Los atentados de Barcelona y Cambrils albergan su propia teoría de la conspiración en cuyo centro está el imán de Ripoll, Abdelbaki Es Satty. Los defensores de esas teorías alternativas -entre ellos, el abogado y diputado de Junts per Catalunya Jaume Alonso-Cuevillas- sospechan de las turbias relaciones entre el CNI y Es Satty. En el juicio, Cuevillas planteó, contra todas las evidencias de la investigación, la hipótesis de que, en realidad, el imán sigue vivo. Sin nombrarla, la sentencia desmonta la conspiración: Es una “verdad científica constatada” que Es Satty -que convenció a los jóvenes de Ripoll de cometer un atentado en nombre de Estado Islámico- está muerto.
¿Por qué es tan importante Es Satty en las teorías alternativas del 17-A? Por sus tratos con el CNI y las fuerzas de seguridad, que le tantearon para que trabajara como confidente. Los contactos se llevaron a cabo entre 2010 y 2014 en la cárcel de Castellón, donde Es Satty cumplía condena por tráfico de drogas. Es cierto que el alcance de las relaciones entre los servicios de inteligencia y el imán nunca se ha detallado públicamente, más allá de una comparecencia en la comisión de secretos oficiales del Congreso. Ayuda el hecho de que Es Satty es un enigma, un personaje con una biografía oscura y aún por descifrar, un hombre de mil caras que logró pasar desapercibido en Ripoll.
Cuevillas ha ejercido como abogado en nombre de Javier Martínez, el padre de Xavi, el niño de tres años muerto en el atropello múltiple de La Rambla del 17 de agosto de 2017. Martínez está convencido de que el Estado estaba al corriente de que iban a producirse los atentados y no lo impidió. Cree que se intenta ocultar la verdad y, desde el 17-A, lidera una campaña incansable para que se “investigue” lo que realmente pasó. Intentó plantear sus tesis en el juicio, pero el presidente del tribunal, Félix Alfonso Guevara, no se lo permitió. El abogado y diputado de Junts acogió esa tesis, lo mismo que una parte del independentismo en Catataluña, y trató de hacerla valer en el juicio.
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Según la investigación de los Mossos d’Esquadra y de la Audiencia Nacional, Es Satty murió la noche del 16 de agosto de 2017 en una explosión fortuita en la casa de Alcanar (Tarragona) que la célula tenía ocupada y en la que almacenaba gran cantidad de explosivo. Con ese material, los muyahidines de Ripoll pretendían cometer un gran atentado con bombas en Barcelona. El plan se frustró por la explosión, que voló por los aires la casa. Es Satty y el que había sido su primer discípulo, Yousseff Aalla, murieron en el acto. La otra persona que estaba en la vivienda en ese momento, Mohamed Houli, salvó la vida porque estaba en el exterior recogiendo los platos de la cena. Fue hospitalizado. Al día siguiente, la célula decidió improvisar un plan: Younes Abouyaaqoub arrolló a cientos de personas en La Rambla con una furgoneta y el resto del grupo sembró el pánico, de madrugada, en el paseo marítimo de Cambrils. El resultado del 17-A fueron 16 víctimas mortales y más de 200 heridos.
Cuevillas cuestionó, en el juicio, que uno de los dos cadáveres hallados en Alcanar fuera el de Es Satty. Y pidió al tribunal que lo investigara. La sentencia, que no hace ninguna mención al vínculo entre Es Satty y el CNI, ha rechazado esa petición. De la investigación, recoge el texto, se desprende con claridad que el imán murió en la explosión. El tribunal cita, de entrada, las declaraciones de Houli, que explicó que Es Satty se encontraba allí “ayudando a mover sacos y a fabricar los explosivos”. La torpeza en la manipulación de una sustancia tan inestable como el TATP (conocido como la madre de Satán) fue lo que provocó la deflagración.
Viaje a Marruecos
La sentencia dedica 30 páginas al proceso de recogida de “restos cadavéricos” en Alcanar y en otros escenarios de los atentados, así como las pruebas de ADN y las comparaciones a las que todos esos restos fueron recogidos. La conclusión es que el perfil genético obtenido a partir de tres muestras (una oreja hallada en Alcanar, unas botellas de Coca-Cola y agua halladas en la furgoneta propiedad de Es Satty y una chilaba encontrada en el piso de Ripoll donde vivía el imán) es concidente.
Se hicieron análisis y reanálisis y, aun así, los Mossos pidieron (apenas unas semanas después del atentado) una comisión rogatoria a Marruecos para poder identificar a Es Satty “con la máxima certeza”. El juez la autorizó. Funcionarios del Cuerpo Nacional de Policía viajaron, acompañados de policías marroquíes, a la aldea natal de Es Satty, Bab Taza, en el Rif. Tomaron muestras a un hermano, la madre y una de sus nueve hijas. El perfil genético revelaba que la mitad de las células eran compartidas por Es Satty. Y, cotejado, coincidía con el que se había obtenido en España. “Todo lo expuestos lleva a afirmar”, dicen los jueces, que Es Satty murió en la explosión, lo que extinguió su “responsabilidad penal”.
Pero hay más. La acusación de Cuevillas sacó a relucir otras dudas y posibles contradicciones para poner en entredicho la muerte del imán. Por ejemplo, que el teléfono “conspirativo” (con tarjeta sim y comprado con identidades falsas) que Es Satty usaba para comunicarse con la célula “tuvo actividad” tras su fallecimiento. La sentencia recuerda que la tarjeta sim no fue hallada y “pudo ser utilizada por otra persona”. Otro dato aparentemente sospechoso, según la acusación: la mañana del 18 de agosto, alguien accedió a una cuenta de correo de Gmail (AdamPerez) que apareció anotada en unos papeles en los restos de Alcanar. Según la policía, esa cuenta era un “buzón muerto” para la comunicación segura entre los miembros de la célula. La sentencia dice que pudo haber accedido a ella Younes, que “seguía con vida y huido”; no, en cualquier caso, Es Satty, que estaba muerto.
“No se ha querido investigar”
La acusación sugirió también que Es Satty pudo huir de la casa de Alcanar después de la explosión. Que estuvo allí pero pudo huir. Y se basa en la declaración de un vecino, GUstave G., que dijo que “dos o tres minutos después2 de la deflagración vio marcharse de la urbanización a una especie de camioneta blanca. ¿Quién era? Ciertamente no se sabe, y la sentencia tampoco lo aclara. Es Satty, tienen claro los magistrados, estaba muerto.
Ayer, tras conocer la sentencia, Cuevillas siguió insistiendo en la misma idea en Twitter: “No se ha querido investigar si el imán está realmente muerto”, aseguró. Se le unió el alcalde de Ripoll, Jordi Munell (también de Junts), para quien la sentencia “no ha servido para poner en evidencia toda la trama que había detrás de los atentados”. “No se ha querido investigar la posible relación del imán con el CNI y el MInisterio del Interior. Nos tememos que se intenta pasar un velo y que no se hable nunca más”, lamentó.
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