“Conseguir que las ciudades sean más verdes es fundamental. Si no damos a los habitantes de la ciudad acceso a la naturaleza y no mejoramos la biodiversidad y la agricultura urbana, no seremos capaces de reaccionar frente al cambio climático. Estoy contento de decir que somos pioneros en esto, desde el principio quisimos hacer ciudades más verdes”, así se expresa mediante correo electrónico Winy Maas, el arquitecto paisajista, profesor y urbanista holandés que junto a Jacob van Rijs y Nathalie de Vries creó en 1993 el visionario y pujante estudio MVRDV. Maas se refiere a proyectos arquitectónicos en los que se integran bosques en terrazas como Villa VPRO en Hilversum, el Depot Boijmans Van Beuningen en Rotterdam o el Mercado de frutas y verduras de Tainan, en Taiwan.
En la ciudad holandesa de Eindhoven, a falta de ser aprobado, el último sueño de Maas, que se inscribe en la intencionalidad de densificar el centro de la ciudad y repensar el futuro, ya genera conflictos. El estudio proponer levantar la Iglesia de Santa Catalina 55 metros para liberar espacio y dar así cabida a otras funciones (oficinas, negocios, viviendas, etcétera). Si el proyecto cristaliza, se deberá subir a la iglesia en ascensor. Aunque muchos habitantes expresen sus dudas, levantarla es técnicamente realizable.
Levantar o desplazar edificios no es una práctica nueva. Hace unas semanas, una casa victoriana se desplazó seis manzanas por San Francisco ante la presencia alucinada de cientos de habitantes que asistían a esa peculiar procesión. “¡Señoras y señores, por favor, quédense en las aceras”, gritaba un policía, “hay una casa que viene bajando por la calle!”. En nuestro país, un caso paradigmático de mágica levitación es el edificio CaixaForum de Madrid de Herzog & De Meuron, levantado unos metros con el objetivo de crear una simbología arquitectónica de la ligereza y ampliar el espacio público. Por otro lado, sin salir de Madrid, podemos citar también los bloques de varios pisos que se van a añadir a las célebres Torres de Colón de Antonio Lamela, a partir del proyecto de reforma de las mismas a cargo del arquitecto Luis Vidal, que si bien respeta la estructura interna original, favorecerá la impresión de edificio suspendido.
Como es lógico, en Eindhoven nadie se muestra indiferente ante la posibilidad de que la iglesia de Santa Catalina se quede colgada en el aire, y los argumentos en contra del proyecto se apoyan, sobre todo, en la nostalgia, pero también en la crítica a un tipo de ciudad densificada y disneyficada desde una estrategia neoliberal que se desentiende de la cohesión del espacio público.
Desde el estudio se alude a que la función de la iglesia se ha desvirtuado y marginalizado debido a la creciente secularización, de ahí que sea razonable proveer al edificio de un nuevo propósito. La Iglesia de Santa Catalina es una basílica neogótica, sin especial valor artístico, de tres naves y con torres de 70 metros cada una que se alza sobre los cimientos de una iglesia medieval demolida en 1860. Durante los siente años siguientes fue diseñada y construida por el arquitecto P. J. H Cuypers.
El alzamiento del edifico traería hoy ventajas prácticas como la liberación de espacio útil en una localización céntrica y cara. Según Franken, el departamento de marketing de Eindhoven tendría un nuevo motivo de satisfacción, pues el impacto icónico de esta acción única en el mundo sería sin duda instagrameable, “un espectáculo intrigante que atraería masas de gente y contribuiría a fortalecer la identidad de la ciudad. Y en el caso de que la iglesia sea levantada a un ritmo lento, tampoco habría problema, pues así podría convertirse en la Sagrada Familia de los Países Bajos”.
Desde el Ayuntamiento de Eindhoven, Yasin Torunoglu, Concejal de Vivienda, Distrito, Trabajo y Urbanismo, recuerda que “estamos ante una iniciativa privada, no de la municipalidad”, pero que “es acorde con la tradición de la ciudad de ceder espacio a la creatividad y apostar por las ideas innovadoras. Como ciudad estamos creciendo y somos reconocidos internacionalmente por ello. Eindhoven es territorio de muchas innovaciones que de primeras parecen imposibles, de ideas sorprendentes que generan proyectos fantásticos y edificios icónicos, de manera que los creadores son libres, no tienen ninguna imposición por nuestra parte”.
Sobre la carga emocional del edificio, Torunoglu declara: “Estamos hablando de un edificio religioso muy significativo para la ciudad, por lo tanto es importante que el proyecto se lleve a cabo con delicadeza y respeto. Es un lugar que nos conecta con el pasado porque, consciente o inconscientemente, todos tenemos un vínculo sentimental con él”.
Así pues, Winy Maas sigue su particular cruzada contra la contaminación y a favor de los espacios verdes: “El centro de Eindhoven está dominado por el tráfico de coches, solo el 7,3 por ciento de la superficioe de la ciudad es verde. Nuestra intención es generar un ambiente atractivo, acogedor, social y habitable. El objetivo sigue siendo que un día los tejados de la ciudad puedan ofrecer espacios para cafés, jardines, restaurantes y sean accesibles a través de puentes y escaleras, porque una extraordinaria colección de terrazas daría caracter a la ciudad. Con The Why Factory, el laboratorio de ideas de la Universidad Técnica de Delft, estoy explorando nuevos modelos y visualizaciones de ciudad para el futuro. Creo que la pandemia nos ha demostrado aun más el valor y la necesidad de la naturaleza en las ciudades”.
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