Una multitudinaria cena de gala en tiempos de pandemia. Movimientos sospechosos de incumplir la obligación de cuarentena. Y la presión de Dublín para que su hombre en Bruselas fuera reemplazado. Esos tres factores han bastado para descabalgar a Phil Hogan de su puesto de comisario de Comercio. La renuncia fue anunciada en la noche del miércoles en un comunicado por el propio Hogan, y llega en un momento delicado, con la negociación sobre la relación futura con el Reino Unido tras el Brexit en marcha y la guerra comercial con EE UU sin cerrar.
“La controversia sobre mi reciente visita a Irlanda se estaba convirtiendo en una distracción en mi trabajo como comisario y hubiera minado mi labor en los importantes meses por venir”, señaló Hogan, quien reiteró sus disculpas al pueblo irlandés “por los errores cometidos”, pero sigue defendiendo que no quebrantó ninguna ley.
El paso deja un regusto agridulce en el Ejecutivo comunitario: por un lado, acalla el enorme ruido generado por el comportamiento del comisario y mantiene intacto el elevado listón ético que ya impidió a la francesa Sylvie Goulard acceder al colegio de comisarios. Por otro, abre la puerta a que los Estados sigan el precedente de Irlanda para tratar de provocar cambios en la institución europea cuando así lo consideren.
En un breve comunicado, Von der Leyen deseó “lo mejor para el futuro” a Hogan. La presidenta ve desaparecer así el gran obstáculo de su primera crisis de Gobierno una semana después de que estallase. Todo comenzó cuando Hogan, de 60 años, acudió a una cena con otros 80 comensales el miércoles de la pasada semana pese a que las leyes irlandesas limitaban a 15 el máximo permitido. Antes había cometido otros dos errores: se movió por la isla sin guardar la cuarentena obligatoria de 14 días que marcan las autoridades para los llegados de Bélgica. Y no respetó el confinamiento forzoso para los que ingresen al condado de Kildare.
El comisario, acorralado por las críticas, se defendió de las acusaciones en un largo informe remitido el martes a petición de Von der Leyen, quien le reclamó que le facilitara todos los detalles de sus controvertidas vacaciones. En el texto, Hogan recuerda que pidió perdón por asistir al convite, pero culpó a los organizadores, el club de golf del Parlamento de Irlanda, de no haber cumplido las normas contra la covid-19 como le habían prometido. Sobre el hecho de no haber guardado aislamiento, Hogan argumentó que se hizo una prueba PCR en la que dio negativo, lo que le eximía del encierro. Y por último, afirmó haberse visto obligado a entrar y salir del condado de Kildare sin respetar el confinamiento para acudir a su apartamento a recoger unos papeles de la negociación comercial UE-EE UU. “A mi entender, es un motivo razonable”, defendió.
Para completar su accidentado regreso a casa, como el mismo Hogan relató, durante ese trámite, un policía le pidió que detuviera el vehículo porque iba hablando por el móvil mientras conducía, un error por el que remitió una nueva disculpa.
Sus explicaciones fueron rápidamente contestadas. Las autoridades sanitarias irlandesas se apresuraron a negar que el test negativo le liberara de la cuarentena. Y el Gobierno de coalición de su país, del que forma parte su propio partido, el conservador Fina Gael, estimó las disculpas tardías e insuficientes, e insistió en que debía abandonar sus responsabilidades en Bruselas, pese a que solo la presidenta de la Comisión tiene competencias para pedirle el paso atrás.
Tras fajarse durante días, entrevista en televisión incluida, finalmente Hogan no ha logrado convencer de su inocencia. Y menos de nueve meses después de que echara a andar la nueva Comisión, esta pierde a uno de sus miembros más destacados.
Su salida abre la puerta a movimientos de más calado. Con Irlanda asumiendo también la presidencia del Eurogrupo en la persona de Paschal Donohoe, está por ver si el país logra mantener la importante cartera de Comercio o por el contrario Von der Leyen aprovecha la crisis para hacer una remodelación de su gabinete.
La segunda legislatura de Hogan ya empezó con mal pie. Tras haber sido comisario de Agricultura con Jean-Claude Juncker, el político irlandés fue uno de los ocho que repitió con Von der Leyen, esta vez en Comercio. Sin embargo, su intento de saltar a la dirección general de la Organización Mundial del Comercio, un paso que tomó de forma unilateral cuando la UE buscaba un candidato de consenso, provocó malestar en Bruselas, que le impidió hacer campaña para evitar un posible conflicto de intereses. Finalmente, ante la falta de apoyos, Hogan desistió y abandonó la carrera por el cargo.
Ahora, deja también su puesto de comisario tras una controversia, el llamado Golfgate, que ya le costó el cargo a otros dos políticos: el ministro de Agricultura irlandés Dara Calleary, y el senador Jerry Buttimer, ambos presentes en la cena de gala celebrada en un hotel de Clifden, una pequeña localidad costera del condado de Galway que amenaza con seguir convirtiéndose en la tumba política de otros de los presentes.
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