Los principales dirigentes comunitarios han anunciado este martes que la UE supeditará su relación con Afganistán, en particular la ayuda al desarrollo, a la apertura de corredores humanitarios que permitan la salida hacia países vecinos de las personas que se sientan en peligro bajo el régimen talibán, sobre todo, a mujeres y niñas. El anuncio del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, y de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha llegado tras una reunión urgente y virtual del G-7 en la que EE UU no se ha comprometido a seguir garantizando la seguridad del proceso de evacuación a través del aeropuerto de la capital afgana más allá del 31 de agosto. A la reunión han asistido, además de los siete miembros del grupo (EE UU, Canadá, Japón, Alemania, Reino Unido, Francia e Italia) y los dirigentes de la UE, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, y el secretario general de la ONU, António Guterres.
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Von der Leyen ha dejado claro en rueda de prensa que está dispuesta a utilizar el potente programa de apoyo de la Comisión para Afganistán (1.000 millones de euros asignados para los próximos siete años) como palanca para lograr que las nuevas autoridades de Kabul permitan la salida a través de las fronteras terrestres una vez que el programa de evacuación aérea concluya con la retirada estadounidense.
“No infravaloremos nuestros resortes [de poder]”, ha señalado Von der Leyen sobre la posibilidad de que los talibanes acepten las exigencias europeas. “Afganistán es un país pobre, que necesita ayuda, que ha sufrido sequías recientes terribles y que está siendo golpeado por la covid”, ha descrito la presidenta de la Comisión el panorama de un país donde incluso con el gobierno prooccidental derrocado el 15 de agosto había más de 12 de millones de personas que necesitaban ayuda humanitaria internacional.
Naciones Unidas calcula que el número de personas necesitadas aumentará hasta 18 millones, más del 45% de la población, con más de 3,5 millones de personas desplazadas internamente de manera forzosa a raíz del enfrentamiento entre los insurgentes talibanes y el gobierno sostenido por la comunidad internacional, que se saldó con la huida del antiguo presidente y la llegada al poder del grupo fundamentalista. La Agencia de la ONU para los refugiados (ACNUR) prevé que muchos de los desplazados internos buscará refugio en los países vecinos, lo que redoblará la presión sobre Irán y Pakistán que ya acogen a varios millones de afganos.
Von der Leyen ha asegurado que propondrá cuadriplicar la ayuda humanitaria para este año, que pasaría de 57 millones de euros a unos 200 millones de euros. Pero mantendrá congelada la ayuda al desarrollo hasta ver la actitud de los nuevos gobernantes.
La UE, sin embargo, no ha ofrecido, de momento, un número de plazas de reasentamiento para los afganos que deseen iniciar una nueva vida en Europa. Canadá y Reino Unido han ofrecido casi 50.000 plazas en total durante la reunión del G-7, lo que ha evidenciado aún más el silencio europeo.
Von der Leyen ha justificado la falta de oferta recordando que los reasentamientos son competencia de los Estados miembro. “La Comisión no puede ofrecer reasentamientos porque no tiene territorio”, ha recordado la política alemana. Y ha asegurado que la posible oferta europea se está negociando en el marco de los ministros de Justicia e Interior, aunque ha insistido en que, a su juicio, los refugiados afganos no son un asunto exclusivo de la UE sino de las decenas de países que durante dos décadas participaron en las sucesivas misiones militares en Afganistán.
Michel, además, ha advertido de que la UE blindará sus fronteras para evitar que los traficantes de seres humanos abran rutas desde Afganistán o terceros países hacia el territorio comunitario. “Seamos claros, no permitiremos la creación de un nuevo mercado de traficantes, estamos determinados a mantener los flujos migratorios bajo control y a proteger las fronteras de la UE”, ha subrayado el presidente del Consejo.
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Charles Michel ha asegurado tras el G-7 que “es demasiado pronto para decidir qué clase de relaciones desarrollaremos con las nuevas autoridades afganas”. Pero ha advertido que, en todo caso, “estará sujeta a estrictas condiciones, en cuanto a sus obras y su actitud”. Michel ha fijado las cuatro condiciones que marcarán la relación de Bruselas con Kabul: que los talibanes permitan la llegada de ayuda humanitaria, que respeten los derechos humanos, que impidan el establecimiento de grupos terroristas y que combatan el tráfico de drogas.
Von der Leyen ha advertido de que “para ciertos grupos, necesitamos un acceso incondicional”, en alusión a las mujeres o las minorías que podrían correr mayor peligro con las nuevas autoridades afganas.
La UE era partidaria de mantener un programa de evacuación selectivo a través del aeropuerto de Kabul, para trasladar a territorio europeo a las personas más expuestas a las represalias o la violencia de los talibanes. Von der Leyen ha insistido en que el grupo prioritario deben ser las mujeres. “Sabemos quiénes son y sabemos cuánto han luchado por nosotros”, ha señalado la presidenta de la Comisión en alusión a las miles de mujeres que se han formado durante los 20 años de ocupación internacional del país.
“En 2021, el 27% de los miembros del Parlamento afgano y la quinta parte de los funcionarios eran mujeres”, ha señalado este martes la alta comisionada de Naciones Unidas para los derechos humanos, Michelle Bachelet, durante una sesión especial del consejo de derechos humanos de la ONU sobre Afganistán. Bachelet recordaba que “3,5 millones de niñas iban este año a la escuela, frente a 1999, cuando las niñas no podían ir a la escuela secundaria y había solo 9.000 matriculadas en la primaria”.
Los europeos temen que muchas de esas mujeres, que han desarrollado una vida laboral como juezas, profesoras o periodistas, no consigan salir del país antes del 31 de agosto. Según EE UU, desde el 14 de agosto (víspera de la caída de Kabul en poder de los talibanes), los aliados han evacuado a unas 58.700 personas. El plan de evacuación se ha acelerado en las últimas horas y ha pasado de 7.800 personas el 21 de agosto a 21.600 este martes. Pero la retirada de las tropas estadounidenses, que garantizan la seguridad del aeropuerto, pondrá fin previsiblemente a la principal vía de escape para las personas que por razones de sexo, profesión, creencia u orientación sexual temen por su vida en un Afganistán bajo dominio absoluto del integrismo talibán.
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