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‘La peor persona del mundo’: pasa la vida y el amor

Stendhal, que sabía mucho del tema y lo expresó con prosa deslumbrante, escribió: “Lo malo no es el amor, sino su incertidumbre”. Ignoro si el rotundo o solamente irónico título de esta película, La peor persona del mundo, se ha traducido al español caprichosamente o es el internacional, pero puede despistar a los espectadores sobre su trama. No se refieren a Hitler, a Jack el Destripador, a Trump ni a Putin. La protagoniza una mujer joven. Ni buena ni mala. Solo dubitativa, en posesión de un caos anímico que no le permite tener claro lo que quiere hacer con su vida, con capacidad para iniciar el abordaje con amantes y novios, especializada a su pesar en huidas que implican devastación sentimental, capaz de hacer felices a sus parejas, pero planteándose con excesiva frecuencia si ella lo sigue siendo. Conociendo la plenitud, la ruptura fulminante y el reencuentro en situaciones al límite, cuando para la otra persona, en palabras del inolvidable Raymond Chandler, ya todo es triste, solitario y final.

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La dirige Joachim Trier, un señor noruego que al parecer triunfa mogollón en los festivales, pero cuya obra no he visto o la olvido. Me ocurre mucho con gran parte del cine que exhiben en esos sitios tan distinguidos. Mi idea del verdadero prestigio, o simplemente las películas que más me gustan, no suelen figurar en el palmarés de esos templos de la nadería moderna o posmoderna. Mis prejuicios iniciales desaparecen pronto con esta curiosa y original película, dividida en prólogo, epílogo y 12 capítulos. La partición puede ser amenazante si lo que te van contando es una pesadez, pero a mí me interesa esta enigmática mujer que parece muy normal.

Posee una sonrisa tan frecuente como atractiva, tiene estilo, te desconcierta, reivindica sin aspavientos su libertad, toma la iniciativa en los asuntos sentimentales, puede ir de destroyer cuando sus parejas están tan enamoradas como desarmadas. Y ella, a seguir buscando. Aunque están mejor descritos los subidones sentimentales que las bajadas. Tampoco entiendo mucho que el intenso coqueteo de una noche entre dos desconocidos que se atraen mucho no termine en una cama, sino en algo que debe de ser lo más vanguardista, como que ambos se observen mientras mean y luego se despidan sin saber si su historia va a tener continuación, ya que ambos viven con sus parejas. Debe de ser algo muy erótico lo de la exclusividad urinaria; sin embargo, no acabo de pillarle el punto.

Los sentimientos y las situaciones están descritos con vocacional sutileza y con una sofisticada narrativa visual. No me molesta. Tampoco está forzado el reencuentro final de un viejo amor, cuando la definitiva oscuridad acorrala al que se quedó fundido con la ruptura. Y no hay moralina por parte del director. Las cosas fueron así. Son las cosas de la vida, gratas y duras, ilusionantes y desoladas, llenas de magia hasta que esta se esfuma por algún lado. El guion de La peor persona del mundo está trabajado, demuestra conocimiento de los vaivenes del amor, te mantiene interesado hasta ese desenlace que tiene tantos interrogantes como al principio. Y dispone de Renate Reinsve, una actriz con magnetismo que hace creíble a un personaje volátil, entregado y distante, sin planes de futuro.

La peor persona del mundo

Dirección: Joachim Trier.

Intérpretes: Renate Reinsve, Anders Danielsen Lie, Herbert Nordrum, Maria Grazia Di Meo, Hans Olav Brenner.

Género: drama sentimental. Noruega, 2021.

Duración: 128 minutos.

Estreno: 11 de marzo.

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