Fueron seis los minutos de brutal violencia que en la madrugada del pasado 3 de julio acabaron con la vida de Samuel Luiz y desde el primero al último Ibrahima Shakur se jugó la vida para intentar salvar al joven de una paliza que acabó siendo mortal. El levantamiento del secreto que hasta este lunes pesaba sobre la investigación judicial revela que el hombre senegalés de 38 años, que junto con su compatriota Magatte fue el único de los numerosos testigos de la agresión que trataron de evitarla, recibió continuos golpes al interponer su cuerpo entre los detenidos y la víctima. La jueza del caso ha decidido imputar también a cinco de los seis investigados por el crimen de Samuel, dos de ellos menores, un delito de tentativa de homicidio contra Ibrahima, según han desvelado los responsables de la investigación en una rueda de prensa celebrada en A Coruña.
El crimen ocurrido en el paseo marítimo coruñés provocó una ola internacional de protestas promovida por colectivos LGTBI porque el hombre que agredió en un primer momento a Samuel se encaró con él llamándole “maricón”. El insulto no fue recogido en el primer atestado policial sobre el crimen porque fue una “comparecencia muy rápida” y “somera”, explican los investigadores, aunque la amiga que acompañaba al joven aquella noche asegura que así relató los hechos a los agentes. La instrucción, que sí recoge ese dato, no acusa de momento a los agresores de un delito de odio porque “a fecha de hoy” la motivación homófoba no ha sido comprobada. Con todo, se trata de una línea de investigación que sigue abierta, explica José Luis Balseiro, jefe superior de Policía de Galicia. “Eso fue aflorando con el paso del tiempo, con las testificales y otras pruebas, pero no está finalizado”, abunda Balseiro, quien incide que será la jueza quien a lo largo de la instrucción deberá determinar si se trata de un crimen homófobo.
En vídeo, el delegado del Gobierno en Galicia, José Miñones, actualiza los datos sobre la investigación del asesinato de Samuel Luiz.
Un mes después de la tragedia se han recogido 41 testificales. La reconstrucción de los hechos, a través de esos testimonios, de las grabaciones de las cámaras, de los registros, del análisis de los teléfonos móviles y del rastreo de las redes sociales, confirma que los agresores de Samuel no lo conocían y que la emprendieron a golpes con él a la salida del local de copas El Andén tras pensar erróneamente que la víctima y la amiga que lo acompañaba estaban grabándolos con el móvil. Fue una “agresión continuada y en distintas fases a lo largo de 150 metros” perpetrada por un “grupo de amigos y conocidos” de entre 16 y 25 años, ha expuesto el delegado del Gobierno en Galicia, José Miñones, entre las 2.58 y las 3.04 de la madrugada. Ibrahima Shakur y Magatte, dos inmigrantes que hasta ahora no tenían papeles, han recibido un permiso de residencia y trabajo en España por su “labor humanitaria” en auxilio del joven fallecido. “Es lo menos que la sociedad española puede hacer”, defiende Miñones.
Dos informes de ADN apuntalan la acusación contra los dos principales implicados, el detenido que inició la agresión y un amigo de este que salió del pub y que, según la investigación, sorprendió a Samuel por detrás agarrándole del cuello. La novia del primero está en libertad con cargos y medidas cautelares porque no participó directamente en la paliza y solo está acusada de encubrimiento, mientras que sobre otro de los encarcelados pesa una imputación de apropiación indebida, unida a la de homicidio, porque se llevó el móvil de Samuel. La policía explica que el testimonio de varios testigos presenciales permitió ya en la noche de los hechos localizar a los sospechosos, aunque fueron vigilados durante tres días hasta su arresto mientras se analizaban las grabaciones de las cámaras y se interrogaba a más personas presentes en el lugar. “Se ha trabajado desde la prudencia y responsabilidad” para aclarar “este indescriptible crimen”, defiende el delegado del Gobierno en Galicia.
Las pesquisas han probado que los agresores, además de puñetazos y patadas, utilizaron una botella de cristal. Los análisis que se están realizando intentan dilucidar si también se blandió como arma un instrumento metálico sobre el que no se han dado más detalles y se buscan restos de ADN de los demás acusados en una prenda de ropa. La policía revela que varios testigos sostienen que uno de los agresores llevaba en la mano una navaja. Los resultados de la autopsia descartan la existencia de un único golpe mortal y, por tanto, de un solo autor material de la muerte de Samuel. El traumatismo craneoencefálico que puso fin a la vida del joven de 24 años, que compaginaba su trabajo de auxiliar de enfermería en una residencia de mayores con los estudios de protésico dental, lo causaron varios puñetazos y patadas, no uno en concreto.
Pedro Agudo, comisario jefe de la brigada provincial de la Policía Judicial, asegura que la colaboración de los detenidos, tres de ellos encarcelados y los dos menores recluidos en un centro de internamiento, ha sido “nula”. Agudo, que ha dirigido una investigación en la que han participado expertos en delitos telemáticos, revela que los acusados borraron incluso de sus redes sociales las conversaciones que mantuvieron tras el crimen. Para el comisario, lo ocurrido en A Coruña el 3 de julio “marca un antes y un después” por el hecho de que personas sin antecedentes penales hayan participado en un linchamiento mortal. Agudo sostiene que el crimen de Samuel no es comparable a la paliza ocurrida en Amorebieta porque “las personas que participaron en A Coruña no estaban catalogadas como delincuentes”.
La operación para depurar responsabilidades por el homicidio sigue abierta y no se descartan más detenciones. La familia y amigos de la víctima retiraron hace unos días las flores y velas con las que los conmocionados coruñeses han honrado a Samuel en el número 2 de la avenida de Buenos Aires, el lugar donde le arrebataron la vida. Solo así sienten que pueden empezar a intentar “pasar página”, han declarado a diversos medios.
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