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La terraza invencible del centro de Madrid

La plaza de Ramales, entre Ópera y el Palacio Real, es el escenario de un extraño conflicto judicial desde hace una década. El responsable del Café de los Austrias consigue, sentencia tras sentencia, que la mayoría de locales a su alrededor no puedan instalar siquiera una modesta terraza.

El QW Restaurante es una de sus víctimas. Es el primer negocio de Álvaro Morón, un cocinero de 31 años que lleva una década trabajando en el sector. Pero este pequeño establecimiento en el centro de Madrid está al borde del precipicio. Como muchos otros, depende de un permiso de terraza para no naufragar. El local tuvo durante un breve espacio de tiempo esa concesión del Ayuntamiento para seis mesas en 19 metros cuadrados. Pero las presiones del responsable del Café de los Austrias acabó con ella.

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El Ayuntamiento de Madrid retiró el permiso con la excusa de una sentencia judicial de julio de 2020, que zanja un antiguo conflicto entre varios locales sobre la ocupación de la plaza con veladores. Allí no ha llegado la revolución de las terrazas que airea casi a diario el Consistorio como herramienta para combatir la covid-19 y ayudar al sector de la hostelería. “Con el virus se han abierto terrazas cruzando calles en muchos distritos”, lamenta Álvaro Morón, que solo ha podido sacar del ERTE a tres trabajadores al no poder ofrecer servicio en el exterior. Otros cuatro empleados siguen sin reincorporarse. “Ni creo que vuelvan”, pronostica.

En la plaza de Ramales solo hay dos terrazas a día de hoy: la de la Taberna de Ramales, con 23 mesas, y la del Café de los Austrias con 22 mesas, de las que siete ocupan la cercana calle de la Amnistía. El responsable del café consiguió tumbar en los tribunales la reordenación del espacio público que llevó a cabo hace un lustro el Ayuntamiento y que permitía a otros hosteleros de la zona tener derecho a velador en la plaza. Su cruzada contra la competencia lleva años manteniendo a este empresario en una constante batalla judicial contra particulares e instituciones para que no se reduzcan las mesas de su establecimiento.

Cuando el Ayuntamiento otorgó el permiso a los locales de los números 12 y 14 de la calle de Vergara —vía que transcurre junto a la plaza de Ramales—, el empresario Ricardo Agustín Skipiol acudió a los tribunales. Una sentencia de 16 de julio de 2020 de la sección segunda de la Sala de lo Contencioso-Administrativo denegó el recurso de apelación de sus competidores y confirmó que la reordenación municipal no era posible.

El argumento judicial es que la calle de Vergara tiene “una intensidad considerable de tráfico” y la ordenanza municipal que regula los veladores prevé que, si el paso de vehículos es alto, puede no concederse el permiso, en caso de que los trabajadores tengan que cruzar para atender a los clientes. La cuestión, esgrimen los hosteleros afectados, es que las circunstancias han cambiado enormemente desde entonces: primero, con la entrada en vigor de Madrid Central; después, con la pandemia.

Además, Morón, y otros empresarios de la zona afectados, señalan que el Ayuntamiento se escuda en la decisión judicial para aplicarles la ley estrictamente, pero no hace lo mismo con el Café de los Austrias. Este tiene instaladas siete mesas en la calle de Amnistía, que se encuentran en una zona considerada como vía de evacuación para casos de emergencia. Algo que el Consistorio también admite. Y eso exaspera a los otros hosteleros damnificados por este conflicto.

Es el caso de la taberna Toma Jamón, que echó el cierre en febrero del año pasado, justo antes del primer zarpazo de la pandemia. Entonces, agentes de policía junto a los técnicos municipales retiraron la terraza, que seguía abierta pese a carecer de permiso desde finales de 2019. Ya se la habían quitado en alguna ocasión anterior, como a otros de la plaza, incluido el Café de los Austrias. Un portavoz del grupo Vinotium, al que pertenece la taberna, reconoce que apuraron todo lo que pudieron porque la terraza supone el 71% de los ingresos del establecimiento.

“El Ayuntamiento hizo una revisión y este señor ganó en los tribunales. Yo no lo entiendo. (…) Nadie entendió aquella sentencia. Se quiso reordenar la plaza, él recurrió y el juez le dio la razón aunque fuera con argumentos muy raros”.

Víctor Erráiz, uno de los responsables del grupo, quiere dejar claro que el Toma Jamón cerró por el conflicto abierto con el Café de los Austrias y aparta de las responsabilidades a la Taberna de Ramales, el otro negocio que hoy en día mantiene su terraza. De hecho, insiste Erráiz, la decena de establecimientos del grupo Vinotium siguen funcionando, pese a las restricciones por la covid-19, y en unos días inauguran otro. “En este caso hay un señor con mucho poder e influencia que ha decidido que la plaza es suya y tiene amedrentado al Ayuntamiento”, comenta. EL PAÍS ha visitado dos veces esta semana la plaza de Ramales para tratar de conocer el punto de vista de ese empresario, Ricardo Agustín Skipiol, pero no ha sido posible, ni de forma personal, ni a través del teléfono.

Las sentencias están de su parte y ese es el principal argumento que esgrime el Consistorio para que tanto el Toma Jamón, ya cerrado, como el QW Restaurante no tengan permiso de terraza. Un portavoz insiste en que la decisión judicial anula el permiso del Ayuntamiento.

Álvaro Morón en el interior de su local, el restaurante QW, muestra la disposición de las seis mesas de terraza que llegó a tener en la plaza de RamalesLuis de Vega

El tráfico ha descendido desde que en 2018 se aplicara la nueva ordenanza de Madrid Central. Por la calle Vergara a la altura de la plaza de Ramales, ahí donde el juez argumenta la existencia de alta densidad de tráfico para anular el derecho a terraza, pasaron este martes por la tarde tres vehículos en los diez minutos en los que un reportero de EL PAÍS estuvo pendiente: un taxi, un coche particular y un tercero del Ayuntamiento.

“¿Tú entiendes siempre las sentencias de los jueces? Yo tampoco”, señala un antiguo técnico municipal que conoce bien la burocracia que rodea los permisos de las terrazas. Pero “si un juez dice una cosa, no se puede discutir”. “El Ayuntamiento hizo una revisión y este señor ganó en los tribunales. Yo no lo entiendo. (…) Nadie entendió aquella sentencia. Se quiso reordenar la plaza, él recurrió y el juez le dio la razón aunque fuera con argumentos muy raros”.

Un socio se quedó en el camino

En la lucha por su negocio, Álvaro Morón ha mantenido en todo este tiempo reuniones tanto con el equipo de la alcaldesa Manuela Carmena (2015-2019), como con el actual de José Luis Martínez-Almeida, con cuyos técnicos estuvo la semana pasada. Al él le sorprende que una sentencia judicial haga inamovible todo lo que pueda ocurrir a posteriori en la capital. Los empleados del Consistorio tratan de explicarle de puertas adentro que no le falta parte de razón.

“Solo hemos disfrutado de terraza tres meses”, explica Morón hastiado tras haber perdido a su socio a lo largo de la trifulca. Dice que el responsable del Café de los Austrias denunció por amenazas a su compañero de negocio en un juicio que perdió el hostelero de la plaza de Ramales. Añade Morón que cuando les retiraron el permiso para instalar el velador y comprobó que el negocio no iba a ser lo próspero que pensaban acabó tirando la toalla. “A mi socio le dio un infarto y casi se muere. Yo he podido seguir porque me ayuda mi familia”. Pero no sabe cuánto más aguantará sin terraza.

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