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Jürgen Klopp ordenó a los empleados del Liverpool que guardan más afinidad con Mo Salah y Sadio Mané que llamasen a los jugadores para felicitarlos por alcanzar la final de la Copa de África. Según fuentes próximas al club y a los futbolistas, el entrenador insistió en trasladar a las estrellas de Egipto y Senegal un mensaje de concordia. Debían tener muy presente que representaban al Liverpool y debían proteger la imagen del club ante el mundo demostrando respeto mutuo. La sangre de su rivalidad personal y profesional no debía llegar al río, por más caliente que resultase el partido. Dicen que la respuesta de Salah fue positiva con reparos. La respuesta de Mané fue sencillamente seca: “Nos vemos en Liverpool la semana que viene”.
La pesadilla que atormentaba a Klopp desde Navidad se materializó el jueves pasado, cuando Egipto se clasificó para disputarle a Senegal la final de la Copa de África que concluye este domingo a las 20:00 horas en el estadio de Ombelé, en Camerún.
Para disgusto del entrenador, el destino colocó frente a frente al egipcio y al senegalés, sus dos jugadores más desequilibrantes, largamente enfrentados en una guerrilla soterrada que divide al vestuario desde hace años. Una competencia viciada entre compañeros de club que en el territorio liberado de la Copa de África de selecciones amenaza con exhibir un enfrentamiento que acabe por descarrilar al Liverpool de su objetivo primordial. Klopp calcula que, dada la depresión generalizada entre muchas de las grandes potencias del fútbol europeo, este año la Champions es un trofeo más asequible que nunca.
“Cuanto más postergas la solución de ciertos problemas, más se complican”, advirtió a The Daily Telegraph hace un año Jamie Carragher, ex capitán del equipo y una de las personalidades más respetadas en Anfield. “La falta de acuerdo entre Salah y Mané encaja en esta categoría. La frustración de Mané se ha acumulado durante meses y cualquier cosa puede desencadenarla y hacer que salga afuera”.
El malestar es objeto de un debate nacional en el fútbol inglés. Carragher, como Michael Owen, han sido algunos de los veteranos del Liverpool que han señalado públicamente un desencuentro que a veces resulta muy ostensible en el campo de juego. Mané dio seis asistencias de gol a Salah en la primera temporada que coincidieron (2017-18) en la Premier, según Opta. En el curso siguiente los pases de gol del senegalés al egipcio se rebajaron a uno solo. Desde entonces Mané no ha dado a su compañero más de dos asistencias por temporada.
Dos agentes que trabajan regularmente con el Liverpool coinciden en señalar que la raíz del conflicto fue la falta de tacto del club a la hora de renovar los contratos de los jugadores.
Mané, de 29 años, fue fichado al Southampton por unos 40 millones de euros en 2016. Salah, también de 29 años, fue fichado a la Roma por una cantidad parecida en 2017. A los dos se les asignó un salario de dos millones de euros netos anuales, más variables. Sin embargo, al ver que Salah metía 32 goles en su primera temporada de liga, récord de la Premier, los dirigentes se apresuraron a emprender negociaciones con su agente para mejorarle el contrato. En julio de 2018, un año después de su fichaje, acordaron pagarle 14 millones netos por curso. Por el camino postergaron a Mané, el jugador polivalente que con su altruismo y su inteligencia hacía posible muchos de los goles del egipcio. Mané siguió cobrando dos millones hasta 2019. Solo cuando el Liverpool conquistó la Premier, le subieron el sueldo a 10 millones. Pero su extremado sentido del orgullo no olvidó el agravio comparativo.
Mané siempre sintió que Salah nunca podría jugar como Mané, pero en cambio él, liberado del trabajo en el mediocampo, sí podría meter todos los goles que mete Salah.
“Entre estos dos jugadores hay un problema gigante”, advirtió en TalkSport el exinternacional inglés Trevor Sinclair. “Mané es un enorme jugador de equipo, mientras que Salah juega más para sí mismo. Mientras los resultados fueron buenos, taparon las brechas con escayola, pero bajo presión se ha visto que su relación es mala.”.
Salah y Mané han aglutinado a sus compañeros en dos facciones dentro del vestuario del Liverpool. Cada uno con sus partidarios, testigos más o menos jocosos de un concurso que se aproxima al desenlace. Desde el club aseguran que, según avanzaba la Copa de África, los protagonistas del duelo enviaban mensajes a sus amigos en Liverpool señalando que se avecina el día en el que se ajustarán todas las cuentas pendientes.
Nadie pagó 120 millones por Salah
La tensión ha sido difícil de disimular. El propio Klopp lo admitió después de un Liverpool-Chelsea en el que Mané abandonó el campo gesticulando contra su colega, porque no le pasó la pelota. “Sadio no puede ocultar sus emociones”, dijo el técnico. “Me gusta. Somos individuos. Somos emocionales”.
Hace un año, Klopp procuró solucionar la crisis por la vía tajante. Convencido de que el jugador más importante de la plantilla era Mané, acordó con el Liverpool que pondrían en venta a Salah. El precio de salida fue de 120 millones de euros negociables. El egipcio permaneció en el escaparate durante todo el segundo verano de la pandemia. Pero nadie ofreció lo que pedían.
Ahora Klopp cree que si Senegal gana la final, la situación será difícil de gestionar, ya que Mané se verá legitimado en sus reivindicaciones, añadiendo una cuota más de tensión a la convivencia enrarecida de dos futbolistas esenciales que acaban contrato en 2023. “La zozobra es tan grande que si el mercado de invierno se prolongase hasta marzo, el Liverpool los ofrecería a los dos por 50 millones de libras cada uno, y vendería al primero por el que paguen”, especula medio en broma, medio en serio, un agente en contacto regular con el club del Mersey.
Cinco años gloriosos han cubierto de fantasía una dura realidad profesional de competencia interna, celos y desequilibrios laborales. Hoy el destino del Liverpool de Klopp pasa por Camerún, donde Sadio Mané, al frente de Senegal, procurará levantar la primera Copa de África de su país a costa de Mo Salah, referencia indiscutible de Egipto, única selección que ha alcanzado los seis títulos.
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