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La pandemia amenaza con dejar a otros 16 millones de latinoamericanos en la pobreza extrema

Habitantes del barrio Los Jazmines en Lima, durante la cuarentena por el coronavirus.JUAN PONCE VALENZUELA / EFE

El coronavirus dejará el cuerpo de Latinoamérica más flaco y falto de vitaminas de lo que ya estaba. El PIB de la región caerá un estimado del 5,3% en 2020 en lo que será la peor crisis de su historia, según un análisis de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) sobre el impacto de la pandemia y publicado este martes. El frenazo amenaza con provocar, a su vez, un incremento del 4,4% en la tasa de pobreza y del 2,5% en la incidencia de la carestía extrema. En suma, el agujero de la pobreza se tragará a una población de casi 29 millones de personas.

Para encontrar un choque comparable hay que remontarse a la Gran Recesión de los años treinta o incluso antes, a la década de 1910. La tasa de desempleo pasará del 8,1% al 11,5%, lo que implica un aumento de casi 12 millones de desempleados, según el organismo de Naciones Unidas. Eso agravará unos índices de pobreza que ya habían empeorado en los últimos años –en 2019 hubo 5,4 millones de pobres más que en 2018–. Sin embargo, el salto va a ser exponencial en 2020. De 186 millones de pobres en 2019 se pasará a 214,7 millones este año y, dentro de esta cifra, aquellos que viven en pobreza extrema irán de 67,5 millones a 83,4 millones.

La proyección de una contracción del 5,3% del PIB es el puntapié definitivo para una región que acaba de cerrar el lustro de menor crecimiento en más de medio siglo. “Desde 2014, la región ha crecido a promedios del 0,4%. El inicio de esta crisis nos va a generar una situación muy delicada”, ha alertado la secretaria ejecutiva de la Cepal, Alicia Bárcena, en conferencia de prensa desde Santiago de Chile. Venezuela encabeza la lista con una contracción del 18%. Las economías de México, cuyo estancamiento es ya marca de la casa, y Argentina, inmersa en negociaciones con sus acreedores para reestructurar la deuda, caerán un 6,5% y la de Brasil, el mayor motor del subcontinente, un 5,2%. Las proyecciones no se alejan de las publicadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) la semana pasada.

Uno de los canales de transmisión de las turbulencias vendrá del exterior, a través del desplome del comercio internacional. El valor de las exportaciones latinoamericanas se reducirá un 15% y el volumen del comercio se contraerá un 6%. Se trata de una revisión a la baja de las estimaciones de este mismo organismo de hace un par de semanas, cuando calculó en un 10% la caída del valor. El frenazo de China golpeará de forma particular a aquellas economías que le venden materias primas. Es el caso de Brasil, Perú, Chile y Uruguay, con más del 20% de sus exportaciones destinadas al gigante asiático.

México, con un importante sector manufacturero atado al mercado norteamericano, también se verá arrastrado al ser un engranaje importante de cadenas globales de producción con un pie en China y otro en EE UU. Además, la baja cotización del petróleo tendrá “un impacto muy fuerte”, según Alicia Bárcena, en las finanzas públicas mexicanas y en las cuentas de Pemex, la muy endeudada petrolera estatal. La Cepal estima una caída de casi el 20% en el valor de las exportaciones petroleras de la región.

Centroamérica tampoco se libra del frenazo mundial. La disminución de las remesas, de entre un 10% y un 15% este año de acuerdo con el organismo de la ONU, abre una vía de agua importante. Un 20% del PIB de El Salvador y Honduras procede de los envíos de dinero de migrantes en el exterior y en Guatemala y Nicaragua su peso supera el 10% de la economía. Esto tendrá una traducción directa en los niveles de pobreza, ya que entre un 80% y 90% de las remesas se usan para cubrir necesidades básicas.

Ante este panorama, la Cepal apunta a una serie de vulnerabilidades que limita la respuesta de la región, entre ellas, la baja recaudación tributaria (18% del PIB, frente a más del 30% en el caso de la OCDE) y un alto nivel de endeudamiento, que ha ido escalando desde la crisis económica de la última década. De situarse en un 30% en 2008 ahora alcanza un 44% en promedio y eso tiene un impacto en el bolsillo de los Estados. La región paga un promedio del 2,6% del PIB en intereses, más del 2,3% que invierte en salud. En países como Argentina o Brasil la deuda supera el 70%.

Varios países latinoamericanos han anunciado paquetes de reactivación contundentes, con medidas que incluyen alivios tributarios y garantías de crédito. Sin embargo, el organismo considera que estos esfuerzos no son suficientes. “No alcanza con lo que están haciendo y van a requerir de más financiamiento”, ha advertido Alicia Bárcena. La secretaria ejecutiva apunta a la necesidad de que las instituciones financieras internacionales, el FMI y el Banco Mundial, faciliten el acceso a crédito y abran la puerta al alivio o “eventual condonación” de la deuda.

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