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La ONU alerta del riesgo para la estabilidad regional en el Sáhara Occidental

EL PAÍS

Donde hay vehículos blancos con las siglas de la ONU hay un problema internacional. Donde hay una sede de la organización, el problema además es antiguo. La Misión de Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental (Minurso) ocupa el recinto de una antigua escuela en el centro de El Aaiún, no lejos de la parada de taxis colectivos. Es un edificio vetusto, con un patio interior ajardinado, mantenido en aparente estado de revista como otras muchas instalaciones de la ONU en el mundo de aspecto cuartelero. Nadie se ha molestado en cambiar los muebles, la mayoría anteriores a 1991, cuando inició su mandato tras el alto el fuego entre Marruecos y el Polisario. La reanudación de las hostilidades entre ambos contendientes desde hace algo más de dos años lleva ahora a la Minurso, habitualmente vista como expresión de la impotencia de la comunidad internacional ante un conflicto olvidado, a dar la voz de alarma del riesgo de una escalada que ponga en jaque la estabilidad regional.

“Estamos en una situación de conflicto de baja intensidad, con incidentes en el muro o terraplén (que divide el territorio de la antigua colonia española, al oeste bajo control del Ejército marroquí) y ataques con drones tras el colapso del alto el fuego en noviembre de 2020″, asegura un alto diplomático de Naciones Unidas, que habla con bajo la condición de no ser identificado. “En el Sáhara Occidental no operan otras agencias de la ONU que puedan informar, ni ONG ni medios de comunicación internacionales, como en otros lugares. Solo nosotros podemos ver qué pasa”, explica al tiempo que se remite al último informe del secretario general, António Guterres, al Consejo de Seguridad, publicado en octubre pasado.

¿Se imagina una situación sin presencia de la Minurso en el Sáhara Occidental? “La misión es importante y muy útil. Sobre todo porque representamos un trip wire (cable de detonación o de alarma) político no solo entre Marruecos y el Polisario, sino entre Argelia y Marruecos. La situación corre el riesgo de ser bastante peor, y la tensión puede aumentar, con implicaciones regionales reales para la estabilidad”, puntualiza el alto diplomático consultado en El Aaiún.

La mediación política del actual enviado del secretario general para el Sáhara, el veterano diplomático ítalo-sueco Staffan de Mistura, curtido en los conflictos de Afganistán y Siria, se mantiene en absoluto silencio. Salvo en algunos signos de estancamiento, presuntamente a causa de la presión diplomática de Marruecos. En julio del año pasado estaba todo preparado en la sede de la Minurso para la visita de De Mistura a El Aaiún. Pero fue cancelada en el último momento cuando se encontraba en Rabat y ya había viajado al resto de los puntos de su gira habitual: Argel, Nuakchot y Tinduf (Argelia), donde se hallan los campamentos de refugiados saharauis bajo control del movimiento independentista Frente Polisario.

De acuerdo con el informe verbal de un responsable de la ONU en El Aaiún, la situación hace pensar que ahora no es seguro desplazarse por el Sáhara Occidental, en particular al este del muro o terraplén donde suele operar el Polisario. Tampoco es posible el reavituallamiento de los equipos de observadores internacionales desde ambos bandos, como ocurría antes. Se han registrado ataques con drones contra camiones cisterna con agua, los mismos que son utilizados por los equipos de la Minurso. Para el personal de la ONU, la libertad de movimientos es una regla básica, y si carece de ella está en peligro.

Bandera de Marruecos en la zona de Guerguerat, de donde fue expulsado el Frente Polisario en 2020.

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“Las operaciones de desminado se han detenido desde el colapso del alto el fuego. Esperamos poder reiniciarlas pronto. Estamos en una de las zonas que tienen una mayor contaminación o propagación de minas en el mundo. Ahora hay, además, proyectiles sin explotar tras la reanudación de hostilidades”, detalla un alto cargo de la Minurso.

La misión de la ONU para el Sáhara no cuenta con mandato humanitario tradicional. En Tinduf, la Minurso trabajó en el pasado con el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) en la adopción de medidas de fomento de la confianza, pero esta actividad quedó suspendida hace unos 10 años. Cuenta con unos 500 miembros, locales e internacionales ―300 civiles y 200 militares― y se ocupa esencialmente de cuestiones operacionales y logísticas.

“Sería bastante peor si no estuviéramos aquí. No hay ninguna otra vía para que la comunidad internacional puede tener información imparcial sobre el terreno. Recibimos reportes de 27 ataques con drones el año pasado y pudimos investigar 18 de ellos”, agrega un alto cargo de la ONU consultado. “La presencia de nuestros equipos de observación al este del muro o terraplén disuade de una escalada regional. Los observadores militares de la Minurso no están armados y atacarlos es un crimen de guerra. Esa es una de sus fortalezas”, argumenta.

—Con todo lo que está pasando ahora en Ucrania o en el Sahel, ¿no cree que el conflicto del Sáhara Occidental ha sido relegado?

—No creo que sea así. Un empeoramiento potencial de las relaciones entre Marruecos y Argelia tiene consecuencias para el resto del mundo. El suministro de gas a Europa a través del gasoducto del estrecho de Gibraltar, por ejemplo, está en riesgo. No veo que sea un conflicto olvidado.

Las recientes declaraciones de la directora de los Archivos Reales marroquíes, Bahiya Simu, sobre el llamado Sáhara Oriental, parte fronteriza de Argelia que Marruecos reivindicó como suya tras la descolonización francesa y por la que ambos países libraron la Guerra de las Arenas hace seis décadas, han desatado una tormenta política a ambos lados de la desértica frontera.

Simu intervino en febrero en Rabat en un foro de la agencia de prensa MAP para asegurar que “hay documentos históricos que atestiguan la soberanía de Marruecos sobre el llamado Sáhara Occidental, pero también sobre el Sáhara Oriental”. En su opinión, la Francia colonial entregó territorio marroquí a la “Argelia francesa pensando en seguir manteniendo el país bajo su dominio”. Tinduf, donde se asientan los campamentos de refugiados controlados por el Frente Polisario, es la capital de dicha de región en disputa.

Sus palabras han causado impacto en el país vecino. El presidente de la Cámara de Representantes de Argelia, Brahim Bughali, se ha pronunciado durante una sesión pública sobre el controvertido asunto del Sáhara Oriental. “El régimen de Marruecos está tratando de parasitar nuestro país y vender sus objetivos expansionistas. El Ejército de Liberación Nacional [Fuerzas Armadas argelinas] está listo para proteger nuestras fronteras”, advirtió el tercer cargo de más alto nivel en Argelia, citado por el portal digital marroquí Hespress.

Un participante en la Maratón del Sáhara bebe agua junto a puesto del Frente Polisario, el 28 de febrero cerca de Tinduf (Argelia).BORJA SUAREZ (REUTERS)

Desde El Aaiún, el alto diplomático de Naciones Unidas contactado pone de relieve que el mundo estuvo involucrado durante décadas en Timor Oriental, que es un lugar mucho más difícil de encontrar en un mapa que el Sáhara Occidental. “Las ideas preconcebidas sobre ese territorio cambiaron. Todo cambia. Los incidentes de noviembre de 2020 en el Sáhara son un ejemplo perfecto de ello”, apostilla.

―¿La decisión de Estados Unidos de reconocer la soberanía marroquí sobre el Sáhara es otro ejemplo?

―Las cosas cambian. Desde nuestra perspectiva, nos encontramos en un momento de evolución en un contexto de cambios políticos y operacionales. El papel de la Minurso para promover estabilidad regional sigue siendo importante. Nuestro mandato [original] era organizar un referéndum [de autodeterminación]. Pero creo que sería ingenuo ―esa es mi opinión personal― pensar que se pueda celebrar un referéndum mañana. El centro de gravedad parece estar cambiando hacia otro tipo de acuerdos políticos distintos a los previstos a comienzos de los años noventa.

“Pero yo podría estar equivocado”, concluye el responsable de la Minurso antes de despedirse en El Aaiún. “Si me hubieran preguntado en 1998 si iba a haber un referéndum en Timor Oriental, habría dicho que no. El territorio votó su autodeterminación al año siguiente. Nunca se sabe”.

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