El pasado sábado, Fern Mallis, la que fuera directora ejecutiva del Consejo de Diseñadores Norteamericanos en el cambio de siglo y mente pensante de la semana de la moda de Nueva York durante más de una década, recordaba en un evento público junto a otros grandes nombres de la industria (el presidente de IMG Models, Ivan Bart, y la modelo Karen Elson, entre otros) cómo el 11 de septiembre de 2001 los pilló en plena vorágine de desfiles. “Un par de días antes celebrábamos una fiesta de Marc Jacobs con las torres de fondo. En aquel momento no sabía cómo decir a los diseñadores y organizadores que aún no lo sabían lo que estaba pasando”, recordaba Mallis. Con el tiempo, la herida fue cicatrizando, y en el transcurso de estas dos décadas los desfiles neoyorquinos han tenido sus altibajos, pero han sabido captar el talento emergente y encumbrar a un buen puñado de nombres en el mercado global. Ahora, que la moda americana se enfrenta a otra etapa de recuperación, muchos de esos nombres (Thom Browne, Altuzarra, Proenza Schouler…) han regresado a casa para presentar sus propuestas, dentro de un calendario que ha acogido más de noventa eventos y que, en palabras de Mallis, “ha sido un éxito a pesar de las circunstancias. Nuestra misión, entonces y ahora, es fomentar la cercanía y la esperanza”.
Para propiciar esa idea de unión y acercamiento, buena parte de los desfiles se han celebrado al aire libre. Eckhaus Latta, que se debe a sus modernos fans, lo hacía en las calles de Bushwick (Brooklyn), Moschino volvía a Bryant Park, el lugar donde se celebró esta semana de la moda durante dos décadas, Michael Kors hacía lo propio en Tavern on the Green, ese pequeño paraíso ajardinado en mitad de Central Park, y Proenza Schouler dejaba boquiabiertos a los presentes con su show en Little Island, el parque construido sobre el río Hudson.
El sentimiento de celebración también podía percibirse en la mayoría de las propuestas. En Carolina Herrera era literal, porque la firma cumple cuarenta años. Wes Gordon, su director creativo, se regodea en los archivos de la marca en una colección que comienza con los juegos gráficos en blanco y negro, seña de identidad de la casa, y da paso a imponentes prendas rosas, rojas y de estampado floreado. Las mangas abullonadas, otro de los elementos recurrentes en Herrera, despliegan más su volumen y los vestidos, cortos o largos, juegan con la majestuosidad de tules y sedas y con los bordados a mano. “Para esta propuesta he tomado como punto de partida la colección primavera-verano 1983, una de mis favoritas. La mujer de Carolina Herrera siempre ha sido muy consciente del poder transformador de la moda”, afirma Gordon, que también destaca la importancia capital de su equipo y su taller, “trabajando sin descanso durante meses”.
Asegura Michael Kors que existe “un deseo global de mostrar y celebrar el cuerpo, la piel”, de recuperar una actitud sexy ante el armario. Por eso, colma su colección de sujetadores, croptops y escotes afilados que contrasta con pantalones de cintura alta y faldas lápiz de corte clásico. Park Avenue enseña el ombligo (ese que cree que es el centro del mundo). Su colección busca ser “romántica pero sencilla” -como explica en una rueda de prensa digital previa al desfile-, además de rica en piezas de sastrería atemporales, esas que –en su opinión- constituyen la respuesta incontestable del lujo frente a la fast fashion. Como paradigma del diseñador estadounidense que es, Kors ofrece piezas pragmáticas, sin que ello sea sinónimo de aburridas sino de conectadas con las necesidades contemporáneas. “Vivimos en un mundo en el que nos sacamos fotos constantemente. Así que mis abrigos y americanas tienen cuellos y escotes con volúmenes y estructuras que favorecen cuando te haces un selfie”.
De poder y optimismo también habla Sergio Hudson, “trabajo al servicio de las mujeres, para que se sientan cómodas y seguras. Por eso mis diseños se centran en la sastrería”, comentaba vía Zoom tras su primer desfile en el marco neoyorquino, una colección inspirada en Diahann Carrol, la primera actriz afroamericana que logró conseguir un papel protagonista en el cine. Trajes de chaqueta monocromáticos, en rojo y granate y enmarcados por amplios cinturones, que trasportaban al día en que Hudson saltó a la fama: cuando Michelle Obama optó por lucir uno de ellos en la pasada inauguración presidencial. “Lo cambió todo”, comenta Hudson, “gracias a aquello creo que, en un tiempo, podría ser capaz de llegar a más gente, trabajar con otras gamas de precio más asequibles, desarrollar mi negocio…”. Otro debutante, el vietnamita Peter Do, supo convertir su primer desfile en uno de los más esperados del calendario. No defraudó. Sus prendas, que reinventan la sastrería en clave conceptual y purista, fueron de las más celebradas de la semana.
Custo Barcelona presentó su colección por segunda vez a través de un fashion film. Debido a las restricciones impuestas en Estados Unidos a raíz de la pandemia, el equipo de Custo Dalmau no pudo viajar a Nueva York tampoco en esta ocasión. El diseñador que lleva 40 años desfilando por medio mundo y nunca ha fallado a su cita con Manhattan echa de menos la ciudad. “Los fashion films es algo que hemos tenido que descubrir a la fuerza y funciona. Pero la pasarela tiene algo emocional que no se puede sustituir”, cuenta por teléfono. El próximo sábado se desquitará en la Mercedes Benz Fashion Week Madrid con un show presencial, aunque asegura que todavía no sabe cuál será el aforo. “Parece que todavía no están muy seguros de cuánta gente vamos a poder invitar”. Sean mucho o pocos, podrán contemplar en directo la colección que se mostró digitalmente el pasado jueves y que, como detalla el diseñador español, “utiliza la investigación en materiales con tejidos elaborados a partir de fibras de leche o bambú como la base para construir un nuevo lenguaje de moda”.
La vuelta a los desfiles neoyorquinos se cierra esta noche con la gala del Met y la inauguración de su exposición anual. Titulada “in America: a fashion lexicón”, versará sobre la identidad de la moda norteamericana. Una idea que también ha traspasado esta semana de desfiles, en los que por primera vez en años los diseñadores de ascendencia africana, latina o asiática no han sido la excepción, sino la norma. La riqueza de discursos y de identidades es clave en una industria que busca exportar la ‘Marca América’ para reflotar su negocio.
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