La pandemia de la Covid-19 ha golpeado de manera dramática al ámbito sanitario y de la salud pública, pero sus efectos no se han quedado ahí. La economía mundial ha sufrido las consecuencias de una crisis global e inesperada, que ha afectado de forma especialmente dramática a España. El confinamiento, el cierre de fronteras y la restricción de movimientos de viajeros internacionales ha golpeado con dureza al sector turístico, que supone alrededor del 12% del PIB nacional. La restauración y la automoción también han sucumbido a los efectos de una pandemia que amenaza con destruir miles de empleos en los próximos meses.
Para superar lo antes posible esta situación y volver a la senda del crecimiento, las autoridades monetarias y fiscales europeas han activado una serie de mecanismos muy potentes. Así, el Banco Central Europeo ha anunciado un Programa de Compras de Emergencia Pandémica: 750.000 millones de euros que podrían aplicarse de forma flexible (según las necesidades) hasta finales de 2020.
Pero hay más. El Eurogrupo ha aprobado otro paquete de medidas de 500.000 millones. Se emplearán las líneas de crédito del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) hasta 240.000 millones, fundamentalmente para sufragar gastos sanitarios. También se aportarán 200.000 millones del Banco Europeo de Inversiones (BEI) en forma de garantías para pymes. Y se crea un fondo europeo contra el desempleo de 100.000 millones de euros. A todo esto, se suma un Fondo de Reconstrucción Europeo, que operará a partir de otoño.
Todas estas medidas están encaminadas a que los países más castigados por la pandemia, entre ellos España, puedan reconstruir su actividad y su empleo en tiempo récord, y poder así reequilibrar, aunque sea en el medio plazo, sus finanzas. Los expertos coinciden en que los países con mayor cohesión institucional, en el que los principales actores políticos, económicos y sociales se apoyen entre ellos y trabajen en la misma dirección, serán quienes mejor superen esta situación crítica.
En este contexto, las entidades financieras de todo el mundo se presentan como unos protagonistas activos. Lo demuestra el hecho de que, aunque existen diferencias en las acciones aprobadas entre países (subsidios, ayudas directas, moratorias, garantías distintas), todas ellas comparten algo en común: la importancia de los bancos en los canales de financiación y de cadena de pagos.
Los bancos, parte de la solución
En otras palabras, el sistema financiero juega un papel determinante. Muchas de las medidas públicas aprobadas estas últimas semanas ponen en las entidades bancarias gran parte de la responsabilidad. Destacan fundamentalmente dos. La primera, la moratoria en el pago de préstamos, sobre todo en hipotecas, pero también en crédito a pymes. En segundo lugar, la financiación bancaria con garantía estatal, para mantener el pulso de la actividad diversificando riesgos. Quedan vías abiertas de colaboración público-privada. Por ejemplo, la compra de deuda de pequeñas empresas por parte de bancos centrales o de su titulización. Explotar este tipo de fórmulas de colaboración puede ser muy positivo para rentabilizar las inyecciones europeas y que no quede ni un solo euro sin invertir.
Todo ello revela la importancia de cohesión institucional entre todos los agentes económicos, sociales y financieros. Remar a una. Ese empeño cuenta con el apoyo total de Banco Santander, que entiende que solo de esta manera se puede superar una crisis de tal magnitud. Su presidenta, Ana Botín, ha reclamado, durante su participación en el Pleno Extraordinario de la Cámara de Comercios de España celebrado el pasado uno de junio, un plan a muy corto plazo para apoyar a las personas y las empresas más afectadas por la pandemia del coronavirus, con el fin de evitar su desaparición.
Para Botín, la clave pasa por apoyar por encima de todo al ámbito empresarial, desde las grandes hasta los autónomos. “Sin empresas que generen puestos de trabajo de calidad, inversión y beneficios, todo lo demás no funciona”, sostiene. Por eso, “cualquier iniciativa o política pública debería pasar un examen muy simple sobre cómo va a crear tejido empresarial y empleo”.
Desde que arrancó la crisis de la Covid-19, Banco Santander ya ha aportado 45.000 millones en financiación para autónomos y empresas, y ha protegido a 200.000 hogares con aplazamientos de hipotecas y moratorias en créditos. De hecho, Santander es la entidad financiera española líder en la financiación mediante préstamos avalados por el ICO, dirigidos a pymes y autónomos, con el objetivo de mitigar el impacto de la pandemia en sus ingresos mensuales y proporcionar liquidez. Asimismo, el banco ha creado un Fondo Solidario de 54 millones de euros para adquirir material sanitario, invirtiendo en distintas líneas de investigación.
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