El Sol emitió el martes la llamarada más grande de su ciclo solar de 11 años, que ahora está llegando a su máxima actividad.
Esta llamarada fue clasificada de clase X8.7.
La clase X denota las llamaradas más intensas, mientras que el número proporciona más información sobre su fuerza. En las últimas semanas se han multplicado las llamaradas de alta intensidad, y el 10 de mayo se emitió incluso una alerta de tormenta geomagnética sobre la Tierra que se tradujo en auroras boreales en diversas latitudes.
No obstante, debido a su ubicación es posible que las CME (Emisiones de Masa Coronal) asociadas no tengan ningún impacto geomagnético en la Tierra, según la NASA y la NOAA.
Esta zona donde se produjo la llamarada solar, la región activa 3664 se encuentra en la extremidad más occidental del Sol, y según la NOAA, debido a su ubicación no afectará a la Tierra.
La imagen muestra un subconjunto de luz ultravioleta extrema que resalta el material extremadamente caliente en llamaradas y que está coloreado en rojo y amarillo.
Las erupciones solares son poderosas ráfagas de energía. Pueden afectar a las comunicaciones por radio, las redes de energía eléctrica, las señales de navegación y suponer un riesgo para las naves espaciales y los astronautas.
La llamarada del 10 de mayo provocó una tormenta geomagnética que duró 39 horas y provocó aureolas boreales en varias regiones.
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