La OTAN inaugurará la nueva era en las relaciones transatlánticas con la celebración de una cumbre de líderes el próximo 14 de junio en Bruselas. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se verá por primera vez con sus aliados desde su llegada a la Casa Blanca el pasado enero. El encuentro al máximo nivel se produce cuando la organización militar afronta la inminente retirada de las tropas de Afganistán y el despliegue de tropas rusas en la frontera de Ucrania. El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, ha afirmado que la reunión es una “oportunidad única” para reforzar el vínculo entre Europa y América del Norte.
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La Alianza Atlántica se dispone a pasar página de una época, la de Donald Trump, en la que Estados Unidos llegó a amagar con dejar la organización. Las difíciles relaciones entre los líderes de la UE, en particular del francés Emmanuel Macron, con el expresidente Trump llegaron a amenazar la supervivencia de la OTAN, que fue puesta en cuestión a ambos lados del Atlántico. Macron, proclive a avanzar hacia una defensa europea, incluso llegó a sostener que la Alianza estaba en una situación de “muerte cerebral”. La victoria de Biden ha permitido una rápida reconciliación con la visita a Bruselas de sus secretarios de Estado, Antony Blinken; y de Defensa, Lloyd Austin.
Las relaciones dentro de la Alianza siguen enturbiadas, sin embargo, por las actuaciones de otro socio: Turquía. El segundo mayor Ejército de la Alianza, después del estadounidense, desafió al resto de sus socios con la compra del sistema de defensa antiaéreo ruso S-400, lo cual mereció sanciones por parte de Washington con Trump todavía en la Casa Blanca. Ankara tampoco atraviesa su mejor momento con la UE. Los hostigamientos a Grecia y Chipe (por disputas de recursos naturales en el mar), la retirada del Convenio de Estambul (contra la violencia de género) y la humillación a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, cuando esta quedó en segundo plano respecto al presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, en una cumbre con Recep Tayyip Erdogan, han distanciado al presidente turco de los líderes europeos.
Stoltenberg ha detallado en un comunicado algunos de los principales puntos de la agenda que abordarán los aliados el 14 de junio. Entre otros, el secretario general de la Alianza militar quiere avanzar en la agenda 2030, con la que pretende impulsar una reinvención de la OTAN, elevando su perfil político y convirtiéndolo también en un foro en el que los aliados pueden resolver sus diferencias. Pero uno de los mayores desafíos de fondo lo constituyen las relaciones con una cada vez más inquietante China. Desde el principio de su mandato, Biden ha mostrado su interés en abordar ese asunto de forma conjunta con sus socios europeos.
Cambio climático
En la agenda estarán también las últimas acciones “agresivas” de Rusia, que ha llevado a cabo su mayor despliegue militar en la frontera con Ucrania desde 2014 y a quien Washington ha impuesto ya sanciones por interferir en las elecciones de 2020, por organizar un ciberataque masivo y por la supuesta oferta de Moscú a los talibanes para atentar contra tropas de EE UU en Afganistán. Estas carpetas estarán también sobre la mesa: la amenaza del terrorismo, los ataques cibernéticos y las tecnologías emergentes y disruptivas. Stoltenberg también ha anunciado que se debatirá sobre el impacto en la seguridad del cambio climático, que se ha convertido en una de las grandes prioridades que comparten Bruselas y Washington. Ambas orillas del atlántico preparan ambiciosos planes para reducir hasta más del 50% las emisiones de dióxido de carbono en la próxima década.
Después de que Trump se retirara en 2019 del Acuerdo del clima de París (2015), Biden ha acercado de nuevo las políticas sobre cambio climático de la UE y EE UU. Hasta el punto de que Bruselas ha temido perder el liderazgo en esa batalla a favor de Washington. Pero las relaciones entre ambos lados del Atlántico no se queda ahí. Biden, que participó por videoconferencia en la última cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la UE, desde el principio quiso limar asperezas no solo con la UE, sino también con el Reino Unido, y retiró los aranceles impuestos por Trump por el contencioso de Airbus y Boeing. Además, empezó a construir una agenda con la UE en la que figura la búsqueda de un impuesto global a las multinacionales que burlan los fiscos a través de los agujeros que siguen siendo los paraísos fiscales.
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