La polémica Titane, de la francesa Julia Ducournau, ha obtenido la Palma de Oro de la 74ª edición del Festival de Cannes. La realizadora es la segunda ganadora del certamen francés tras Jane Campion, por El piano en 1993, aunque en aquella ocasión fuera compartido. El filme de Ducournau ha provocado grandes debates desde su proyección por su radicalidad, su firmeza y su defensa de un amor por encima de sexos y del empoderamiento femenino. Su protagonista, una asesina en serie que se queda embarazada de un coche, acabará haciéndose pasar por un chico desaparecido para poder esconderse. Titane es traducible por titanio (por la placa que lleva en la cabeza la protagonista) y, como explica su creadora, es también un juego sobre los mitos y los titanes, los gigantes griegos que quisieron asaltar los cielos, como su personaje. En francés, al añadir la e al final de la palabra, se feminiza.
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El jurado estaba presidido por Spike Lee, que la lio en la ceremonia al soltar de buenas a primeras que la Palma de Oro era para Titane, en vez de seguir el orden natural ascendente de los premios, y desde luego ha parecido un cóctel medido en sus nueve componentes de voces masculinas y femeninas, y de creadores de todas las partes del mundo. Lee pidió perdón por el desastre que realizó reventando toda intriga: “He aprendido que siempre hay tiempo para una segunda oportunidad”, antes de estar a punto de saltarse el guion de nuevo. Después, en sala de prensa, repitió que no tenía “excusas” para su error.
Titane salta de las referencias de Crash, de Cronenberg, al terror más puro rozando un punk visual que supera las crudas imágenes de la primera película de la directora, Raw (2016), para acabar hablando del amor entre un padre y un hijo, o al menos alguien a quien considera su vástago. Ducournau, parisiense de 37 años, asciende al olimpo cinematográfico, y con una voz clara: en el escenario con la Palma en la mano, defendió la diversidad, lo queer, y la emoción de lo monstruoso y lo distinto. Lee alabó su “locura, su genialidad y cómo logra conjugarlo”. Otra de las componentes del jurado, la cineasta austriaca Jessica Hausner, apostilló que nunca hablaron de si su autor era hombre o mujer: “Solo tras haber tomado la decisión, nos fijamos en eso”.
El gran premio del jurado se repartió ex aequo para Un héroe, del iraní Asghar Farhadi, y para Hyutti Nro 6, del finés Juho Kuosmanen. El premio del jurado fue también ex aequo para Memoria, de Apichatpong Weerasethakul, y Ha’berech, de Nadav Lapid. Los dos premios de interpretación fueron para Caleb Landry Jones, por Nitram, y para Renate Reinsve, por Verdens Verste Menneske. Por cierto, que Jones también apareció muy nervioso en el escenario, con arcadas, y agradeció el trofeo lo más rápido que pudo antes de decir: “No puedo hacer esto”, y desaparecer. El galardón a la mejor dirección fue para Leos Carax, por Annette y el mejor guion lo ganaron Ryûsuke Hamaguchi y Oe Takamasa, por Drive My Car.
En cuanto a la sección oficial a concurso, hay que reconocer que la nota media es de notable. Salvo alguna película seleccionada por su continente de procedencia (las dos africanas adolecían de originalidad) y de Flag Day, la lamentable vuelta de tuerca de Sean Penn a su carrera como director, en el resto había como poco apuntes que justificaban su proyección. Y eran notables Un héroe, de Asghar Farhadi; los 40 minutos finales de Memoria, de Apichatpong Weerasethakul; Les Olympiades, de Jacques Audiard; Les Intranquilles, de Joachim Lafosse; Verdens Verste Menneske, de Joachim Trier, y Red Rocket, de Sean Baker; y muy interesantes Nitram, de Justin Kurzel; Tre Piani, de Nanni Moretti; La crónica francesa, de Wes Anderson (en su desarrollo visual); o Tout s’est bien passé, de François Ozon. Tres títulos abrieron en canal a los espectadores, que después se dividieron en acérrimos defensores o radicales detractores: Annette, de Leos Carax; Benedetta, de Paul Verhoeven, y Titane. Y eso siempre viene bien a los actuales patios de butacas anestesiados. Por encima de todas, eso sí, Drive My Car, de Ryûsuke Hamaguchi, excepcional director japonés que ha adaptado un cuento de Haruki Murakami. Si Asako I & II (2018) ya daba muestras de su maestría, en la pasada edición de la Berlinale, celebrada en línea, su La rueda de la fortuna y la fantasía fue el mejor largometraje del concurso, del que se llevó el gran premio del jurado. En medio año Hamaguchi ha estrenado dos obras maestras.
Han pasado 784 días desde que se clausuró la edición de 2019. Desde que ganara Parásitos, del coreano Bong Joon-ho, su Palma y Antonio Banderas el premio a mejor actor con Dolor y gloria. Después Parásitos se convertiría en la segunda Palma de la historia en ganar también el Oscar a mejor película (solo lo había logrado anteriormente Marty, de Delbert Mann). Y la covid-19 devino en pandemia y acabó con la edición de Cannes de 2020 (solo se anunció su selección de película), y aplazó esta 74ª edición de mayo, su fecha habitual de celebración, a julio. Según la organización ha habido unos 28.000 acreditados, un 30% menos que años precedentes entre prensa, artistas y participantes en el mercado del cine, aunque en las salas las ausencias parecían mayores.
Lucha contra la covid
Y, sobre todo, ha habido cierto descontrol acerca de la pandemia. Si desde el inicio a todos los acreditados se les obligó a pasar un test de antígenos cada 48 horas o a portar un documento que acreditara la pauta completa de vacunación (salvo en el caso de los estadounidenses, a quienes no se les reconoce la validez de sus vacunas), no hubo ni la misma rigidez ni el mismo control en el uso de la mascarilla. Solo llegado el primer fin de semana (el certamen dura 12 días), se incrementaron los avisos: antes de las proyecciones, desde el lunes 12, se escuchó una advertencia que recordaba la prohibición de bajarse las mascarillas durante las sesiones. En las ruedas de prensa, después de siete días de cierta laxitud, los cineastas por fin se sentaron con mascarilla.
Cada día, se han realizado unos 5.000 test, y de media hubo tres positivos, con días de ninguno y otros de hasta seis. No ha existido protocolo para esas personas ni seguimiento de sus casos y de su confinamiento, ni se les ha facilitado ayuda. Tampoco se han podido rastrear sus contactos: por primera vez las entradas a las sesiones se obtenían de forma telemática, pero no eran numeradas, sino solo con áreas acotadas.
Ante la ausencia de muchas estrellas estadounidenses (no ha habido muchas fiestas ni por tanto patrocinadores para sus estancias), el certamen incrementó sus clases magistrales, realizadas por Bong Joon-ho, Jodie Foster, Matt Damon, Isabelle Huppert, Marco Bellocchio y Steve McQueen. Y dos Palmas de Oro de Honor: a Foster, que la recibió en la inauguración de manos de Pedro Almodóvar, y a Marco Bellocchio, a quien se la ha entregado en la clausura Paolo Sorrentino. Ya solo por eso dos momentos a sendos creadores fascinantes merecía la pena celebrar este certamen.
Palmarés del certamen
Palma de Oro: ‘Titane’, de Julia Ducournau.
Gran Premio del Jurado: ‘ex aequo’ para ‘Un héroe’, de Asghar Farhadi, y ‘Hyutti Nro 6’, de Juho Kuosmanen.
Premio del Jurado: ‘ex aequo’ para ‘Memoria’, de Apichatpong Weerasethakul, y ‘Ha’berech’, de Nadav Lapid.
Mejor dirección: Leos Carax, por ‘Annette’.
Mejor actriz: Renate Reinsve, por ‘Verdens Verste Menneske’.
Mejor actor: Caleb Landry Jones, por ‘Nitram’.
Mejor guion: Ryûsuke Hamaguchi y Oe Takamasa, por ‘Drive My Car’.
Cámara de Oro: ‘Murina’, de Antoneta Alamat Kusijanovic.
Premio de la crítica internacional: ‘Drive My Car’, de Ryûsuke Hamaguchi.
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