El argentino Renzo Fraccaro, de 24 años, solo quiere volver a casa. El coronavirus ha interrumpido su último año de Medicina con una beca en Lyon (Francia). Su vida es ahora un laberinto aéreo de compra de billetes con diferentes escalas y destinos a los que no puede volar porque Argentina ha cerrado fronteras y los billetes que tenía no sirven. Ha dormido varios días en la Terminal 4 de Madrid. Junto a sus compañeros Eugenia, de 22 años, y Julián, de 24, buscan la manera de regresar a su ciudad, Mendoza. A los tres les parece “de locos” encontrarse en uno de los principales focos mundiales de la pandemia después de que el presidente de su país, Alberto Fernández, haya cerrado las fronteras. Ni siquiera ellos pueden regresar a casa.
Decenas de argentinos se buscan estos días la vida en la capital sin ayuda de sus autoridades. “No queremos que nos mantengan sino que nos abran la frontera para volver. Tenemos pasaje de regreso”, se queja Celia Betbeder, de 59 años, desde el piso turístico que ha alquilado con otros dos compatriotas en el centro de la capital. El virus ha infectado también a Airbnb, el portal donde lo han encontrado por 30 euros diarios. Esta empleada judicial de Mar de Plata sabe que el precio que están pagando es menos de la mitad de lo que costaría sin pandemia. “Pero para nosotros, por el cambio del peso, es mucho dinero”, afirma.
El de estos argentinos es solo un grano de arena en medio del desierto. No hay cifras de cuántos extranjeros se hallan atrapados bajo el decreto de estado de alarma en la capital de España. El Ministerio de Asuntos Exteriores lleva a cabo gestiones para fletar vuelos de repatriación para los españoles que se han quedado en el extranjero. Pero en la mayoría de los casos, reconoce la compañía Iberia, esos aviones despegan sin pasajeros desde el aeropuerto Adolfo Suárez-Madrid Barajas, porque traerán a españoles de vuelta, pero países como Argentina no les dejan llevar a los extranjeros de vuelta.
Renzo y sus compañeros se quedaron sin el vuelo de Iberia que tenían reservado en medio de esa espiral de cierre de fronteras de los Gobiernos, de desinformación, de baile de compañías aéreas y de escalas imposibles en tiempos de confinamiento.
En el aeropuerto ha pasado también varias noches Celia Betbeder, que lucha por conseguir la medicación diaria que necesita tras haber sufrido cáncer de útero y mama. Su ansiedad y tristeza crecen mientras trata de que un oncólogo le facilite comprar ese tratamiento para estos días en una farmacia de Madrid. El viernes recibió, por vez primera, una llamada al respecto de la Embajada de su país. Lo de volver a casa, imposible, le aseguran los diplomáticos.
Tampoco puede por el momento volar a la isla de La Palma, adonde viajó para visitar a sus nietos desde su país el pasado día 2 y donde la crisis de la pandemia le pasó por encima. Desde la cancillería argentina únicamente les facilitan la lista de los lugares en los que pueden quedarse en Madrid. Eso sí, por sus propios medios. “Está bien que paren el turismo, pero al menos que nos den una solución”.
En medio de la incertidumbre, decenas de ellos se organizan por grupos de WhatsApp a la caza de una solución que en ningún caso depende de ellos mismos ni de sus circunstancias. Se aferran a un vuelo que supuestamente despega este sábado desde Madrid hacia Argentina para repatriar españoles. Pero el muro de la negativa de su Gobierno seguía siendo infranqueable el viernes.
La mayoría de los vuelos regulares del mundo se están viendo afectados por las restricciones que impone la crisis del virus, explican fuentes de Iberia. Ahora, en cada caso han de negociar las condiciones especiales en las que se lleva a cabo el viaje en coordinación con Exteriores. En los últimos días han despegado desde Madrid vuelos vacíos a recoger españoles en República Dominicana, Ecuador, Panamá, Perú o Senegal. Pero esos países no permiten que en esos aviones regresen a casa sus nacionales atrapados en territorio español. Otros como Guatemala ni siquiera permiten que los españoles sean repatriados, informa la compañía aérea española.
“Nos están dejando varados en el mayor foco de contagio. Estoy durmiendo en el suelo. No tengo comida. Ni plata… Es de locos que salga un avión vacío a Argentina”, lamenta Lucas Bórquez, de 34 años, al emprender una nueva jornada para aclarar su futuro en un país del que no puede salir.
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