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La policía de Haití mata a cuatro de los presuntos asesinos del presidente Jovenel Moïse

La policía de Haití ha anunciado en la noche del miércoles de la muerte de cuatro presuntos “mercenarios” y la captura de otros dos, acusados de dar muerte en su casa al presidente Jovenel Moïse. “Cuatro mercenarios fueron asesinados, dos puestos bajo nuestro control. Tres policías que habían sido tomados como rehenes fueron recuperados”, ha dicho el director general de la policía haitiana, Léon Charles, en un comunicado leído por televisión. Charles ha revelado además que sus hombres realizan un operativo de captura en la capital, Puerto Príncipe.

Crisis en Haití

Según el jefe de la policía, sus hombres lograron dar con los presuntos asesinos porque los persiguieron tras el ataque, perpetrado en la madrugada del miércoles en la residencia donde el presidente dormía con su esposa, quien resultó herida pero “está fuera de peligro”, según informó el Ejecutivo haitiano.

Charles no ha revelado ninguna otra información sobre la identidad o las motivaciones de los autores del asesinato, informa la agencia AFP. Según el juez que investiga el caso, citado por la prensa local, el presidente Moïse, de 53 años, recibió 12 balas, y su oficina y su habitación fueron saqueadas. Horas antes, el primer ministro, Claude Joseph, había prometido a los haitianos que los asesinos del presidente “pagarían por lo que hicieron en los tribunales”. Según el embajador de Haití en Estados Unidos, Bocchit Edmond, el comando estaba integrado por mercenarios “profesionales” que pretendían ser funcionarios de la agencia antidrogas estadounidense.

Fotogalería: La trayectoria política de Jovenel Moïse

La muerte de Moïse aboca al país a una etapa de incertidumbre y alimenta la idea de la creación de una “Somalia en las Américas”, como han descrito algunos analistas. A la crisis humanitaria provocada por un año de pandemia y huracanes se suma la violencia de las bandas urbanas, que han elevado el nivel de terror por los asaltos y secuestros que asolan el país. Paralelamente, el caos político parece instalarse como única forma de gobierno en la nación más pobre de América (y una de las más pobres del mundo).

El asesinato ha sorprendido entre las clases políticas y diplomáticas en el país, ya que se produce a poco más de dos meses de las elecciones presidenciales y legislativas convocadas para el próximo 26 de septiembre. En esos comicios ya quedaba establecido que Moïse no podía ser candidato y, por tanto, era la hoja de ruta aceptada por la comunidad internacional para dar salida a la crisis. La oposición acusaba a Moïse de aferrarse al poder y gobernar por decreto desde que disolvió la Asamblea. En una entrevista concedida a este periódico, el mandatario aseguró que dejaría el poder en 2022 con el argumento de que su llegada real al puesto se había producido en 2017, más tarde de lo previsto.

Moïse asumió el cargo en medio de unas polémicas elecciones que tuvieron que ser repetidas, pero que posteriormente ganó con claridad y sin necesidad de segunda vuelta. El pasado febrero, Moïse denunció un fallido golpe de Estado y un intento de magnicidio y hasta un juez de la Corte Suprema se proclamó presidente legítimo. “El golpe de Estado no es un hecho puntual, sino una secuencia de acciones. Hasta ahora los Gobiernos eran títeres de los grupos económicos, pero esto hoy no sucede y nuestras decisiones sientan muy mal a quienes se sienten poderosos e intocables. Un pequeño grupo de oligarcas está detrás del golpe y quiere apoderarse del país”, denunció entonces en la entrevista a EL PAÍS.

Jovenel Moïse fue elegido en 2015 con la promesa de llevar agua corriente y electricidad a todo el país. Con la llegada a la Casa Blanca de Joe Biden, tanto el Departamento de Estado, la OEA (Organización de Estados Americanos) y el Core group, el grupo de países amigos de Haití, entre los que está Canadá, Estados Unidos, Francia, España o Brasil, respaldaban la opción de que Moïse concluyera su mandato en 2022, aunque exigían la restauración de los diferentes poderes del Estado.

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