La OTAN redobla su alerta sobre una China en ebullición

La OTAN redobla su alerta sobre una China en ebullición

A pesar de que la OTAN está volcada en la guerra de Rusia contra Ucrania, los 30 aliados de la alianza militar no pierden de vista que la amenaza en ciernes está más al este y es China. Con el gigante asiático en plena ebullición por las protestas contra las políticas de covid cero que han emergido como una movilización inédita contra el liderazgo de Pekín, los países de la Alianza Atlántica tienen previsto aprobar este miércoles en una reunión en Bucarest un informe confidencial que alerta del creciente papel de China como fuerza militar en todos los escenarios globales y su pujanza en las guerras híbridas.

“China está intensificando la modernización militar, incrementando su presencia desde el Ártico hasta los Balcanes occidentales, del espacio al ciberespacio”, ha dicho el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg. “La guerra en Ucrania demostró nuestra peligrosa dependencia del gas ruso, esto también debería llevarnos a evaluar nuestras dependencias de otros Estados autoritarios. China no es un caso menor”, ha advertido este martes en la capital rumana.

Rusia es la principal y más inmediata “amenaza” para la Alianza Atlántica. Y la guerra lanzada por el presidente ruso, Vladímir Putin, hace nueve meses y el apoyo a Ucrania para neutralizarla es una prioridad, han reiterado este martes en Bucarest los ministros de Exteriores de los países aliados en una cita en la que, no obstante, no han avanzado en compromisos concretos para enviar más armas y defensas antiaéreas a Kiev y han acordado brindar ayuda humanitaria.

Con el conflicto armado en el este de Europa como escenario de fondo, la OTAN también trata de avanzar en su postura común sobre Pekín, definida por primera vez en la cumbre de Madrid de junio en su “concepto estratégico” como un “desafío” a sus “intereses, seguridad y valores”, después de aparcar el rechazo que había mantenido durante años a debatir sobre los riesgos del gigante asiático en el tablero internacional.

Tras meses de trabajo y en una reunión de dos días en el Palacio del Parlamento (o Palacio del Pueblo), un enorme edificio de arquitectura socialista kitsch cuya construcción ordenó el dictador rumano Nicolae Ceaucescu, los ministros de Exteriores de los países de la Alianza —de la que forma parte España— impulsarán un informe que busca poner el foco en China como el gran reto a medio y largo plazo, según fuentes aliadas. El texto, que se revisará este miércoles en una sesión dedicada a la resiliencia, está enfocado en los retos para el espacio euroatlántico que supone China. Además, tiene en cuenta el vínculo entre Rusia y China, y su poderosa declaración del pasado febrero (20 días antes de la invasión de Ucrania, que Pekín no ha condenado), en la que Xi Jinping y Vladímir Putin reclamaron “un nuevo tipo de relaciones entre las potencias mundiales” y consagraron una “amistad” que “no tiene límites” ni “áreas prohibidas de cooperación”.

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China y su asertividad es una de las obsesiones de Estados Unidos. Y una de las prioridades de la Administración estadounidense de Joe Biden en la política exterior desde su llegada a la Casa Blanca ha sido poner a Pekín en la agenda de la OTAN y contrarrestar su influencia y sus designios (y los de Rusia) contra lo que la Alianza llama el “orden internacional basado en reglas”. Washington lleva largo tiempo presionando para avanzar en esta postura, y la guerra de Rusia en Ucrania y la relación entre Pekín y Moscú, que realizan maniobras militares conjuntas pese al asalto ruso a Kiev, ha sido el principal gancho de Estados Unidos —apoyado por el Reino Unido y Canadá— para introducir el asunto en la alianza militar. China ha causado tradicionalmente una gran división en la organización, con países miembros como Francia y Alemania, que apuestan por una postura pragmática, que no quieren ampliar el foco de la OTAN y sí mantener el contacto y los negocios con Pekín.

También en la Unión Europea, que no se ha puesto de acuerdo en determinar si debe cambiar la postura común y cuál es el mejor enfoque sobre China. De hecho, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, tiene previsto viajar a Pekín este jueves para hablar sobre los desafíos globales y las relaciones entre la UE y China. Ahora, en medio de la oleada de protestas en ciudades chinas por la política de covid cero, han aumentado las voces de quienes creen que debería suspender el viaje.

La OTAN quiere también fortalecer el conocimiento que tiene sobre Pekín, y el uso que hace no solo de su fuerza militar, sino también de las nuevas tecnologías y la economía, según se desprende del informe de la organización. Occidente depende en gran medida del país asiático para mantener sus cadenas de suministro, y para acceder a ciertos componentes y materiales clave; incluidos los minerales de tierras raras.

El uso de China de su enorme músculo financiero, que no admite apenas competidores y que exporta modelos poco respetuosos con los equilibrios de poder, el medio ambiente y los derechos laborales, persiste de fondo en el debate. “Continuaremos comerciando y comprometiéndonos económicamente con China, pero tenemos que ser conscientes de nuestras dependencias, reducir nuestras vulnerabilidades y gestionar los riesgos”, ha incidido Stoltenberg en una conferencia en el foro Aspen, previa a la reunión con los jefes de la diplomacia de los países aliados.

El informe confidencial de la Alianza sobre China, muy centrado en seguridad y defensa, remarca la importancia de dejar espacios abiertos para tener un “diálogo constructivo” en campos como el del desarme y la no proliferación de armamento y para tratar de avanzar en la “confianza mutua”, según fuentes aliadas. En el mismo marco del informe de China, la OTAN también resaltará la importancia de reforzar la cooperación con la UE y los socios de Asia-Pacífico.

La Alianza cierra filas en torno a Ucrania

A corto plazo, la OTAN mantiene el foco en la guerra de Rusia en Ucrania. Los aliados han cerrado filas en torno a Kiev y más de cara a un invierno que se prevé muy duro. Con millones de personas en Ucrania sumidas en la oscuridad y el frío tras los últimos ataques de Rusia contra la infraestructura energética y civil, los países aliados han intensificado este martes sus promesas de apoyo a Kiev en una declaración conjunta. Sin embargo, pese a los reclamos de Ucrania y de su ministro de Exteriores, Dmitro Kuleba, que también ha estado en Bucarest para participar en una cena de trabajo con sus homólogos aliados, los países miembros no han avanzado en promesas concretas de envío de más armas o defensas antiaéreas, mientras se enfrentan al dilema del futuro del conflicto tras las últimas derrotas rusas, pero también al reto de reponer sus propios arsenales, mermados por el apoyo brindado durante nueve meses a Kiev.

Rusia está usando el frío y la oscuridad que ha provocado con sus ataques como arma, ha asegurado el ministro de Exteriores de España, José Manuel Albares, que ha alertado de que si no se actúa para apoyar a Kiev a restablecer los suministros básicos de luz, calefacción y agua, se avecina un desastre humano. “Tenemos que respaldar a Ucrania también desde el punto de vista humanitario y en eso no escatimaremos esfuerzos, ni para favorecer la unidad de los aliados en este contexto, ni para dar una respuesta a la situación humanitaria, energética y de seguridad”, ha dicho Albares, que ha recibido de manos de su homólogo Kuleba en Bucarest la medalla Yaroslav el Sabio por su “defensa y apoyo a Ucrania y a Europa”.

La reunión de Bucarest es muy simbólica para Ucrania. Fue en la capital rumana en 2008 donde el país del Este recibió, junto a Georgia, la invitación para unirse a la OTAN que enfureció a Rusia. Ahora, cuando su adhesión apenas se ha movido desde entonces, la Alianza —que está ultimando la entrada de Suecia y Finlandia en un ingreso exprés motivado por la agresión de Moscú—ha querido insistir en la declaración conjunta en que las puertas no están cerradas para Kiev. Lo ha hecho con un lenguaje, sin embargo, que no predice que el ingreso de ucrania se vaya a mover ni un milímetro.

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