, pero de buena relación personal con el boliviano, el presidente argentino, Mauricio Macri, apenas se refirió a la situación. El mandatario ha hablado un momento este lunes con los periodistas acreditados en la Casa Rosada. “Todos estamos preocupados por Bolivia”, ha dicho al pasar, sin aclarar si considera que lo sucedido en su frontera norte fue un golpe de Estado o no. Macri prefirió dejar las definiciones a su ministro de Exteriores, Jorge Faurie, quien ha señalado que Bolivia está en un “impasse” y que el Gobierno argentino considera que “no están los elementos para describir esto como un golpe de Estado”. “Es muy importante el rol de las fuerzas armadas y de seguridad para garantizar la continuidad de la vida institucional de Bolivia”, ha agregado.
La Casa Blanca ha sido una de las que más ha tardado en reaccionar. En un comunicado lanzado la tarde de este lunes, el presidente Donald Trump ha catalogado la dimisión de Morales como “un momento significativo” para el hemisferio occidental y ha aplaudido al Ejército boliviano “por cumplir su juramento de proteger no solo a una persona, sino a la Constitución”. “Estos eventos envían una fuerte señal a los regímenes ilegítimos en Venezuela y Nicaragua de que la democracia y la voluntad del pueblo siempre prevalecerán”, ha concluido.
El rechazo del Grupo de Puebla
El recientemente creado Grupo de Puebla tenía cita este fin de semana en Buenos Aires. El encuentro se centró el sábado en la celebración por la excarcelación de Lula. Sin embargo, la formación de corte progresista ha focalizado sus ojos ahora en Bolivia. Alberto Fernández, presidente electo de Argentina y líder del grupo, ha sentenciado que “el quiebre institucional es inaceptable”. “Bolivia debe volver cuanto antes al sendero de la democracia a través del voto popular y sin proscripciones”, ha reclamado.
Más de una decena de líderes políticos y sociales pertenecientes a este órgano han firmado un comunicado que defiende la postura de Morales de aceptar la recomendación de la OEA de repetir el proceso electoral y carga contra la oposición y las fuerzas de seguridad por optar por “la intransigencia, la radicalización y la ruptura democrática”. El excandidato presidencial chileno Marco Enríquez-Ominami, uno de los firmantes, ha rescatado el “gran gesto” del ahora expresidente boliviano de dimitir “para evitar una masacre”.
Condena desde España
?? Situación en #Bolivia: el gobierno de España reitera el llamamiento a todos los actores políticos bolivianos a trabajar por vías institucionales y pacíficas para hacer posible la convocatoria de unas nuevas elecciones a la mayor brevedad.#Comunicado: https://t.co/TPDiT66H7O
— Exteriores (@MAECgob) November 11, 2019
El Gobierno español se ha sumado este lunes a la multitudinaria condena por lo sucedido. El Ejecutivo de Pedro Sánchez ha emitido un comunicado en el que critica que “el proceso abierto ayer [por el domingo] hacia una nueva convocatoria electoral se haya visto distorsionado por la intervención de las fuerzas armadas y de la policía”. “Esta intervención retrotrae a momentos ya pasados de la historia latinoamericana”, ha sentenciado el Ministerio de Exteriores en funciones, Josep Borrell.
En medio de la jornada electoral del domingo, Pablo Iglesias fue uno de los líderes políticos que se refirió a lo sucedido en Bolivia. El líder de Unidas Podemos ha lamentado la dimisión de Morales y ha destacado los resultados positivos de la gestión del Gobierno de izquierda en ese país. “En los últimos 14 años, Bolivia ha mejorado todos sus indicadores sociales y económicos.Todo nuestro apoyo al pueblo boliviano”, ha publicado.