La OTAN ha confirmado este miércoles que ha retirado la acreditación a ocho miembros de la delegación diplomática rusa en la sede de la Alianza en Bruselas por considerar que se trata de “agentes de la inteligencia rusa no declarados”. La repentina expulsión de esos presuntos espías llega sin que se haya producido ningún choque conocido reciente entre los aliados occidentales y Moscú, a diferencia de expulsiones anteriores que se llevaron a cabo tras acusar al Kremlin de orquestar graves agresiones, como el ataque químico que se produjo en el sur del Reino Unido contra el antiguo espía ruso Serguéi Skripal y su hija.
La reacción de la organización que dirige Jens Stoltenberg parece responder en este caso a un deterioro generalizado de las relaciones con el Gobierno de Vladímir Putin. Y llega acompañada por la decisión de reducir a la mitad el número de personas autorizadas a integrar la delegación rusa ante la Alianza, que pasan de 20 a 10. Ese número ya se había reducido en una decena a raíz del ataque contra Skripal. Entonces, en una acción concertada entre varios países occidentales por la que se expulsaron más de 150 representantes rusos en solidaridad con el Reino Unido, la OTAN expulsó a siete diplomáticos rusos de la delegación ante la Alianza y rechazó la acreditación de otros tres. Además, acordó reducir de 30 a 20 el número de representantes que Rusia podía tener ante la organización. Con la nueva reducción ahora se queda en un tamaño tan limitado que podría poner en cuestión la capacidad de diálogo diplomático entre ambas partes.
La agencia de noticias Interfax citó a Leonid Slutsky, jefe del comité de relaciones internacionales de Cámara baja rusa, asegurando que Moscú tomará represalias aunque no necesariamente de la misma manera. “Todas las acusaciones hacia los rusos sobre supuestas actividades malintencionadas son gratuitas y no serán confirmadas”, añadió el diputado.
Fuentes de la Alianza señalan, no obstante, que “la política de la OTAN hacia Rusia sigue siendo coherente. Hemos reforzado nuestra capacidad de disuasión y defensa en respuesta a las acciones agresivas de Rusia, mientras que al mismo tiempo seguimos abiertos a un diálogo con verdadero contenido”.
Lo cierto es que las relaciones de la UE con Rusia están marcadas por una creciente tensión, desde que Rusia se anexionó la península ucrania de Crimea en 2014. La página web de investigación Bellingcat informó en abril de que una unidad de élite de la inteligencia militar rusa estaba detrás de una serie de explosiones de depósitos de armas en la República Checa y Bulgaria. Ambos países expulsaron a decenas de diplomáticos rusos en respuesta a las operaciones sospechosas.
En junio, el Ministerio de Defensa ruso informó de que había disparado un tiro de advertencia contra un destructor británico que navegaba por el Mar Negro, la primera vez desde la Guerra Fría en que Rusia utilizó munición real para disuadir a un buque de la OTAN.
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