La primera ministra francesa, Élisabeth Borne, debilitada tras perder su Gobierno la mayoría en las elecciones legislativas del domingo, ha presentado su dimisión, pero el presidente Emmanuel Macron la ha rechazado, según ha anunciado este martes el palacio del Elíseo. Macron quiere que el Gobierno de Borne siga “en la tarea” mientras se aclara la inédita situación política en Francia, donde por primera vez en seis décadas ningún partido tendrá una mayoría clara en la Asamblea Nacional.
El presidente de la República tomará este martes y el miércoles el pulso de la oposición. Recibirá en el Elíseo a los dirigentes de los principales partidos. Se trata de un primer contacto para explorar posibles terrenos de entendimiento. Macron, que en su primer quinquenio gobernó con una mayoría cómoda, sigue teniendo el primer grupo parlamentario, pero necesita 44 diputados más para alcanzar el umbral de la mayoría absoluta, 289 escaños. Tiene dos opciones: buscar un acuerdo permanente de coalición, o negociar acuerdos caso por caso con distintas fuerzas políticas. La otra es disolver la Asamblea y convocar nuevas elecciones.
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Una alianza con Los Republicanos (LR), el partido histórico de la derecha moderada y que dispone de 64 escaños, le permitiría gobernar con tranquilidad. Pero, tras hablar este martes con Macron, el presidente de este partido, Christian Jacob, reiteró su negativa a un acuerdo de Gobierno con los macronistas, aunque sí a negociar leyes específicas. “Nunca bloquearemos las instituciones”, declaró a la prensa, “pero nosotros no entraremos en una lógica de pactos y coaliciones o cualquier cosa de este tipo”. Ante la escalinata del Elíseo, el socialista Olivier Faure afirmó: “Sin una mayoría, [Macron] está obligado a reparlamentarizar la vida política. Y es más bien sano en un país como el nuestro tener que rendir cuentas y negociar y buscar puntos de acuerdo que permitan avanzar en la buena dirección”.
Borne, una veterana tecnócrata de centroizquierda con escasa experiencia en la vida parlamentaria ni en la política partidista, fue nombrada en mayo. Tras las legislativas, se ha convertido en el eslabón débil del Gobierno francés. Políticos de la oposición piden su dimisión, pero también en las filas de Ensemble (Juntos) —la coalición electoral macronista— se expresan dudas sobre su continuidad. El domingo se presentó en una circunscripción de Normandía, donde ganó con un 52,3% de votos, un margen estrecho que no la refuerza en París. Es habitual en Francia que, tras unas legislativas, el primer ministro presente la dimisión para que el presidente vuelva a nombrarlo y a encargarle formar un nuevo Gobierno.
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