La Unión Europea y el Reino Unido se han plantado en el primer momento crítico de las conversaciones para evitar un desacople abrupto el 31 de diciembre. Los equipos de ambos lados del canal de la Mancha llegan al ecuador de la negociación sin haber logrado ningún avance. Al contrario: el jefe de la delegación comunitaria, Michel Barnier, acusó a Londres incluso de haber reculado. Con Boris Johnson decidido a no pulsar el botón de la prórroga para mantener el periodo de transición, la ruptura salvaje condiciona el diálogo entre ambas partes en plena crisis por la pandemia.
Desde que arrancaron las rondas negociadoras entre Bruselas y Londres, cada comparecencia de Barnier es prácticamente un calco de la anterior, aunque con un tono más elevado y un enfado más obvio. De nuevo, el político francés lamentó este viernes en el cuarto encuentro el enroque en los cuatro grandes ámbitos de la negociación: competencia, pesca, derechos fundamentales y la gobernanza del futuro marco de negociación. “Esta semana no ha habido progresos significativos… No podemos seguir así eternamente”, se quejó.
Las dos partes habían previsto que el Reino Unido podría pedir una prórroga hasta junio en caso de retraso en las negociaciones. Johnson rechazó esa posibilidad antes de sentarse en la mesa y desde entonces no se ha movido ni un ápice. Los negociadores europeos daban por hecho que eso les metería presión antes del verano. Sin embargo, la pandemia ha desplazado al Brexit como principal asunto en la agenda de Bruselas y de la mayoría de las capitales.
Fuentes diplomáticas abogaron incluso por no dedicar ni un minuto al Brexit en la próxima cumbre de jefes de Estado y de gobierno del 19 de junio. A lo sumo, afirmaron que los líderes deberían tomar nota del estado de las negociaciones y dejarlo ahí para emplear el grueso del Consejo a pactar el plan de recuperación económica y el Presupuesto de la UE para el periodo 2021-2027.
La próxima reunión entre ambas partes, en todo caso, será a alto nivel, entre Johnson y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. A la jefa del Ejecutivo comunitario no le llegarán buenas noticias. Barnier no solo no ve avances, sino que aprecia graves retrocesos. “En todas las áreas, el Reino Unido sigue reculando en los compromisos alcanzados en la Declaración Política”, lamentó Barnier, quien apostilló: “Este documento está disponible en todos los idiomas, también en inglés”.
Nuevo plazo: el 31 de octubre
El negociador francés expuso varios puntos en los que, a su juicio, el Reino Unido había retrocedido en sus planteamientos, desde cooperación nuclear a protocolos contra el blanqueo de capitales. El jefe de los negociadores británicos, David Frost, se encargó posteriormente de desmentir a su homólogo. “Nuestra visión de la Declaración Política es, como dice en su título, que se trata de un marco de trabajo”, recalcó.
En cualquier caso, en Londres también cunde la opinión de que el formato de los trabajos, condicionados al trato virtual a causa de la pandemia, debe cambiar. “Si queremos avanzar, está claro que debemos intensificar y acelerar nuestro trabajo. Estamos discutiendo con la Comisión Europea cómo podemos mejorarlo”, sostuvo Frost.
Fuentes comunitarias aseguran que el Reino Unido sigue resistiéndose a cualquier acuerdo que pueda sugerir un mínimo vínculo regulatorio con Bruselas, en especial en el área de competencia. Eso choca de lleno con la preocupación de los Veintisiete de que Londres dé un vuelco a sus estándares fiscales o de ayudas de Estado y se instale un feroz competidor a 34 kilómetros de la UE.
Pero la cuenta atrás sigue y algunas metas empiezan a esfumarse. El acuerdo sobre pesca antes del 1 de julio será prácticamente imposible de alcanzar, de modo que Barnier puso ya la vista en el 31 de octubre como la fecha en la que debería haber un pacto que fije los términos de la separación, que en este caso se va a producir después del divorcio. Si no lo hubiese, la UE y el Reino Unido empezarían una nueva carrera por evitar, por enésima vez, un Brexit salvaje.
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