La segunda jornada de la cumbre europea en Bruselas ha mantenido este viernes a los líderes de los Veintisiete enfangados durante horas en uno de esos asuntos que torturan el alma de la Unión desde hace años: la migración. Esta vez los protagonistas no eran los Estados miembro del Sur, sino los del Este, que se enfrentan desde el verano a la llegada de miles de migrantes procedentes de Oriente Próximo, los cuales viajan a la capital bielorrusa en avión y desde allí se trasladan a las fronteras de Polonia y los países bálticos para intentar cruzar a territorio comunitario.
Bruselas califica ya sin ambages la situación como “ataque híbrido” o incluso tráfico “patrocinado” de seres humanos por parte del régimen de Aleksandr Lukashenko cuyo único objetivo es poner “presión política” en el bloque comunitario. Tras la reunión del Consejo, la UE ha amenazado con un nuevo paquete de sanciones para hacer frente a la situación, pero ha rechazado financiar con fondos europeos la construcción de un muro en el Este, como han sugerido durante el encuentro algunos países y ha aprobado ya Polonia.
“Estamos dispuestos a explorar opciones para imponer nuevas sanciones”, ha explicado la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, en una comparecencia tras la cumbre, en la que ha especificado que estas podrían ir dirigidas contra individuos o empresas. En un encuentro mantenido el lunes, los ministros de Exteriores de la UE apuntaron ya la posibilidad de incluir en esa lista la aerolínea de bandera bielorrusa (Belavia), por promocionar estos vuelos orquestados desde terceros países, como Irak, hasta Minsk. “Seguiremos metiendo presión al régimen de Lukashenko”, ha dicho Von der Leyen.
La presidenta del Ejecutivo comunitario, sin embargo, ha rechazado de plano la controvertida propuesta de financiar con fondos europeos la construcción de un muro en la frontera. Hace un par de semanas una decena de países, entre ellos Polonia, Estonia, Letonia, Lituania, Austria y Hungría, reclamaron en una misiva dirigida a la Comisión financiación europea para levantar “barreras físicas” en las fronteras.
Von der Leyen ha reconocido que en la cumbre ha existido una negociación sobre si una “barrera física” se encuentra entre las partidas que puede o no sufragar la Unión a través del presupuesto de gestión de fronteras. “He sido muy clara”, ha replicado en su comparecencia, recordando la postura de la Comisión y del Parlamento Europeo en la materia. “No se financiarán las alambradas y los muros”.
Las conclusiones del Consejo recogen la preocupación de esta nueva dimensión migratoria, que tuvo también sus ecos el pasado mes de mayo en la frontera de Ceuta entre España y Marruecos, cuando entraron de golpe cerca de 10.000 personas. La UE, dice el texto pactado, “no aceptará ningún intento de terceros países de instrumentalizar a los inmigrantes con fines políticos”, “condena todos los ataques híbridos en las fronteras de la UE y responderá adecuadamente”. El documento también invita a la Comisión a que proponga medidas con un “apoyo financiero adecuado” para garantizar una respuesta “inmediata”, pero “en consonancia con la legislación de la UE y las obligaciones internacionales”. Lo cual equivale a decir: con pleno respeto a los derechos humanos.
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El Parlamento polaco aprobó la semana pasada la construcción de un muro en la frontera con Bielorrusia y dio también el visto bueno a una enmienda sobre inmigración que permite a los agentes fronterizos rechazar las solicitudes de asilo sin examen previo. Las medidas han sido ampliamente criticadas por las organizaciones de defensa de los Derechos Humanos, por contravenir la legislación internacional. Y además denuncian el estado de emergencia decretado por Varsovia en la frontera: la situación ha generado un punto ciego en el que, según denuncian, no llega ayuda a los migrantes y se bloquea la entrada a periodistas y testigos. Hasta la fecha, ocho personas han muerto en la linde entre Bielorrusia y la UE.
El primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, que se han enfrentado en esta cumbre a un duro examen de sus homólogos a cuenta del Estado de derecho, se congratulaba en su llegada a Bruselas de que al fin hubiera triunfado la visión polaca frente a la migración, y aseguraba que estaba recibiendo felicitaciones por la forma en la que han logrado sellar la frontera frente a los “ataques híbridos”.
“Deberíamos hablar de la valla física o de la frontera física”, proponía este viernes el presidente lituano, Gitanas Nauseda. Y ha encontrado apoyo en Austria, que cree que además la respuesta en la frontera debería ser sufragada por toda la UE. El recién nombrado canciller austríaco, Alexander Schallenberg, ha asegurado que los países que se encuentran en primera línea del espacio Schengen, “por ejemplo, Lituania”, necesitan la “solidaridad” y “cooperación” del resto de socios para sufragar su respuesta.
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