La periodista de EL PAÍS Ángeles Espinosa, Premio Internacional de Periodismo Julio Anguita Parrado


Ángeles Espinosa (Santo Domingo de la Calzada, 58 años) ha sido reconocida este martes con el Premio Internacional de Periodismo Julio Anguita Parrado, que concede el Sindicato de Periodistas de Andalucía. El jurado ha destacado de la corresponsal de EL PAÍS en Dubái su “larga y fructífera trayectoria”, así como el ejemplo que ofrece de periodismo “de gran calidad, realizado por una profesional muy rigurosa y analítica”.

“Ser corresponsal es el sueño de mi vida”, confiesa Espinosa por teléfono desde Emiratos Árabes. Su aspiración ha sido siempre la de “entender el mundo” y el periodismo le ha brindado el camino para, al menos, intentarlo. La redactora ha estado toda su carrera vinculada a EL PAÍS, desde que entró como becaria en el verano de 1984. Comenzó a trabajar en la sección de Internacional y en seguida obtuvo su primera oportunidad. El puesto de corresponsal en Beirut quedó vacante y se animó a presentarse con 23 años. “Por supuesto no esperaba que me eligieran, pero pensé que así el entonces director, Juan Luis Cebrián, se acordaría de mí en una futura ocasión”. Se equivocó y, “contra todo pronóstico”, le concedieron el puesto.

Llegó a un país en guerra y admite que no fue fácil. La primera noticia que cubrió fue un atentado bomba muy cerca de donde vivía. “Era una inconsciente, en ese momento quería comerme el mundo y seguro que metí la pata muchas veces por no tener experiencia”, reconoce. Aprendió “a las bravas”, pero eso le otorgó las tablas necesarias para continuar cubriendo la actualidad de la región durante más de tres décadas.

Desde entonces ha informado de los principales conflictos de Oriente Próximo y Asia Central, incluidas las tres guerras de Irak. En 2011 fue expulsada de Irán después de entrevistar al disidente Ahmad Montazerí y desde aquel momento trabaja en Dubái, cubriendo una docena de países.

A diferencia de los periodistas locales, el oficio de corresponsal es solitario. “Cuando llega el momento de trabajar eres tú y tu ordenador, no tienes con quien contrastar”, lamenta Espinosa.

La pandemia no ha hecho más que agravar esa situación, además de dificultar el acceso a las fuentes de información. La mayoría de los países que cubre son regímenes autocráticos sin libertad de expresión. Utilizar el teléfono o internet para evitar el contacto físico no es una alternativa. “Las personas van a tener miedo y yo misma tengo precaución de no ponerlas en peligro”, explica.

La periodista, que ha sido destacada con premios como el Ortega y Gasset (2002 y 2003), ha recibido el Julio Anguita Parrado con una reacción “ambivalente”. Mentar el galardón le trae a la memoria el recuerdo de su compañero, asesinado por un misil en 2003 en Irak, y el momento en el que conoció su muerte: “La noticia hizo que se derritiera la capa que te pones de chica valiente y te das cuenta de lo frágil y vulnerable que eres”. Apunta que, además, al día siguiente también falleció el cámara José Couso en el mismo conflicto.

A la vez, se siente agradecida por el reconocimiento de sus compañeros, aunque repite que sabe que los premios tienen mucho de “aleatorio”. El jurado la señala como un referente para las jóvenes periodistas y, aunque ella se resta méritos, recibe mensajes de estudiantes y compañeras de profesión que le piden consejo. “Siempre miramos a los veteranos y el hecho de que no hubiera muchas mujeres trabajando en esta parte del mundo, sobre todo españolas, ha podido influir; si he ayudado, me alegro”.


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