Lionel Scaloni, entrenador de la selección argentina, conversó con Papu Gómez antes de duelo de la de la semana pasada entre la Albiceleste y Paraguay en la Copa América. “Vas a jugar en la posición de Messi”, le contó el entrenador. Y hablaron sobre las tareas que el jugador del Sevilla tenía que afrontar. Una charla en vano: el 10 quiso jugar. “No creo que nadie cuestione el compromiso de un tipo que pide estar”, replica una fuente de la concentración. Ante Paraguay, Messi alcanzó a Mascherano como el futbolista con más partidos con la camiseta de la Albiceleste (147) y se quedó con el récord en solitario (uno más para el rosarino) ayer frente a Bolivia (148). “Nadie mejor que vos para seguir agrandando la leyenda”, celebró el Jefecito. “Orgulloso de haber podido vestir la camiseta celeste y blanca tantas veces como mi amigo Masche”, replicó Leo.
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Messi gestiona sus minutos: ninguna sorpresa. La novedad en la selección argentina es que el de 10 se empieza a independizar de la messidependencia. Aparece el Papu Gómez, también Lo Celso, y se suman Paredes y De Paul, mientras entre Lautaro Martínez y Agüero se aclaran quién se adueña del nueve. Siempre está Messi, claro, pero más arropado. “La idea nuestra, desde el cuerpo técnico, es que no sea siempre Leo el que decida los partidos. Evidentemente es Messi y siempre va a ser clave. Pero tiene que sentir que no todo depende de él”, explican fuentes del búnker de la selección argentina. Scaloni, en cualquier caso, recuerda por qué el rosarino no puede faltar: “Leo es el que más sangre tiene, el que más quiere ganar y al que más le duele perder”.
Cuentan en el seno de la Albiceleste que el 10, que acaba de cumplir 34 años, camina sonriente por el Predio de Ezeiza. Convencido de que su selección puede dar el golpe en Brasil, despreocupado por su contrato con el Barcelona, que expira este miércoles. En cambio, sí hay alerta en el otro lado del charco. En el Barça buscaron apretar al máximo para que las negociaciones con el capitán de la Albiceleste pudieran llegar a buen puerto antes de que finalice su vínculo con el club. “En el entorno del Barça hay un poco de pánico al 1 de julio. Lo que no se tiene en cuenta es que Leo es libre de negociar con otro club desde enero y no lo ha hecho”, explican fuentes de las oficinas del Camp Nou.
El 10 es la imagen principal de la fachada del Camp Nou, su figura aparece en la web del club y en la cuenta de Instagram de la entidad azulgrana su foto se repite más que ninguna otra: nueve de las últimas 24 publicaciones. El foco también se pone en los patrocinadores. “En general, ningún contrato está sujeto a la presencia de Messi. Evidentemente, eso cambia con el tema de las giras”, añaden las mismas fuentes. La Pulga no desaparecerá del Camp Nou, ni se borrará su nombre de la web de club. Eso sí, el Barça no podrá publicar ninguna foto del rosarino con la camiseta de la próxima temporada ni vender alianza alguna ligada al 10. En cambio, puede utilizar la imagen de Messi vestido con la indumentaria de campañas anteriores.
“El problema con el nuevo contrato de Messi es la ansiedad que se genera en el club, en la prensa y en el entorno”, explican en el área deportiva. “No sabemos cuándo, pero se terminará resolviendo”, añaden. Las conversaciones entre el presidente, Joan Laporta, y Jorge Messi, padre y representante del jugador, comenzaron en abril. Pactaron que las negociaciones se abordarían con absoluta discreción. Solo Mateu Alemany, director de fútbol, y Ferran Reverter, director general, están al corriente. Estilo Messi, sin dudas. “Están condenados a entenderse”, asegura un empleado del Barça; “desde el club enviarán el mensaje de que es muy difícil renovarle y desde el entorno del jugador dirán que tuvo muchas ofertas, pero que decidió quedarse en el club de su vida. Ni una cosa ni la otra”.
La dificultad del nuevo contrato del 10 radica, sin embargo, en las formas. Detalles nada menores en el que seguramente se convertirá en el último pacto de Messi con el Barcelona. “Hay que definir la duración del contrato. Si se vincula al primer equipo por dos años, después se tiene que buscar qué relación tendrá con el club una vez pasado ese periodo. Todo eso tiene una complejidad financiera, económica y tributaria”, dicen fuentes de la negociación. Hay algo que Messi tiene claro: no quiere problemas con Hacienda. Y hay algo que tiene claro el Barça: tiene que encajar el sueldo del 10 en los parámetros legales que impone LaLiga.
“El Barcelona está en una situación similar a la de un club que desciende a Segunda. Tiene contratos firmados y necesita bajar la masa salarial para cumplir la normativa”, explican fuentes de la patronal. La elevada partida en los sueldos de los futbolistas no es un tema nuevo en el Camp Nou. Al límite de lo recomendado, en la campaña 2019-2020, entre sueldos (462 millones) y amortizaciones (174), el Barça gastó 636 millones, un 74% respecto de los ingresos (855). El límite aconsejado es el 70%. Y a falta de que se confirmen los números, en la última temporada el cuadro azulgrana invirtió 506 millones en el primer equipo (335 y 171). “La masa salarial la tenemos a un 110% de los ingresos previstos”, anunció Laporta.
“No vamos a hacer una norma para Messi”, subrayó Javier Tebas, presidente de LaLiga. Según la patronal, el Barça puede gastar 347 millones entre sueldos y amortizaciones. La semana pasada se reunieron representantes de LaLiga y del Barça. El club se comprometió a aumentar los ingresos y a rebajar la masa salarial —acaba de traspasar a Konrad al Marsella por tres millones y rescindió el contrato de Matheus—.
No tiene más remedio. Mientras Laporta pelea por firmar el nuevo contrato del rosarino, Alemany trabaja para rebajar la masa salarial. El presidente tiene prisa por anunciar la renovación del 10, el director de fútbol en cuadrar los números. Messi, sin embargo, está tranquilo. Maneja los tiempos con el Barça como los minutos en la Albiceleste.
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