Ecuador tiene playas kilométricas con palmeras, bañadas por el agua tibia del Pacífico y con un clima que se mantiene por encima de los 30 grados durante todo el año. Las condiciones naturales del país bendicen el turismo interno en cada feriado. Pero hay crisis. Y eso ha desinflado las ganas de salir de casa de las familias en los cinco días de puente que comienzan este sábado por el Día de los Difuntos. El ministerio de Turismo estimaba que se moverían 77 millones de dólares, más de lo que esperaba hace justo dos años cuando nadie había oído aún hablar del coronavirus ni de confinamientos.
Pero las expectativas de una recuperación total se han visto mermadas por dos factores, uno de último momento. Este año, como en 2019, el malestar social ha sacado a las calles una movilización del colectivo indígena que se traduce en cortes de carreteras y bloqueos. Hace dos años, las protestas paralizaron al país entero durante tres semanas. Ahora, han sido solo tres días y solo en algunas vías de acceso a Quito, la capital. Pero han sido suficientes para desatar una ola de cancelaciones en los hoteles. “Se cayeron un 15 %”, asegura Holbach Muñetón, representante del gremio turístico.
Cuando los organizadores de las movilizaciones anunciaron el jueves una tregua “por respeto a la tradición de finados”, los establecimientos hoteleros volvieron a recibir llamadas. “Pero el daño ya está hecho; no se puede vivir en un país de incertidumbre”, se queja el presidente de la Federación Nacional de Cámaras Provinciales de Turismo del Ecuador. Ni las ciudades se han vaciado de gente ni ha habido grandes atascos en las carreteras como en otras ocasiones. Hay zonas con un 40% de ocupación, otras al 50% y en los destinos playeros llegan al 75%.
Pero otro frente ha disuadido también a los ecuatorianos. “No tengo trabajo fijo, vivo de cachuelos (trabajos esporádicos)”, explica Antonio Calle. El albañil busca una fuente de ingresos estable en Guayaquil, la capital económica del país, para mantener a su familia. “Me he privado de salir a pasear o viajar en el feriado, si me pongo a gastar, ¿qué como?”, replica. Se lamenta porque “ha mandado decenas de carpetas con su hoja de vida y no hay empleo”.
El bolsillo de las familias está desgastado por efecto de la pandemia de covid-19 que destruyó miles de empleos y se comió los ahorros de los hogares. Hay quienes han decidido quedarse en sus ciudades a pasar los cinco días de descanso y también quienes solo saldrán de paseo un día o dos. “Al inicio fue el coronavirus que nos encerró, ahora es la situación económica y la inseguridad”, se resigna Calle. Solo tres de cada 10 ecuatorianos, según ha repetido el presidente Guillermo Lasso, tiene un puesto de trabajo formal en un país con un tercio de su población en condiciones de pobreza y extrema pobreza.
Lo que cuenta el albañil es lo que se ve en las cifras de gasto de los turistas. Cada ecuatoriano se deja menos de 60 dólares y viaja dos o tres días. Por eso, lo que reclama la industria turística para salir de la crisis no son muchos días festivos seguidos sino incentivos estatales. Medio millón de personas trabajan en el sector, según las estadísticas del Gobierno, que ha tratado de convencer a los ecuatorianos de viajar durante el puente con una campaña que dice que así se reactiva la economía nacional.
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“Voy a quedarme aquí nomás para no gastar porque no hay plata”, zanja Christian Granizo, un joven que mantiene económicamente a su hermana y sus padres. ¿En qué trabaja? “Trabajaba”, responde. Tenía un empleo en una empresa de comida rápida que perdió en la pandemia y ahora vive de encargos de un día o dos. Se queja de que todo está más caro y ni se le ocurre viajar como antes a destinos de playa, como Salinas o Montañita, a donde peregrinan la mayoría de guayaquileños por estas fechas. “Yo antes iba al mercado con 30 dólares y traía bastantes productos; ahora solo traigo ciertas cosas como para hacer un almuerzo o una merienda (cena). No hay dinero, no hay ahorros”.
Pese a las estrecheces, el feriado de Difuntos del 2 de noviembre y el de la Independencia de Cuenca del 3 de noviembre hacen de este puente el segundo de mayor movimiento después del de Carnaval. La oferta turística está preparada para la llegada de visitantes y los negocios esperan que el caso de Ronaldo Carrasco, un chofer de ruta escolar que irá con su familia los cinco días a Baños de Agua Santa, en la cima de Los Andes, no sea la excepción. “Por el momento, nuestra economía está estable y con ese ahorro vamos a viajar”, cuenta el conductor profesional. Irá a un hotel de 10 dólares por noche con su esposa, su hija, sus padres, sus tres hermanos, dos primos, una tía y un sobrino. “Es nuestro primer viaje desde marzo de 2020″, reconoce. La mascarilla solo deja entrever su sonrisa cuando se le achinan los ojos.
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