En nuestras reseñas de restaurantes, un supuesto lector impertinente -para nada basado en lectores reales- pregunta al autor sobre el local. Es una forma de describir los sitios, y a la vez de sacar a paseo de vez en cuando nuestro lado oscuro.
Hace años despotricaste sobre la cerveza artesana, ¿ahora resulta que te gusta?
Yo nunca critiqué la cerveza artesana, solo a unos cuantos enteradillos. La cerveza artesana siempre me ha gustado. Y la industrial que no es aguachirri, también. Pero, vamos, que aquí no hemos venido a hablar de mí, sino de La Textil.
Suena a tienda de ropa…
Porque el nombre está cogido de la antigua actividad del establecimiento, un almacén de tejidos. Pero también hace referencia al tejido humano que se genera en los bares. O eso me contaron.
En ese caso le podrían haber llamado ‘La Parroquia”.
Ya, pero huele a cirio pascual y viejunea bastante. Y el local no va de nostálgico, sino todo lo contrario. Es un espacio gigantesco, de 1.100 metros cuadrados, diáfano, que hace las veces de bar, brewery, restaurante y sala de conciertos.
Quién mucho abarca…
No es el caso. Brian Blazek, el propietario, es un tipo curtido en mil guerras. Ha vivido en medio mundo, es profesor de literatura española, empezó en lo de la cerveza en casa y ha montado un local del copón. Ahí mismo tiene capacidad para elaborar 120.000 litros de birra y tiene pinchadas 21 barriles que nunca repite, porque no elabora con receta o, mejor, modifica las recetas constantemente, para no aburrirse. Las que yo probé estaban buenísimas, fueron una Pilsner llamada So What, una Gose de nombre El Nota que lleva agua de mar e hibisco, equilibrada entre lo dulce y lo salado, una Imperial Porter llamada Monje Negro con notas de cacao, café y mentol y una Sour que aún no ha salido de los tanques de fermentación y de cuyo nombre no me acuerdo porque ya llevaba algo de pedal, pero que estaba infusionada con higo chumbo y solo por eso ya me conquistó. Brian es un person interesantísimo.
Ahora que sabemos que te toñaste, cuéntanos qué tal comiste.
No me toñé. Quizá un poco. Yo que sé… El caso es que la oferta gastronómica la lleva un ex elBarri…
Yo no soy muy de barri, la verdad, me fatiga la estética macarra de los setenta, el Vaquilla, todo eso…
¿Pero qué c*** estás diciendo? elBarri fue un grupo de restaurantes bastante famosos porque al frente estuvo uno de los hermanos Adrià, el menos conocido. Se comía de miedo pero cerró por la pandemia.
Restaurantes pijos…
Un poco, pero se comía muy bien y, como cerró, la gente que se ha quedado en la calle se busca la vida. Uno de ellos es Pablo Lagrange que, en La Textil se marca una cocina poco habitual para un lugar especializado en cerveza artesana. Poco habitual por lo brillante, digo.
¿Lo ves? ¡Ya te está saliendo el craft beer hater que llevas dentro!
Yo no tengo la culpa si la mayoría de maridajes con cerveza artesana son de patio de colegio. Que si fritangas con IPAs, que si tartas de chocolate con Stouts, que si Sours con pulled pork… son más predecibles que la previsión metereológica en el Sahel. En La Textil no es el caso: Para empezar trabajan muy bien la brasa, que usan para cocinar un montón de vegetales que se benefician de los toques ahumados. La col grillada con queso de cabra o la cebolla asada con miel de ajo y crème frâiche son un ejemplo. También tienen cuatro bocatas: a mí me llamaron la atención el Chori, con chorizo criollo, naranja confitada y cebolla encurtida, y el Vegetariano: con seta de cardo y una miel con aroma de pino muy rico.
Suena bien…
Tienen unos cuantos platos de traca i mocador, como decimos festivamente en catalán. Por ejemplo: ostra con jugo de olivas e hinojo, tomate con fresa y crème fraîche, el tartar aderezado con boletus y salsa chimichurri o, me re-chiflaron, unas mollejas de vaca con agua de berenjena quemada. Trabajan muy bien el producto de temporada y siempre dejan una puerta abierta a improvisar platos con lo que les traigan los proveedores, como un jurel acevichado con jugo de manzana y eneldo que pude probar. Además, cada semana hacen pop ups, por ejemplo con Metl (con quien cocinamos una birria, por cierto). Ojo, también, a los panazos que se marcan ahí mismo. ¿Y he hablado de las mollejas de vaca con agua de berenjena quemada?
Quemada te quedaría la Visa, AMEX o Mastercard, ¿no?
Tranquilísimo: me invitaron a la inauguración, hecho que hace todo más color de rosa de lo que luego es, pero puedes comer muy bien por menos de 20 euros. Y las medias pintas salen a partir de tres euros.
Oye, ¿y la sala de conciertos?
Pues al bueno de Brian se le han puesto de culo los vecinos. Aunque el escenario está en el sótano y perfectamente insonorizado; habrá que esperar a que reciba los permisos para escuchar los primeros acordes.
Poeta…
Me gusta cuando callas porque me dejas añadir esto: además de birrotes tienen muy buenos vinos, con especial atención a los de proximidad y los naturales. Ah, y también tienen algo de coctelería, básico pero bien resuelto.
La Textil: Carrer de Casp, 33B. Tel. 931 40 55 15. Mapa.